sábado, 26 de noviembre de 2011

Texto clásico: "Los dos poderes" (Jean Ousset) IV

No solamente el poder temporal del laicado cristiano es irrisorio en cuanto tal, sino que se encuentra como aplastado entre dos totalitarismo.

Totalitarismo… en tanto son poderes estrictamente unitarios tendientes a apoderarse del hombre por entero.

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Dicho de otro modo: si quedan todavía hoy dos grandes poderes, se presentan bajo la siguiente forma:

De una parte: el poder clerical. Pero privado de ese complemento, de ese contrapeso que para él constituía un poder temporal cristiano distinto; suficientemente autónomo a su nivel y en su esfera. (Así el orden cristiano no se considera como si dependiese únicamente del poder eclesiástico. De ahí el reflejo bien conocido y tan característico de querer tildar de sospechoso, ilegítimo, todo lo que ose llamarse “católico” en lo temporal sin estar autorizado.)

De otra parte: el totalitarismo de los poderes no cristianos, incluso anticristianos, que no solamente son temporales, sino espirituales. Cesarismo del Estado moderno, convertido en principio absoluto de todo derecho. Monopolizador de aquello mediante lo cual se hace dueño de los espíritus y de las almas: espectáculos, propaganda, “información”, Universidad, cultura, etc.

Ahora bien, por lo menos, es con este totalitarismo con el que el poder espiritual católico debe mantener relaciones. Relaciones que parecen prolongación de aquellas que en la cristiandad unían en su fe común: el sacerdocio y el imperio.

La verdad es que si bien aún existe un poder espiritual del laicado cristiano en tanto este laicado participa, bajo la autoridad eclesiástica, en el apostolado de la jerarquía (definición de la Acción Católica oficial), por el contrario nada serio existe para expresar cualquier poder temporal del laicado cristiano.




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Digamos que parecía que éste iba a nacer cuando se formó la Federación Nacional Católica (F.N.C.) por el general De Castelnau, quien, sin ser “el emperador”, era evidentemente un “feligrés” difícil de eludir.

Se pudo creer, por consiguiente, que iba a hacerse real la distinción de un poder espiritual (cristiano) y de un poder temporal, de un laicado (no menos cristiano). Pero, poco después de la muerte del general, la transformación de su obra en “Federación Nacional de la Acción Católica” (F.N.A.C.) (considerado por algunos como una promoción) manifestaba, por el contrario, sin equívocos, la confiscación de la organización por la autoridad eclesiástica exclusivamente.

Fin del justo poder que en lo temporal habría podido ejercer un laicado cristiano, calificado de adulto.

9 comentarios:

Javier Espinosa dijo...

No es verdad que no exista nada serio para expresar cualquier poder temporal del laicado cristiano. Hay muchísimas iniciativas laicales como hateoir, forumlibertas, profesionales por la ética.

Miles Dei dijo...

Javier Espinosa, esas chuminoasociaciones no muestran más que la mente servil al orden tiránico reinante en uno y otro lado.

Miles Dei dijo...

Para que se hagan una idea de hasta donde puede llegar el servilismo a ambos poderes les ruego que serenamente analicen de donde puede venir estas calificaciónes:

"extrema-derecha filolefebvrista"; "izquierda eclesial", "derecha eclesial"

Expresiones que le sirven a los personajes serviles de ambos poderes para situarse en una especie de tercia via aparente ante el resto de los oprimidos desde la cual no hacen sino impedir todo surgimiento de un laicado como Dios manda Un laicado nada servil ni al poder eclesiástico que nada tiene que ver con la debida sumuisión a la jerarquía sacerdotal de la Iglesia ni tampoco servil a los juegos del poder político que le despoja de su propio dominio en el mundo como Hijo de Dios.

Javier Espinosa dijo...

En el PP hay muy buenos cristianos que procuran cristianizar esas estructuras temporales.

Anónimo dijo...

Así es Miles,
la solución es hacer la plancha y llorar las glorias pasadas por que, según tu interpretación de Ousset, todo esta perdido. Lo cual, según este razonamiento, nos hace verdaderamente libres.

El tipico quietismo pieto-tradicionalista, que a la postre no es otra cosa que liberalismo conservador-religioso pasado de vueltas.

Y los extremos se toca:
"Comamos y bebamos que mañana moriremos".

Miles Dei dijo...

Que todo está perdido no es cosa nuestra, sino de la voluntad de Dios que ha dispuesto la retirada del katejón. Deberíamos asumir esa realidad. Cuando Fukuyama escribió el fin de la historia, no sabía que razón tenía.

Y sin embargo la esperanza cristiana nos salva del comamos y bebamos, porque es esperanza martirial (de dar testimonio) Eso es lo que nos queda: un hermoso acto martirial obra de la gracia ante el anticristo emergente.

Quizás Dios se apiade y conceda otra era más a la humanidad tras un periodo de desolación anárquico. Quizás no. La historia cíclica no es cristiana, como tampoco lo es el triunfo histórico de la Iglesia.

Savonarola dijo...

Javier Espinosa. ¿Y si un buen católico entra al PSOE o a IU para "transformarlo desde adentro" también cuenta?

Anónimo de las 20:09, no se trata de Quietismo, sino de proponer estructuras que sí sean cristianas. Eso de aceptar como axiomas los actuales esquemas históricos, culturales y sociales, es verdadero quietismo que luego se pasa al pelagianismo de quienes andan con esos discursos de "transformar desde dentro".

Anónimo dijo...

Para comprender estos textos de Ousset o sacarles algún provecho práctico hay que ser Séneca, Merlín o Miles Dei. No sé para qué los publican. Ni la lógica de Hegel.

Speiro dijo...

Siempre he pensado que podrían decirse las verdades que dice Ousset pero con un estilo más fumable. Pero no sé quién lo ha dicho mejor así que vale el esfuerzo por sacar del olvido estas obras clásicas.