sábado, 31 de diciembre de 2011

Magister informa sobre la Comunidad de Sant'Egidio



De la Comunidad de San Egidio llamaba negativamente la atención de quien esto escribe:

* El ecumenismo desorbitado (verdadera "ecumanía") y el dialoguismo buenista (superador de Asís en letra y espíritu);

* la tergiversación de la doctrina católica sobre la pena de muerte (más allá de los límites del no muy claro magisterio de Juan Pablo II) y la asociación con entidades como Amnistía Internacional.

Por medio de Sandro Magister llegamos a saber de la existencia de denuncias sobre:

* Culto a la personalidad del fundador.

* Una camarilla “fundacional” que ejerce la autoridad de manera poco clara.

* Obedientismo, absolutización de la virtud moral de la obediencia sin discernimiento.

* Manifestaciones de conciencia inducidas: los penitentes son presionados a expresar por fuera del sacramento lo que es materia de confesión.

* Interferencias de los líderes en la vida conyugal: un caso resonante de matrimonio nulo. Intromisiones en la decisión de los cónyuges acerca del número de hijos que van a tener (en sentido antinatalista).

*  Intrusión de dirigentes laicos en asuntos de exclusiva competencia de los sacerdotes.

Para mayor información sobre este movimiento puede verse el último artículo de Magister: San Egidio en libertad vigilada (en español, aquí); y en italiano, en el mismo enlace casi al pie de la página, otros enlaces no menos interesantes: Biografia di Andrea Riccardi. Sant'Egidio story: Il grande bluff. Sant'Egidio e l'Algeria. Le rivelazioni scomode dell'ambasciatore. Venticinque anni nella comunità di Sant'Egidio.


* N. de R.: agradecemos al lector que nos ha hecho notar que Sant´Egidio debiera traducirse como San Gil. Hemos cambiado el título de la entrada respetando la denominación original para que sea más fácil identificar a la comunidad tal como lo hace el sitio oficial en lengua española 

viernes, 30 de diciembre de 2011

Rendición de cuentas


Es común que hacia fin de año uno haga cuentas, presente balances, evalúe situaciones, examine los hechos propios y ajenos… una especie de examen de conciencia que, si lo hacemos a la noche antes de dormir o al “atardecer de la vida”, no vemos porqué no hemos de hacer cuando llega a su fin el año de Nuestro Señor Jesucristo 2.011.

No nos íbamos a quedar atrás, pues.

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Como saben nuestros seguidores de la primera hora, este paródico blog InfoCaótica surgió al desatarse una ofensiva general en el parodiado portal Infocatólica contra todo lo que oliera simplemente a una nueva categoría inventada por el “asesor espiritual” de dicho portal: el “filo-lefebvrianismo”. Esa ofensiva consistió en una avalancha de entradas a cargo de dicho asesor, acompañado de otros de igual (o peor) tenor por parte de algunos de los otros bloggers. Salieron como si hubiesen estado contenidos durante años una catarata de epítetos llenos de cristiana caridad, tales como “desobedientes”, “cismáticos” o “herejes”, junto al uso indiscriminado, injusto y (por momentos) paranoico del borrado de comentarios. Una IP o un seudónimo ya lo convertían a uno en “sospechoso” de filo-lefebvrisnismo y, por lo tanto, merecedor de toda clase de censuras… informáticas y de las otras. Y que, eventualmente, culminaría con el alejamiento de (al menos) un par de bloggers.

Curioso en un portal que se precia de albergar a un grupo anónimo de pretes que arremete contra su arzobispo, con justicia o sin ella, con moderación o sin ella, pero siempre en forma sistemática y frecuente.

Curioso en un portal donde se da cabida a un vaticanista deseoso de ventilar las intimidades de la Curia Romana, con lujo de detalle y mínimo de decoro.

Curioso en un portal desde el que su “responsable” se daba el lujo de condenar a toda una conferencia episcopal extranjera por el simple hecho de que ésta, haciendo pleno uso de sus facultades canónicas, hiciera determinadas exigencias a un movimiento neo-primaveral. Donde el mismo “responsable” condena a troche y moche a determinados teólogos, exige renuncias a determinados obispos y sacerdotes, azuza a sus comentaristas contra determinados personajes…

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Ninguno de los que iniciamos este portal somos lefebvrianos stricto sensu; es más, poco antes de comenzar con el proyecto desencadenado en el contexto arriba explicado, íbamos a fundar un blog con el fin de “limpiar” algunas aristas doctrinales del tradicionalismo en su sentido más amplio, presentar a debate algunos “problemas” prácticos que se dan por la situación canónica irregular de determinados grupos, criticar algunas exageraciones o excentricidades litúrgicas que se presentan notablemente en algunos grupos Ecclesia Dei, recordar el difícil contexto histórico de lo que en Francia se da por llamar affaire intégriste, echar un poco de luz sobre ciertos desacuerdos de los primeros años e (incluso) las contradicciones del Magisterio al respecto, los polvos que nos trajeron estos lodos en tiempos preconciliares (a veces, con beneplácito papal, es cierto), el “nuevo” fenómeno de los movimientos omni-carismáticos surgidos (la mayoría) en también en el preconcilio…

En fin, todos temas interesantes y (creemos) necesarios que han quedado un poco relegados por los acontecimientos vividos en este 2011: la instrucción Universae Ecclesiae, la declaración del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos sobre la aplicación correcta del canon 1382, las ordenaciones de la FSSPX en Winona y en Ecône, los coloquios entre Roma y la FSSPX, la Jornada Mundial de la Juventud, la desobediencia generalizada y a la luz del día del presbiterado austríaco, el encuentro de Asís y la beatificación de Juan Pablo II, el encuentro entre Mons. Fellay y el Card. Levada, las respuestas no oficiales de varios superiores de distrito de la FSSPX, la positiva entrevista a Mons. Pozzo en Gloria.tv, los comunicados oficiales de la Casa Generalicia de la FSSPX corrigiendo a los superiores de distrito díscolos, el (¿inoportuno?) artículo de Mons. Ocáriz en L’Osservatore Romano, la (hasta ahora) desconocida respuesta al desconocido Preámbulo doctrinal… entre los temas que recordamos a vuelapluma.

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Cuando esto escribimos, desde nuestro nacimiento el 11 de marzo —día de San Eulogio de Córdoba, mártir— de este año que, ahora, se acaba, nos han visitado casi 130.000 veces. Nuestro mejor mes —contado por el número de visitas— ha sido octubre, con casi 18.000.

La entrada más visitada fue la motivada por el trabajo de nuestro equipo de hermenéutica para intentar descifrar los dichos de una de los fundadores del Camino Neocatecumenal.

El que le sigue por cantidad de vistas es “La religión de la manzana” del profesor Dr. Luis Mª Bandieri que reprodujimos, a propósito de la muerte de Steve Jobs y su canonización laica… a la que, paradójicamente, se sumó la prensa católica.

En tercer lugar, entre lo más popular, ha estado nuestra traducción de la entrevista en italiano que Marco Bongi realizó a Don Alberto Secci, presbítero del clero secular de Novara (norte de Italia), donde este sacerdote afirma celebrar exclusivamente la “Misa de siempre”, a pesar del acoso de sus colegas y obispo.

Cuarta por número de visitantes queda “nuestra” lectura de la Jornada Mundial de la Juventud, con el título de “Perplejos”.

Finalmente, y para no cansar con este ránking, queda en quinto lugar nuestras necesarias distinciones a propósito de la beatificación del Papa Juan Pablo II y del llamado “juampablismo” que, a modo del “conciliarismo” de los ’70, busca transformar al difunto penúltimo Sumo Pontífice en una especie de súper místico-doctor-inerrante-santo.


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Llega el momento de los agradecimientos:

-     a “Wanderer”, cuyo blog, siempre interesante, nos proveyó del 6% de nuestros visitantes;
-     al blogSanta Iglesia Militante”, que, siempre informado, también ha sido fuente importante de visitas;
-   a nuestros comentaristas, especialmente a Ludovicus, Pedro Hispano, Don Terzio, Miles Dei (ex-Ronin), Martin Ellingham, Fray Juan, Cnel. Kurtz, Sofronio, El Eremita, Mendrugo, SP5, Genjo, El Carlista, Hermenegildo, In Diebus Illis y tantos anónimos, por mantener siempre “vivo” el debate, aportando otros puntos de vista, ampliando la temática, haciendo las debidas matizaciones;
-    a los casi 300 seguidos de nuestro espacio en facebook, que venía creciendo a buen ritmo hasta que nos censuraron muy poco después;
-   a todos quienes les hemos “robado” algún artículo, nota, entrada, etc., pero que nos pareció era importante difundir;
-  también, finalmente, a la parodiada Infocatólica, que, como representante de ese sector del catolicismo oficialista que (más mal que bien) hemos dado en llamar “neoconservador”, nos ha dado material de sobra y que, incluso, en algún momento (y por breve tiempo) nos incluyó en un enlace…

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Por lo dicho antes, se comprueba que tenemos varios temas en carpeta para 2012; además de que prevemos un año no menos movido en cuanto a la apostasía de las masas (ya no tan silenciosa como cuando la denunciara San Pío X), el progreso de la Misa latina tradicional entre fieles cansados de novedades, abusos y secularización, la reacción justamente de ese clero disidente que mayoritariamente “acata pero no cumple” las disposiciones del Santo Padre (en general a todo nivel, pero escandalosa y notoriamente en cuestiones litúrgicas), las relaciones entre la Fraternidad de San Pío X y la Santa Sede, la progresiva desmitificación del Concilio Vaticano II del que mucho se hablará con motivo de los 50 años de su inauguración dando lugar también (queremos creer) a las miradas críticas como las de Gherardini, De Mattei, Radaelli, etc.

Ahí estaremos. Aquí estaremos… en nuestro puesto, denunciando —como desde el primer día— el voluntarismo, el devocionalismo, el movimientismo y el corporativismo clerical que, combinados, conducen por vía siniestra a un estado de alteración mental y espiritual lleno de optimismos, positivismos e irrealismos hueros.

Como dijimos en aquel día, y repetimos hoy,
Contra facta non valent argumenta. Y a nadie vamos a censurar, porque la verdad —igual que el bien— es diffusiva sui. En otros lugares oficialistas para dar más peso a las propias aseveraciones se indica el cargo eclesiástico, o civil, los grados académicos e incluso el número de hijos.  Los que aquí escribimos vamos a obviar todo eso a fin de que no se atienda a quién lo dice, sino a lo que dice, como rezaba la Imitación. Pero en todo lo anterior tampoco somos mancos.

Los que hacemos este blog les deseamos un buen fin de año y un próspero 2.012.

Iraburre


Transcribimos las reflexiones que nos llegan de parte de Pedro Hispano sobre el último -Deo volente- articulete de Iraburu. El carácter soporífero del mismo se deriva de lo de siempre: lo que Iraburu dice del P. Gleize, en su respuesta a Ocáriz, lo podría también decir de monseñor Gherardini. Sin embargo no lo ha dicho. Es a dicha "forma mentis" a la que nuestro lector parece hincar el diente.

 “El rayo que no cesa”
Vuelve Don José Mª Iraburu al ataque contra los lefebvrianos. Es curioso que lo haga precisamente el dia de los Inocentes. Pero hay que comenzar reconociendo que en este tiempo no ha dejado de hacer algún progreso. Por ejemplo: se ha enterado de que existe Mons. Brunero Gherardini y su libro de análisis crítico del Vaticano II. Y hasta habla del libro con cierto respeto exonerándole de los errores que afirma pululan en los escritos de los seguidores de Mons. Marcel Lefebvre.
El caso es que, curiosamente, el libro del canónigo vaticano se difunde en los centros lefebvrianos, como puede comprobar cualquiera que se acerque a uno de ellos.
Hace aguas por más sitios el articulo en cuestión así como las respuestas que da a los comentarios supervivientes a la censura infocatólica. Pero dejo su análisis a otros para centrarme en su reiterada y calumniosa acusación de cisma.
¿Existe un cisma lefebriano?
En realidad la pregunta podría ser si en la actuales circunstancias de Iglesia puede existir cualquier tipo de cisma. Porque no puede haber estrictamente cisma si no hay un reducto o perímetro bien definido en lo doctrinal y lo disciplinar y los que lo abandonan serían cismáticos frente a los auténticos católicos que serían tales porque permanecen dentro del perímetro y en comunión con él. Se puede estar fuera o dentro de un recinto cuando éste tiene unos límites precisos. Pero, cuando el recinto no tiene de tal más que el nombre porque no tiene tales límites sino que se confunde con los demás territorios y los penetra y es penetrado por ellos, decir que alguien está fuera o dentro de él es por lo menos arriesgado. Y cuando afecta a personas, en muchos casos beneméritas –como aquellas a las que Iraburu ataca- es también injusto y calumnioso.
Hoy –nunca lo lamentaremos bastante- ¿donde están los límites precisos y en la práctica (1) de lo que es correcto o no en doctrina, liturgia y disciplina en el seno de la Iglesia Católica? Porque si de hecho Walter Kasper puede ser cardenal, el papa que besa el Corán beatificado y las monja que defiende y hace propaganda del aborto seguir –aparentemente, al menos- tan tranquila, ¿dónde está el recinto religioso con unos límites concretos de modo que se pueda decir que alguien está dentro o fuera de él? ¿Hay un perímetro eclesial bien definido cuando la más alta autoridad eclesiástica alaba públicamente “la experiencia religiosa de Lutero”, cuando el actual arzobispo de Sevilla se hace acolitar por monaguillas o cuando la Universidad Notre Dame (USA) conserva el título de “católica” después de conceder el doctorado Honoris causa al abortista Obama?
Este es uno de los fallos fundamentales de Don José María Iraburu: que pretende afrontar esta crisis de vértigo a base de definiciones atemporales con las que elabora textos tan rotundos como alejados de la realidad. Y la realidad –la tristísima realidad- es que hoy la Iglesia no se presenta al mundo como un reducto con límites precisos sino como un magma ecuménico.
En conclusión: Una rémora.
Por eso la obra de Iraburu en cuanto se sale de ciertos límites se convierte en una rémora porque ante las mentes de los que le dan crédito, que en estos temas no merece, debilita la posición de quienes luchan por recuperar la Tradición católica. Le guste o no hace el juego Iraburu a los demoledores de la Iglesia enseñando ese obedientismo ciego que ha hecho que llevemos más de 40 años celebrando Misa con la fórmula de la Consagración mal traducida y contemplando sin reaccionar desastres tales como la destrucción del catolicismo romano. ¡Allá él con su conciencia! Pero al menos que no falten –no faltemos- quienes muestren a todos estos errores y los daños que han producido y pueden producir.



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(1) insisto: en la práctica que es lo que la gente vive y lo que configura o más bien desfigura la mentalidad católica.

jueves, 29 de diciembre de 2011

El artículo del padre Gleize en español



Un lector de nuestra bitácora, nos ha enviado su traducción del artículo P. Jean-Michel GLEIZE (SSPX), Profesor de Eclesiología en el Seminario de Ecône, al artículo de Mons. Fernando OCÁRIZ publicado en el Osservatore Romano del 2-dic-2011. Puede descargarse aquíEs traducción del extracto publicado en francés por DICI el 23-dic-2011. El artículo original e íntegro, con más de 60 notas al pie, fue publicado en italiano bajo el título «Una questione cruciale: il valore magisteriale del Concilio Vaticano II» en el Courrier de Rome, n.° 350 (dic-2011).

Nuestro agradecimiento a Mendrugo el desinteresado traductor.


N. de R.: el traductor ha enviado una nueva versión corregida de su traducción del artículo del P. Gleize con la que hemos reemplazado la anterior.


La Salette y su manipulación

En los comentarios de nuestra bitácora varias veces se ha hecho mención a las apariciones de la Virgen en La Salette, Francia, y al denominado Gran Secreto, por el que Nuestra Señora habría predicho: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”. 
Gracias a un lector nos enteramos de que en el número 136 de la Revista Iesus Christus, del Distrito de América del Sur de la FSSPX,  se ha publicado un artículo del Padre Jean-Michel Gleize, sobre el secreto de La Salette, del que  tomamos dos precisiones importantes:
1ª. Hasta el presente el Gran Secreto de La Salette no ha sido ni aprobado ni reprobado por la Iglesia en virtud de un juicio propiamente canónico que se imponga a la adhesión de los fieles.
2ª. Ante la ausencia de reconocimiento oficial de parte de la Iglesia, cada cual tiene libertad para juzgar el Gran Secreto de La Salette de la manera como lo entienda, siempre y cuando sea de conformidad con las reglas de la prudencia sobrenatural. De hecho, teólogos respetables han manifestado reservas fundadas.
Para mayor claridad, recordemos que la Iglesia puede dar tres clases de aprobación a una revelación privada: 1) negativa: nada hay contra la fe y las costumbres; 2) permisiva: permite la lectura de las cosas reveladas; y 3) positiva: la Iglesia afirma que dicha revelación privada es histórica (en encíclica Miserentissimus Deus, el Papa aprobó la revelación hecha a Sta. Margarita María de Alacoque).
El Gran Secreto de la La Salette no tiene aprobación alguna, ni siquiera aprobación negativa. Podría uno rehusarse a prestarle fe humana porque no tiene aprobación. O podría darle alguna credibilidad. Son palabras que, cualquiera sea su origen y veracidad, siempre habrán de valorarse a la luz de la Revelación pública y la prudencia cristiana. Nadie debería hacer de esta supuesta profecía mariana una suerte de segunda revelación o lugar teológico. Hay que rechazar de plano la frecuente manipulación y abuso de estas palabras. 


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nos mudamos


Siguiendo los consejos de quienes nos decían que debíamos mudarnos a un portal de mayor peso, finalmente aceptamos la invitación del responsable y el asesor espiritual de InfoCatòlica y nos mudamos allí.

Abajo podéis ver el nuevo look de nuestra humilde página. Pinchando encima de la imagen, podréis ir a nuestra nueva ubicación en la web.


Agendad nuestra nueva dirección:




Spasiba


Ayer revisamos las estadísticas del blog y descubrimos que, en la última semana, se incrementaron las visitas desde Rusia. 

Nunca se nos ocurrió que tendríamos lectores desde esa nación.  Gracias por visitar nuestra bitácora.

martes, 27 de diciembre de 2011

Texto clásico: "Los dos poderes" (Jean Ousset) VIII

CLERICALISMO

J. Boulier lo ha dicho muy bien:

“La acción de los laicos con mandato resulta tímida porque no puede ir demasiado lejos sin comprometer, por razón del mismo mandato, la responsabilidad del mandatario, el obispo. ¿Cómo seglar de Monseñor osaría llegar más allá de lo que Monseñor cree poder permitirse? Ninguno de los grandes seglares que han destacado en la historia de la Iglesia en Francia durante el siglo XIX ha sido el seglar de ningún Monseñor. Sino que eran testigos de su fe ante el mundo volteriano. No tenían nada clerical, pero su vida, a veces heroica, daba autenticidad a su testimonio y le confería pleno valor de apostolado. En nuestros días se quiere organizar al laicado de tal modo que es de temer que los seglares más dinámicos queden fuera, no aceptando, con razón, ser confundidos como clericales con mandato para participar en una acción clerical.

“…En fin, no existe acción alguna de los seglares que más pronto o más tarde no tenga algún alcance político. Los seglares no tienen que comprometerse en la acción política porque ya están comprometidos, ligados desde su nacimiento, incluso antes de su bautismo. Todos hacemos política, decía recientemente el Rector de la Universidad de La Habana, ciudadanos del Cielo nacemos ciudadanos de la ciudad carnal; somos responsables de cuanto de ella tenemos. Aunque los clérigos, por razones particulares, a veces deben desligarse, y así la acción política queda de la propia responsabilidad de los seglares, de los ciudadanos.”

Conviene, por consiguiente, no colocar ningún sacerdote delante para poder tratar de actuar seriamente en lo social y en lo político. ¡Esta acción será la más conforme a las enseñanzas de la Iglesia!

Pues…

…o esta acción será eficaz frente a los progresos del totalitarismo estatal, socializante;

…o no lo será.

Si no lo es… es casi seguro que la Revolución, sin dificultades, no encontrará inconveniente alguno en que clérigos, incluso muchos, aparezcan en el dispositivo y se comprometan a sus ojos.

Si, por el contrario, esta acción es eficaz… las reacciones, las campañas de prensa que la subversión desencadenará serán tan fuertes que los sacerdotes seculares o religiosos recibirán de su obispo o de su superior la orden de apartarse de una empresa tan comprometedora. Abandonando así a los laicos en lo más álgido del combate. Lo cual, lejos de escandalizarnos, no es sino una vuelta al orden mismo. Con esta reserva únicamente…: realizar en semejante momento un repliegue tal, semeja una desbandada cuyo efecto es siempre desastrosos para la moral de los combatientes.

Que se les pida consejo, pues, tanto como sea preciso; que se busque su apoyo, para que nos reconforten espiritualmente, de clérigos doctos, prudentes y santos. Pero guardémonos de alistarlos, abiertamente, en el combate “temporal”.

El personaje de "Don Camilo" de Guareschi y Camilo Torres Restrepo
dos curas metidos a la política

lunes, 26 de diciembre de 2011

Cuando el IVE cargó contra la FSSPX (2)


Segunda parte de nuestra pequeña entrevista a Psique y Eros. 


— Redacción: Es interesante lo de la norma próxima. Desde el “gherardinismo” podría decirse que el Magisterio es norma próxima pero "normada" por la Tradición; y si es Magisterio meramente auténtico, es “norma próxima falible”. Por tanto, plantear la posibilidad de un error magisterial en este caso no es un imposible teológico (como sería, por ejemplo, una cuarta persona en la Trinidad). No obstante, me parece evidente que de la posibilidad no se sigue el hecho; que se trata de algo serio, por lo que hay que ser riguroso en probar lo que se afirma. Rechazo el tanto el “rompe porque rompe” como el “continúa porque continúa”, entendidos no como meras afirmaciones gratuitas, sino como aserciones débilmente probadas. Espero que quienes afirman la ruptura sean capaces no sólo de argumentar sino que además estén abiertos a conocer los contra-argumentos de la otra parte.

El problema de los que afirman la ruptura es el orden de fundación de los pilares de la fe. Todo católico en general se encuentra urgido hoy por el Vaticano II del mismo modo que los oyentes del discurso del Pan de Vida.
En el discurso del Pan de Vida hay algo de una incoherencia patente desde un punto de vista racional y supuestos todos los condicionamientos culturales de un judío del año 30. Desde ese punto de vista es absolutamente intragable la afirmación: ‘comer de mi carne, beber de mi sangre’. Entonces el judío histórico y concreto, a quien van dirigidas esas palabras, tiene solo dos opciones: o confía en éste que le ha dado garantías de su divinidad y de su bondad o confía en su propia hermenéutica atendiendo a la evidente incoherencia histórico-cultural con su tradición.
Lo mismo nos sucede hoy, ya no está Cristo, pero está la Iglesia como su legado vivo en el tiempo.
Cuando escribí mi primer artículo sobre el lefebvrismo estaba convencido de que en el Vaticano II se cumplían todas las condiciones histórico, espacio, temporales para poder hablar de ‘Magisterio Ordinario Universal’, por tanto infalibilidad, o al menos imposibilidad de error… infalibilidad es una palabra demasiado grande.
Hoy por hoy me he corrido de ese lugar, por un lado parece bastante claro que no se cumplen las exigencias ‘formales’ respecto del Magisterio Ordinario Universal en el Vaticano II, sobre todo lo que dice la Lumen Gentium 25: ‘exponen como definitiva una doctrina en las cosas de fe y de costumbres’, hay varios teólogos serios que tomándose de esta condición también afirman la no existencia de MOU en el Vaticano II  (Barber Pont, Villar, Gherardini, Calderón). Pero el salto de la no existencia formal de MOU en el Vaticano II a la posibilidad de la falibilidad histórico real del Vaticano II, supuestas todas las condiciones dadas, y después de más de ya casi 50 años de confirmación del magisterio posterior al mismo, no me convence, sería una incoherencia tan grande y catastrófica en la historia de la Iglesia que la tesis de la indefectibilidad de la Iglesia se convertiría en mampostería, un mero malabarismo de teología fundamental.
Por otro lado me crea una innumerable cantidad de paradojas el punto de vista antropológico de la necesidad de una ‘intención de proclamar algo definitivo y vinculante’ como algo distinto de la ‘mera pretensión de verdad universal y a-histórica de una aserción de carácter doctrinal’  y su compatibilización con lo que parece ser el darse ‘connatural’ e ‘inexplícito’ (en cuanto a tal intención) de lo que podría ser Magisterio Ordinario y Universal.
Pero más allá de eso, insisto en que el problema está en donde ponemos nuestras urgencias fundantes. ¿Qué es lo más urgente para mí en relación al Vaticano II? ¿La autoevidencia de su incoherencia con la tradición?¿O fundar teoréticamente la posibilidad de hablar de ‘error’, antes de enunciar asertivamente tal posibilidad?
Si respondo cuál es mi primer urgencia, entonces ya respondo de qué lado estoy…
Y cuidado… la palabra ‘infalibilidad’ está sumamente cargada de una mitificación que le hace decir cosas que no pretende.
Infalibilidad no quiere decir propiedad ni adecuación de las fórmulas usadas. Las fórmulas  pueden ser mejores o peores, más ambiguas o más precisas, eso depende de los hombres.
Infalibilidad no quiere decir que un concilio no se pueda manipular en una dirección y que contenga implícitamente tensiones en direcciones que no compromenten esa infalibilidad, sino que son explicitadas en virtud de un supuesto ‘espíritu’ del concilio, que hasta puede haber existido en el ánimo de sus participantes y puede ser causa de grandes males.
Infalibilidad es la pura y seca ‘no falibilidad’, nada más, habría mucho más para decir pero es demasiado técnico y sale del contexto de tu pregunta.

— Redacción: Me llama la atención la insistencia en recurrir a Meinvielle como autoridad de peso. En general, he notado en Buela, y en el resto del IVE, una tendencia a monopolizar la herencia intelectual del cura y a defenderlo a todo trance. Un ejemplo está en el intento de compatibilizar El judío en el misterio de la historia con la Nostra aetate del Vaticano II. ¡Sólo violentando los textos es posible hacer eso! Además, los que trataron en vida a Meinvielle recuerdan que en privado no ahorraba críticas al concilio...

Sí, puede ser que exista una actitud acrítica respecto de Meinvielle en el IVE, pero es normal dentro de la lógica del IVE, él fue el Maestro de Buela, entonces por carácter transitivo, todo lo que dice Meinvielle debe ser salvado a toda costa, porque todo lo que dice Buela debe ser salvado a toda costa. Las características sectarias de estos institutos neoconservadores hacen que tiendan a transponer la ‘norma próxima de fe’ de la Iglesia al fundador como si éste debiera ser alguien absolutamente inmaculado en todos los órdenes… a priori. Bastaría que fuesen buenos cristianos en materias de fe y costumbres, o al menos simplemente que fuesen ‘normales’, sanos, que no subvirtiesen el orden natural, que no fuesen sociópatas que ordenan todo el mundo alrededor de sí mismos o que apenas amaran al otro como a sí mismos. La transposición de la que hablo más arriba no se da de un modo explícito, sino muy sutilmente de modo implícito por medio de manipulaciones institucionales. Como me dijo un obispo, el seminario, o en este caso un instituto religioso, se convierte en una máquina de moler carne, de moler identidades… diría yo. La institucionalización del consagrado es un riesgo enorme y permanente dado que siente la acuciante necesidad de defender su vocación de la enorme cosmovisión de los hombres que el evangelio llama ‘mundo’, y en este sentido su vocación es contra natura, es decir contra el modo natural en que los hombres organizan su ‘weltanschauung’, por tanto no tiene nada en qué apoyarse que no sean aquellos que ‘entienden’ su vocación, y los que más ‘entienden’ son los más próximos, su propia congregación, por ende su mayor riesgo de institucionalizarse a costa de encontrar ‘un lugar’ en el mundo, en ese ‘mundo’ propio de la institución que puede ser tan o más mundano y dañino que el mundo real.
Volviendo a tu pregunta original he leído muchos de los libros de Meinvielle, no todos, es un gran teólogo, con una enorme intuición teológica sobre las prioridades de la fe, pero con una metafísica, a mi modo de ver y para mi gusto un tanto esencialista.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Puer natus est nobis




Puer natus est nobis, et filius datus est nobis, cujus imperium super humerum ejus et vocabitur nomen ejus, magni consilii Angelus.
Cantate Domino  canticum novum quia mirabilia fecit. Gloria.

Un niño nos ha nacido y un Hijo nos ha sido dado, el cual lleva  sobre sus hombros el principado; y su nombre será Ángel del gran consejo.
- Cantad al Señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas. Gloria..
* Por el Ensemble Organum a cargo de Marcel Pérès. 

viernes, 23 de diciembre de 2011

Vino a los suyos y los suyos no la recibieron...



Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro arbitrio ni según nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en las santas Escrituras.



Cuando sólo existía Dios y nada había aún que coexistiera con él, el Señor quiso crear el mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada coexistía con Dios, nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo predeterminado, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.

Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la creatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.

El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como Hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es engendrado únicamente por el Padre.

Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar bajo la moción del Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.

La Palabra, pues, se hizo visible, como dice san Juan. Y repitió en síntesis todo lo que dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Y más adelante: El mundo empezó por ella a existir, pero el mundo no la reconoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron.



Del Tratado de san Hipólito, presbítero, Contra la herejía de Noeto (Cap. 9-12: PG 10, 815-819).




Desde la Redacción de Info-Caótica os deseamos una santa y feliz Navidad.

Novedad editorial: Esto vir


Un lector de nuestra bitácora nos ha hecho llegar la noticia de la nueva edición del libro:

Gil de la Pisa, Antolín. Esto Vir (Se Hombre). Ante la Crisis de Valores de Occidente. Prólogo de Blas Piñar. Ediciones Ojeda,  Barcelona 2006 – 244 págs. ISBN 84-86041-40-6

Los interesados en conocer la obra puede leer una reseña y descargar el epílogo aquí.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Los errores y el descubrimiento de la verdad


“En la postura epistemológica de Santo Tomás se destaca esta norma elemental de objetividad, que él enuncia siguiendo a Aristóteles: en la aceptación o el rechazo de opiniones el hombre no debe dejarse guiar por el amor o el odio que pueda experimentar por el que opina, sino más bien por la certeza de la verdad. En realidad, corresponde amar tanto a aquellos cuya opinión seguimos como a aquellos cuya opinión repudiamos; unos y otros se empeñaron en la búsqueda de la verdad y en eso unos y otros nos ayudaron. Pero corresponde seguir la opinión de aquellos que con mayor certeza llegaron a la verdad. Observa también el Doctor Angélico que la historia del pensamiento muestra que la conquista de la verdad se logra paso a paso, y que hace falta la contribución de muchos; incluso los que se equivocan ayudan a su manera, indirectamente, ya que su experiencia fallida invita a que los demás procedan con mayor atención y diligencia en la investigación. Y remata el argumento con esta recomendación bien ponderada: Es justo que demos gracias a quienes nos han ayudado en algo tan bueno como es el conocimiento de la verdad; no sólo a aquellos que según estimamos la han alcanzado y con cuyas opiniones coincidimos al seguirlas, sino también a quienes han procedido superficialmente en la indagación y cuyas opiniones no podemos seguir. Porque también éstos nos han dejado algo: un cierto ejercicio en la búsqueda de la verdad (In II Metaph., lect. 1, 287s. cf. In XII Metaph, lect. 9, 2566).
Tomás ha aplicado este criterio en su estudio de los autores que lo precedieron y en el diálogo con los pensadores contemporáneos suyos. Buscaba información, registraba todas las opiniones y las juzgaba por su valor intelectual, por su valor de verdad, sin tener en cuenta su origen. Procedía así no sólo dentro de su propia tradición de pensamiento, sino más allá de su cercano horizonte cultural. Fue ejemplar su revisión de Aristóteles, para lo cual solicitó nuevas traducciones y entabló una discusión memorable con Averroes. Estudió cuidadosamente a los autores árabes y judíos. Avicena influyó mucho en sus primeras posturas metafísicas y Maimónides le ofreció un ejemplo de posible síntesis entre la filosofía aristotélica y la fe bíblica. En aquel encuentro intercultural Tomás dispensó una atención benévola a la intuición que inspiraba las posiciones de sus interlocutores y cuando confrontaba con ellos lo hacía con el ánimo de progresar en el descubrimiento y la expresión de la verdad. Participó con dedicación protagónica y con gran humildad de la efervescencia intelectual que caracterizó a su siglo.” (Héctor Aguer)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cuando el IVE cargó contra la FSSPX (1)


En 1993, el p. Carlos Miguel Buela, fundador del IVE, publicó dos artículos en abierta polémica contra la FSSPX. Ésta respondió en un escrito firmado por los pp. Beauvais y Lagneau. Artículo y réplica pueden encontrarse en internet.
Lo que no es tan conocido, en cambio, es la serie de seis artículos (además de los del p. Buela) publicada en la revista Diálogo, en la que seminaristas y sacerdotes del IVE, intentaron exponer de manera razonada una crítica teológica a la posición de la FSSPX. Se puede no compartir el contenido de los artículos pero, a juicio de quien esto escribe, los discípulos de Buela estuvieron muy por encima del maestro...
Publicamos hoy una pequeña entrevista a Psique y Eros autor de dos artículos críticos de aquella serie (uno de 90, y otro de 120 páginas). Nos interesa conocer su visión actual acerca del mismo tema.

— Redacción: ¿Qué motivó el primer artículo de Buela? ¿Interés por la verdad, amor a la Iglesia, motivos de conveniencia, política eclesiástica, lavar la imagen del IVE…?

Tratando de ser lo más fiel posible a mis recuerdos, intentando no juzgar desde mi actual opinión respecto del IVE, y, hasta donde se puede hipotizar sobre la subjetividad ajena desde afuera, creo que la respuesta sería ‘de todo un poco’. Hubo una clara necesidad de despegarse del lefebvrismo, en aquél tiempo el mote ‘son lefebvristas’ era permanente y era inadecuado, había grandes diferencias doctrinales que tenían que ser puestas de manifiesto de un modo u otro, sin juzgar cual de los dos lados estaba en lo cierto. Interés por la verdad y amor a la Iglesia, es algo que tenemos que presuponerlo, salvar la proposición del prójimo no es solo cosa de buen cristiano, sino de buena gente. Motivos de conveniencia… obvios… había que despegarse de un mote que era inconveniente y que era injusto, recordemos que ‘neocon’ es algo de factura muy reciente, hasta no hace mucho todo estaba en la misma bolsa. Política eclesiástica… obvio… también, posicionaba y daba puntos separarse de los lefes, aunque hubiera que hacer leña del árbol caído para poder conseguirlo. La verdad es que hubo ‘de todo un poco’. ¿Cuál es el emergente en todas esas razones? Para ser justo no creo que el motivante principal estuviera ni del lado de las santas inspiraciones ni del lado de las perversas, sino más bien de la necesidad (real) de despegarse del lefebvrismo… Por supuesto, podría haber sido de otro modo, atendiendo más a la caridad necesaria en la corrección al prójimo, siendo menos dicotómico, menos maniqueo, menos blanco y negro, menos estridente y por tanto menos ideológico y más interesado en la verdad que en la apología, en el contenido que en el efecto, pero bueno, eso es justamente lo contrario al estilo de Buela, y el estilo es el hombre…

— Redacción: Con el diario del lunes cualquiera sabe el ganador del Derby... Vista desde el presente, la serie de artículos parece criticable en varios aspectos, sin desconocer los méritos de algunos (no precisamente los de Buela, sino los de sus discípulos). Recuerdo en este momento —por poner un ejemplo— uno que defendió a capa y espada la traducción de pro multis como “por todos”; cosa que hoy difícilmente encontraría defensores tan enérgicos... La impresión general del conjunto de los artículos es que fue un intento —tal vez apresurado y un tanto voluntarista— de hallar premisas para justificar conclusiones preestablecidas. Dicho de otro modo: había salir a ponerle el hombro a Buela, aunque los argumentos fueran falsos, dudosos, débiles… ¿Compartís mi impresión general?

A ver, tengo que dar una opinión sobre el debate hoy en día y yo soy una persona, hoy en día, que ha cambiado el lugar desde donde mira ese mismo debate. La verdad es que hoy por hoy es un debate que no me interesa, y lo único que puedo decir lo digo en tercera persona (o en una observación de segundo orden diría Luhmann), pero no es el lugar apropiado para hablar sobre cosas de la fe. A un gran profesor del Biblicum, James Swetnam, le escuché decir que una procesión se puede relatar de dos maneras, desde el lugar de observador que mira desde afuera y desde el lugar de quien camina en medio de la procesión. Él se inclinaba por el segundo lugar como el más legítimo para dar una opinión, en su última instancia, plenamente fundada. Coincido con él, es más todo el Método Histórico Crítico de Bultmann y compañía reposa sobre el presupuesto que el lugar más legítimo es el de observador no participante, del que mira desde afuera.
Dicho lo cual entro en otro presupuesto antes de darte mi opinión al respecto. También en aquella época el sector que hoy daríamos en llamar ‘filolefebvristas’, según la nueva nomenclatura infocatólica (no suscribo las nomenclaturas usadas, las uso porque son muy útiles para dar coordenadas claras y significativas), decía exactamente lo mismo que vos, que eran artículos ‘sin nivel’ o algo por el estilo. Y a mí me sucedió algo muy ilustrativo, tuve un debate al respecto del ‘nivel’ de los artículos con una gran amiga, posteriormente monja del IVE y en su momento hija espiritual del ambiente ‘filolefebvrista’. Esta muchacha, en aquél momento, era totalmente incapaz de justificar su opinión, porque era una opinión ‘heredada’ de una paternidad opiniológica. Es así como se forman las opiniones en la mayoría de los círculos con cierta coincidencia ideológica. Un capitoste da una opinión, por ejemplo: ‘Fabro es voluntarista’, y todo el ambiente la asume acríticamente y de modo hereditario. Entre tanto ese capitoste probablemente leyó muy poco del autor mencionado y escribió mucho menos justificando su opinión. Creo que algo así sucedió con esos artículos. Ciertamente que muchos de ellos carecían de la aparatología científica y sobre todo, de la falta de equilibrio integrador y holístico propio de una investigación seria, sin embargo, en lo que a mí me toca, creo que se tocaron nervios centrales del problema, y esos nervios centrales fueron vistos y palpados con profundidad aunque las formas pudieran no haber sido las más adecuadas. De hecho releí, a instancia de tus preguntas, un artículo mío sobre el lefebvrismo y su problema central, me causó mucha gracia mi modo apologético e impetuoso de aquel momento, y toda la ‘sensus-ecclesiae-latria’ que transmiten o mejor dicho transpiran… por supuesto de un modo inconsciente y no formulado. Sin embargo, en cuanto a lo formulado, no creo haber cambiado mucho de opinión, creo que el gran debate sigue estando en qué es lo que se considera la ‘norma próxima de fe’ y si se puede calificar de ‘errores’ formales a algunas formulaciones del Vaticano II supuestas todas las condiciones históricas que se dieron, más allá de que fuese un concilio pastoral, sin declaraciones dogmáticas formales. Hasta ahora no leí nada mínimamente satisfactorio que dé respuesta a ese tema. Y sigo creyendo que antes de poder enunciar la frase ‘hay un error’ se tendría que poder demostrar ‘cómo es posible que haya un error’. Creo que el lefebvrismo puso siempre en primer lugar la autoevidencia de la incoherencia con la tradición y no se preocupó por lo segundo. Para mí lo segundo es lo más importante, porque la fe es más confianza que coherencia interna. En el discurso del Pan de Vida los confiantes se quedaron a pesar de tener que sostener una evidente incoherencia…

martes, 20 de diciembre de 2011

Texto clásico: "Los dos poderes" (Jean Ousset) VII

EN INTERÉS DEL SANTUARIO Y DE LA CIUDAD

Se adivina, a través de estas evocaciones, cómo una justa, una inteligente distinción del poder espiritual y del poder temporal es indispensable y quizá decisiva.

En interés del santuario.

En interés del orden cristiano que debe unirlos en un TODO no totalitario.

Sólo esta distinción práctica, efectiva, puede ofrecer al apostolado por un lado, a la acción cívica, social, política, por otro, la libertad indispensable para sus misiones respectivas y complementarias.

Sólo ella puede permitirlo todo armoniosamente. Sin excesos o abandonos culpables en lo temporal. Sin pusilanimidad apostólica en lo espiritual.

Valga el ejemplo de San Francisco de Asís soñando con ganar para Cristo el “Miramamolín” o gran sultán de entonces y embarcarse en Ancona para Tierra Santa. ¿Cabe pensar que, para facilitar el éxito psicológico de su misión totalmente espiritual, hubiera pedido la retirada previa de aquellos que en Oriente o el Mediterráneo montaban la guardia para impedir a los berberiscos devastar las costas cristianas y ejercer la piratería?

Tal locura no pasó, sin duda alguna, por la imaginación de nadie, tal era el sentido que tenían en aquella época de los dos poderes independientes, complementarios en la unidad de un mismo espíritu. Y de los primeros franciscanos que partieron para África del Norte, varios fueron martirizados, sin que sus destinos heroicos sirvieran de argumento para minorar la vigilancia reclamada a los poderes políticos encargados de defender al conjunto de personas y de bienes que constituían la “ciudad terrena”.

¡Señal y beneficio de sabiduría divina!

Pues el orden establecido por la Providencia es demasiado sabio, suficientemente armonioso, para que hallemos aquí materia para una gran lección.

Desde hace mucho tiempo se ha observado que Dios une a todo noble deber un interés o un placer. Hasta el punto de que sería contrario a la sabiduría divina un orden donde quien estuviera sujeto a una obligación tuviera menos interés (o placer) que otro en cumplirla bien.

Pero es un hecho que el deber de defensa temporal, de defensa cívica no se presenta normalmente al clérigo con el carácter de un interés inmediato, directo, evidente, que ofrece al seglar como tal. El clérigo (y tanto más cuanto más virtuoso es), está y debe estar muy apartado personalmente de estas “contingencias” para ser el buen, el verdadero defensor… según Dios.

Cuanto un padre de familia tiene el deber y el interés de conservar y defender hasta su último suspiro, puede no ser para el clérigo sino ocasión de piadoso desasimiento.

Pero ese desasimiento de los bienes temporales, ese gusto exclusivo –suponemos—de las cosas espirituales, pueden incitar al clérigo a desconocer la importancia de los valores que un padre de familia apreciará inmediatamente. Mucho mejor que un excelente razonamiento, la experiencia cotidiana permite aprender al seglar cuánto representan esos valores para la paz, la duración, la armonía material y moral de su hogar.

Universo concreto que puede y debe ser regido, sin duda alguna, desde lo alto por la doctrina de que es guardián el sacerdote; pero la gestión en la defensa práctica de ese hogar no es ni puede serlo de competencia ordinaria el clero.

Pues… el sacerdote ignora cuanto concierne a la defensa práctica a que aludíamos, y esta ignorancia puede ser desastrosa cuando rebasa su propia competencia: médico de las almas, testigo del espíritu, ¡hombre de doctrina! No de programas. Sólo algunos, muy pocos y muy grandes, fueron los santos que sin inconvenientes pudieron entregarse al trabajo de ambos órdenes sin que su función política dañase su perfeccionamiento espiritual. Sin que su desprendimiento impidiese la defensa temporal que como políticos creyeron deber realizar.

Pero, aun sin olvidar esos casos magníficos, la Historia muestra a menudo a clérigos devorados por la ambición del siglo, presuntuosos, estériles o devastadores. ¡Por un San Bernardo de Clairvaux, cuántos abates Grégoire, cuántos Cauchon, cuántos Jacobin, cuántos Daveziers! Por un San Ambrosio, impidiendo a Teodosio la entrada a la Iglesia de Milán, cuántos prelados temerosos de ser denunciados como “integristas” en “Le Monde”.

Dos clases de peligros amenazan de ordinario la acción del clero cuando éste pretende gobernar directamente lo temporal.

Una primera tendencia desprecia muchos bienes muy respetables y defendibles. Sea por generosidad, sea por una especia de pía demagogia y deseo de mostrar hasta qué extremo la Iglesia no teme ninguna novedad y procura hallarse en la vanguardia del “sentido de la Historia”.

La otra forma del peligro clerical estriba en un rigorismo de principios, en una concepción idealista de las cosas y en la aplicación brutal, inmediata, sin matices de nociones doctrinales, tal vez justas, pero demasiado abstractamente concebidas e impuestas. Sin atender a las innumerables circunstancias de tiempo y de lugar.

Esto demuestra el sinnúmero de inconvenientes de que adolecen las dos fórmulas extremas: la que se podría llamar de Savonarola y la de los sacerdotes obreros pasados a la Revolución.


Je sens en mon âme le courage d’un Croisé,
d’un Zouave Pontifical,
 je voudrais mourir sur un champ de bataille
pour la défense de l’Eglise…