Publicamos hoy unos fragmentos de este documento del papa Montini que pueden ser de interés. Los subtítulos en negrita han sido agregados por los traductores pero son fieles al pensamiento del Pontífice. El resaltado en azul de algunos fragmentos nos pertenece.
Dedicamos especialmente esta entrada S.E.R. Mons. Eduardo María Taussig, obispo de San Rafael (Argentina). Esperamos que las palabras de Pablo VI le ayuden a no sentirse tentado de aplicar entredicho post mortem a nuestro Dante...
“…queremos también Nos Tributar un homenaje al ilustrísimo Poeta, y esto no sólo para rendirle honor en estas fugaces circunstancias de la conmemoración, que queda inserto en el curso del tiempo y que pronto con el tiempo se sepulta, sino, en cierto sentido, para perpetuarlo para siempre, no cual monumento mudo y frío erigido de piedra o bronce sino más bien cual fuente surgente que desborda sus aguas perennes tanto en alabanza suya como en provecho de la juventud de egregias esperanzas.
7. El Papa lo hace porque considera a Dante como hombre de la
iglesia Católica. Si alguien preguntase por qué la Iglesia
Católica, por voluntad e intermedio de su Cabeza visible, se empeña
en honrar así la memoria y celebrar la gloria del Poeta
florentino, será fácil y pronta la respuesta: Porque DANTE ALIGHIERI, por derecho propio, es nuestro;
nuestro, es decir, de la Religión Católica, por cuanto todo su
amor se vuelca en Cristo; nuestro porque amó mucho a la Iglesia cuyas
glorias cantó; nuestro, porque reconoció y reverenció en el
Romano Pontífice al Vicario de Cristo en la tierra.
8. Su oficio de juez lo hizo criticar, como a su amada Florencia,
también a algunos Papas sin merma de su fe y de su amor. Ni nos
pesa recordar que su voz se alzó, y sonó áspera,
contra algunos Romanos Pontífices, y que reprendió acerbamente
Institutos y hombres de la Iglesia que hacían de ministros y
delegados de ella. Dios no permita que en este asunto pasemos en
silencio la inclinación de su espíritu y el aspecto de su obra, ya
que sabemos bien cuál y cuánta fue la amargura de su alma. Fue tal
que no perdonó aun los azotes más duros a Florencia, su amadísima
ciudad patria. Sin duda debemos tratar su arte
y su pasión política con benignidad e indulgencia porque la
misión de juez y censor, que para sí reclamaba, se lo merece,
particularmente al emprendérselas contra vicios lamentables. Por lo
demás, es muy sabido y probado que sus actitudes
de espíritu fiero jamás sacudieron la firmeza de su fe católica y su
celoso amor de afectuoso hijo de la Santa Madre Iglesia.
9. Es deber de los católicos reconocer y estudiar este aspecto de
Dante. Dante es nuestro, podemos repetir con todo derecho, con lo
que de ninguna manera queremos gloriarnos de él, como de singular
trofeo, por ambición y exagerado amor propio sino más bien para
advertirnos a nosotros mismos que tenemos el
deber de reconocerlo como tal y de investigar en sus obras los
inestimables tesoros del pensamiento y del sentimiento cristianos
ya que estamos convencidos de que sólo los que escudriñen las
estancias secretas del espíritu religioso de nuestro más grande poeta
podrán comprender a fondo y saborear con igual gusto los admirables
tesoros espirituales ocultos en su poesía.
(…)
16. Dante lo valora todo ante Dios, bajo el aspecto de la eternidad.
En efecto, los argumentos del poema se presentan como ciertas
enseñanzas y exhortaciones de ascensión a Dios. La naturaleza y el
orden sobrenatural, la verdad y los errores, el pecado y la gracia,
el bien y el mal, las obras humanas y los efectos que brotan de sus obras
se contemplan, valoran y ponderan ante Dios y se desenvuelven en perspectiva
a la eternidad. Esta ascensión, que anhela cosas siempre más secretas y
sublimes convierte el poema en una epopeya de la vida interior, en
epopeya de la gracia celestial, una epopeya de práctica y experiencia
mística, de multiforme virtud, se vuelve teología de la mente y
teología del corazón.
17. Todo el argumento tiende gradualmente hacia la cumbre de la visión beatífica.
Todo, la vorágine de los vicios sancionados con penas; los reinos
serenos donde las almas se purgan de toda mancha; las arduas cumbres a
que llevan los múltiples caminos que conducen a la perfección; y los hombres
que se destacan como insignes modelos de santidad —como se ve en los
panegíricos entretejidos en honor de SAN FRANCISCO. SANTO DOMINGO, SAN
PEDRO DAMIANO, SAN BENITO DE NURSIA, SAN ROMUALDO y SAN BERNARDO— se
eleva hacia una cumbre, la cumbre que se desprende del significado
salvífico de los cien cantos. Los cien cantos son las gradas de la escala
que en sueños contempló JACOB, las que conducen de los bajos terrenales a
la luz de la Santísima Trinidad…
(…)
21. Lleva a la enmienda de los males sociales y a la afirmación de
todos los dones divinos. Por consiguiente, el poema procura que
se corrija saludablemente toda la cuestión social, afirmando la
libertad que salva de la esclavitud del mal e impulsa a encontrar y a
amar a Dios mediante el uso ecuánime de sus dones sea en la historia, sea
en cualquier aspecto de la vida, como DANTE estima y comprende el
humanismo (humanae res), cuyas notas principales deben, a Nuestro parecer,
explicarse debidamente.
22. No despreció el mundo sino que el humanismo de Dante apreció positivamente
los valores humanos hasta llegar al amor divino. Este aprecio trae en
el más excelso poeta su origen de la norma doctrinal de SANTO TOMÁS
DE AQUINO y se distingue por la impronta de los que tratan de volcarlo todo
hacia el bien. Esto nace del principio probado que la gracia no
destruye la naturaleza sino que la sana y la perfecciona, y que la persona es el nombre de la dignidad,
lo que está bien opuesto a algunos preceptos ascéticos o místicos, según
los cuales parece que todos debían aspirar al desprecio del mundo como
la única forma de vida perfecta. DANTE ALIGHIERI no sólo aprueba todos los
bienes que están a disposición del hombre, los intelectuales, los morales,
los afectivos, los culturales y los civiles, sino que los exalta también. Pero
importa muchísimo advertir que aprecia y tributa
honor a estos bienes al sumergirse en los dones divinos cuando por la
contemplación de las cosas celestes podría haber declarado vanos y
vacuos los elementos terrenales. Así se define más plenamente su humanismo
y se perfecciona en el abismo del divino amor. También en la
rutilante inmensidad del cielo, él se siente obligado a la solícita
anunciación de la verdad y de la bondad y la realiza más allá aun del
más remoto confín de nuestra infeliz tierra “área chica que nos vuelve tan feroces”.
23. La cultura greco-romana es según él en oposición a los
renacentistas, una preparación al Cristianismo. Cuanto a la
antigüedad greco-romana, DANTE es de opinión, que ella preparó la
senda providencial del cristianismo y le proporciona a menudo alegorías en forma muy distinta de como lo hacía el llamado
Renacimiento o, por lo menos, de como lo practicaban muchos hombres de
aquella época la que apreciaba los valores humanos abstrayendo de la
relación que tienen con Dios, y así acomodaba la cultura a las
doctrinas paganas y lo contagiaba lodo con la morbosidad pelagiana.
(…)
Antonio Caponnetto. |
25.
La Iglesia, libre de los cuidados temporales, pero no
"separada" del Estado se dedica a su misión. La Iglesia
libre y desembarazada del fardo inútil del fausto y exenta de cuidados temporales
se consagra entera con toda energía a sembrar la verdad y a hacer
madurar sus frutos: "Aquí no pensáis en cuánta sangre cuesta sembrarla
(la Sagrada Escritura) en el mundo y cuánto agrada el que
humildemente se conforme a ella". Esto, ciertamente, está muy lejos de la enseñanza que introdujo MARSILIO DE
PADUA y que en nuestra edad se incrementó en el sentido de que el Estado debe
separarse radicalmente de la Iglesia.
4 comentarios:
Y esto era el magisterio de la Iglesia hace sesenta años...
Quantum mutatis ab illo...
No será mucho comparar a caponetto con Dante
Depende. Si se les compara personalmente, desconozco el grado de santidad de cada uno de ellos, pero me gustaría que estuvieran a la par. El resto es vanidad.
Anónimo 8:57:
No pensamos que Caponnetto como pensador y literato sea comparable a Dante. Sí creemos que, a semejanza del Alighieri, la voz de Caponnetto “se alzó, y sonó áspera, contra algunos Romanos Pontífices, y que reprendió acerbamente Institutos y hombres de la Iglesia” y que “debemos tratar su arte y su pasión política con benignidad e indulgencia” pues “sus actitudes de espíritu fiero jamás sacudieron la firmeza de su fe católica y su celoso amor de afectuoso hijo de la Santa Madre Iglesia”.
Publicar un comentario