viernes, 9 de diciembre de 2011

Auden y la reforma litúrgica


Wystan Hugh Auden (Londres, 21 de febrero, 1907 – Viena, 29 de septiembre, 1973), conocido como W. H. Auden, fue un poeta y ensayista británico. Firmó junto a otras personalidades de la cultura la carta a Pablo VI que dio lugar al indulto Agatha Christie. Hemos encontrado una entrevista en la que opina  sobre la reforma litúrgica:
“Ent.: ¿Dedica mucho tiempo a actividades relacionadas con la Iglesia? 
W. H. A.: No, aparte de ir a misa los domingos.
Ent.: Pero usted tiene reputación en los círculos teológicos, ha tenido algunas actuaciones en el gremio de eruditos episcopales. 
W. H. A.: Ah, eso sólo tenía algo que ver con ciertos consejos que querían para llevar a cabo la revisión de los salmos. Soy un adversario apasionado de la reforma lutúrgica y preferiría que el devocionario estuviese en latín. El rito es el lazo de unión entre los muertos y los nonatos y requiere un lenguaje sin tiempo, lo cual, en la práctica, significa una lengua muerta...
Rosembaum, D. Conversaciones con los escritores, Kairós, Barcelona, 1980, p. 229.

8 comentarios:

Tulkas dijo...

"Hay que ser realista, ni la teología ni la vida de la Iglesia se hacen ya en latín." (Ex canonici galaici ore).

Pero no nos desalentemos que algo bueno viene de todo esto: si los señores curas y obispos no tienen una lengua común en la que comunicarse será del todo imposible que vuelva a haber un Concilio.
Total, lo de Babel va a terminar siendo Providencial.

serrlorca dijo...

Aunque la oración personal y la catequesis puedan beneficiarse del "sermo vulgaris", por mor de la claridad y la reverencia, a una misma Fe e Iglesia les corresponde una misma lengua para la liturgia, el Magisterio y la teología.

Un saludo.

Anónimo dijo...

El gringo este no es teólogo, lo que no obsta a que tenga sentido común. Eso es todo lo que se necesita para mantener su postura en relación a la misa nueva.
Así de sencillo.

Miles Dei dijo...

Lo de una sola lengua para los documentos de la Iglesia es cada vez más importante. Las traducciones de muchos documentos son ya auténticas posiciones teológicas y aquí se toman como si fueran cosas automáticas. No digamos ya si hay que abordar la hermeneútica de los textos del Concilio con los veintitantos gruesos volúmenes de actas casi en su totalidad en latín.

Hermenegildo dijo...

Tulkas: eso que dices no sería problema porque hoy día existen los traductores simultáneos.

Walter E. Kurtz dijo...

Auden no será teólogo pero ha comprendido algo que muchos eruditos no recuerdan. El tema de las traducciones es, si bien importante, secundario. La Misa es un momento de eternidad, en ella se suman en alabanza la Iglesia toda, intratemporal e intraespacialmente; en ella nos salimos del tiempo y el espacio y alabamos con todos los católicos de todos los tiempos, de ayer y de mañana, con los ángeles, los salvados y los purgantes. El latín es un signo eficaz de esta eternidad generacional y espacial. Su eliminación significa el debilitamiento de este misterio y su alejamiento del entendimiento del hombre común siendo relegado al terreno de lo teórico y abstracto. No es raro, entonces, que ante la pérdida de todo signo mistérico, se caiga en religiones, sectas o cosas raras. En la Misa nueva, en la forma en que es celebrada en el 90% de los casos, los grandes misterios de la Fe, como la reactualización del sacrificio de la cruz o la Presencia Real, quedan relegados al terreno de lo abstracto y teórico solo asequible a teólogos o santos...

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO a CORONEL: Magistral su párrafo. Difícilmente se puede decir más en tan poco texto

Anónimo dijo...

HERMENEGILDO aparte las malas traducciones -que son muchas en el novus ordo- está el tema de la inestabilidad de las lenguas vivas. Están constantemente cambiando y no sólo en el tiempo sino incluso en el espació. Ahora mismo el español de Méjico o Caracas no es el mismo que el de Madrid. Son inestables al cuadrado. De ahí que carecen de algo esencial para servir de cauce a una doctrina esencialmente inmutable.
Aparte eso lo sucedido con el consustancial de Nicea -que no fue ni traducido sino eliminado sin más- es bien significativo de cómo se ha procedido en todo este asunto.
PEDRO HISPANO