viernes, 30 de septiembre de 2016

Encuentros de Asís



Sobre el encuentro juanpablista de Asís y los posteriores se ha discutido muchísimo. Conociendo las críticas al acto inter-religioso, el jesuita Michel Fédou intenta dar una justificación que parece interesante reproducir para luego apuntar algunas críticas:
“El segundo ejemplo tiene que ver con un acontecimiento de extraordinaria importancia: el encuentro que tuvo lugar en Asís el 27 de octubre de 1986.
Hay que recordar que el papa Juan Pablo II había invitado a los responsables de diversas religiones a encontrarse ese día para rezar por la paz: gesto sin precedentes en la historia de la Iglesia (5). Pero las dificultades no tardaron en surgir: ¿no se corría el riesgo de hacer creer que el cristianismo, no contento con repudiar las formas extremas
de intolerancia, relativizaba ahora su pretensión de ser la "religión verdadera"?
Sin duda, se trataba ante todo de una jornada de oración por la paz, lo que, de suyo, no hacía que apareciera la cuestión de las divergencias propiamente religiosas. Sin embargo, el solo hecho de ver en la televisión una reunión de cristianos, judíos, musulmanes, hindúes o budistas ¿no sugeriría que la religión cristiana hacía en aquel momento una concesión a otras creencias o que autorizaba una especie de fusión -de "sincretismo"- entre las diferentes tradiciones de la humanidad?
También Juan Pablo II quiso prevenir contra una interpretación semejante. El 22 de octubre de 1986, durante una audiencia general, explicó que no se trataría de "orar juntos", sino de "estar juntos para orar":
"Lo que sucederá en Asís no será cierto sincretismo religioso, sino sincera actitud de oración a Dios dentro del mutuo respeto. Y ésta es la causa por la que se ha elegido para
el encuentro de Asís la fórmula: 'estar juntos para orar'. No se puede, ciertamente, 'orar juntos', es decir, hacer una oración común.
Pero se puede estar presente cuando los otros oran. De esta forma manifestamos nuestro respeto por la oración ajena y por la actitud de los demás ante la divinidad. Mientras tanto, les ofrecemos el testimonio humilde y sincero de nuestra fe en Cristo, Señor del universo"(6).
De hecho, el 27 de octubre, los representantes de las religiones rezaron en primer lugar separadamente en los diversos lugares que les fueron asignados; e incluso después, cuando se encontraron en la parte inferior de la basílica, no pronunciaron juntos las mismas fórmulas, sino que escucharon sucesivamente la oración de cada grupo.
Bien entendido que esto no significaba que los creyentes de diferentes tradiciones nunca pudieran comulgar en profundidad en el mismo misterio del Absoluto. Pero la distinción de Juan Pablo II, situada en su contexto, tenía la ventaja de indicar a los cristianos una necesaria línea divisoria entre intolerancia y relativismo: "estar juntos para orar" significaba rechazar la intolerancia frente a otros creyentes; sin embargo, precisar que no se trataba de "orar juntos" suponía recordar las divergencias entre las religiones y poner en guardia contra el riesgo de relativismo.” (Cfr. Fédou, M. Las religiones según la fe cristiana, Ed. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2000, pp. 17-18)
______________
(5) Era la primera vez que un papa tomaba una iniciativa semejante; en 1893 se reunió en Chicago el "Parlamento de las religiones", pero este encuentro fue organizado por la Iglesia presbiteriana y la Iglesia católica de los Estados Unidos (con la aprobación del papa León XIII).
(6) Texto en Ecclesia, n. 2.291 (I noviembre 1986) p. 1.505.A pesar de la precisión de Juan Pablo II, desgraciadamente algunos han continuado viendo en el encuentro de Asís una puerta abierta al relativismo o al sincretismo, ya sea porque ellos mismos admiten que "todas las religiones valen lo mismo'', ya sea, al contrario, por acusar a la Iglesia de haber roto aquí con la Tradición (a este último grupo pertenece especialmente la corriente integrista de Mons. Lefebvre).

El autor aplica una distinción que tiene fundamento real: hay una oración interreligiosa ("orar juntos") por la cual católicos y acatólicos rezan conjuntamente, empleando una fórmula común. Por ejemplo: católicos y luteranos rezan un padrenuestro. Estas oraciones inter-cristianas estaban autorizadas por Ottaviani antes del Vaticano II, aunque bajo condiciones estrictas. Y existe la oración multireligiosa (que es la oración no común, el "orar por separado") en virtud de la cual unos están presentes físicamente mientras otros rezan. Vale decir que cada uno utiliza su propia oración y no se reza en simultáneo una misma fórmula común a católicos y no católicos. Este sería el caso de los encuentros de Asís.
Los defensores de estos encuentros suelen limitar su defensa del acontecimiento a esta distinción. Pero a nosotros no nos parece una respuesta suficiente. De hecho, quisiéramos preguntarles: ¿el uso de la basílica de Asís para que representantes de religiones falsas expresen públicamente sus plegarias no constituye abuso de un lugar sagrado para fines contrarios a la santidad del lugar? ¿No es posible utilizar otros sitios para estos actos? ¿Acaso una oración multireligiosa no podría interpretarse como una especie de comunicación espiritual prohibida por ley divina? ¿No es una conducta pública que ofende la unidad de la Iglesia, lleva al error o al peligro de errar en la fe, es ocasión de escándalo y de indiferentismo, como dice el mismísimo Vaticano II (cfr. Orientalium Ecclesiarum, n. 26)?
En todo caso nos parece que los efectos de esta clase de encuentros son muy negativos. Porque se los ha tomado como ejemplares para la imitación. Y los símiles episcopales suelen ser mucho peores que el original. Lo habitual es que se los interprete como un gesto sincrético en un mundo sometido a la “dictadura del relativismo” y una Iglesia enferma de “ecumanía”.



sábado, 24 de septiembre de 2016

El trabajo en Santo Tomás (y2)


Una reflexión teológica sobre el trabajo.
El análisis filosófico propone los elementos principales de una reflexión sobre el trabajo. Sin embargo, para comprender el trabajo en el contexto de la vida humana histórica hace falta además una consideración teológica [...] la teología católica ha dedicado poca atención a la consideración del trabajo como una operación que se inhiere en la marcha del hombre hacia su fin celestial. En nuestro siglo la revolución de las estructuras del trabajo por un lado, la ideología marxista del homo oeconomicus por otro, han provocado una reflexión más intensa. Para Santo Tomás la Sagrada Biblia es la fuente principal de su teología del trabajo. Ciertos textos bíblicos proponen los principios que sostienen e iluminan el análisis. He aquí los principales: Génesis 3,17: «Con trabajo comerás de ella (la tierra) todo el tiempo de tu vida»; Ecclesiàstico 7,16: «No aborrezcas la labor por trabajos ni la agricultura que es cosa del Altísimo»; 31,3-4: «Fatígase el pobre por sus necesidades, y si descansa, es para verse en la indigencia»; 1 Cor 10,31: «Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios»; 1 Tes 4,11: «Os esforzéis para llevar una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios y trabajando con vuestras manos como os hemos recomendado»; 2 Tes 3,10: «El que no quiere trabajar, no coma». Hay que añadir la doctrina del pecado original, el ejemplo de Cristo y de los apóstoles que trabajaban con sus propias manos.
Mientras que el economista considera el rendimiento inmediato del trabajo, el teólogo estudia su relación con la vida sobrenatural. Como un acto humano el trabajo debe inherirse en el orden de las virtudes: es obvio que la prudencia debe regir el tipo y el modo del trabajo que uno está por ejecutar. Cuando se trabaja al servicio de otros y se exige una remuneración es la justicia la que regula las modalidades.
En vista de las dificultades que provienen del cansancio y de las distracciones de atención deben intervenir también la fortaleza y la temperancia. En la vida espiritual el trabajo libera del ocio que según Santo Tomás es el origen de muchos males.
Pero el trabajo está también relacionado con las virtudes teológicas: por la fe el cristiano sabe que trabajando bien él colabora con Dios en su administración del mundo y prepara la Parusía del Señor. Es consciente que la providencia divina le ayuda y le dará lo que él y los suyos necesitan. En su esperanza cristiana aguarda el obrero «la recompensa conforme a su trabajo» (1 Cor. 3,8). Más importante todavía es la perspectiva del amor sobrenatural: si el trabajo del cristiano es animado por el amor posee un valor particular de mérito en vista de la visión de Dios. Nota Santo Tomás que el que trabaja con más caridad, recibirá un premio más grande, aunque su trabajo sea menos importante.
Con relación al amor con el cual el cristiano ejecuta su trabajo, hay que añadir que el trabajo tiene una función social: a través de su trabajo para los otros él rinde servicio, subviene a las necesidades de sus prójimos y tiene la posibilidad de dar limosnas. Así sigue el ejemplo y la doctrina de Jesús mismo que ha puesto su vida al servicio de todos y dijo que no había venido para dominar sino para servir.
El animal no trabaja porque no piensa, el ángel no trabaja porque no tiene cuerpo, pero para el hombre el trabajo es la expresión de su naturaleza. Lejos de ser una pena, el trabajo en todas sus formas es de por sí el acto más natural del hombre; es necesario para el género humano, la construcción de la sociedad y la promoción del bienestar y de la cultura. El trabajo es nuestro modo de trato con el mundo y la naturaleza. Pero, contrariamente a lo que afirma el marxismo, el hombre no está sometido a la materia y no se universaliza trabajando para el bien común. Al contrario, por el trabajo alcanza su propio perfeccionamiento. En vista de la urgente necesidad, en la que tantos hombres se encuentran, de trabajar mucho y casi sin parar, es preciso insistir sobre la finalidad del trabajo y el primado de la vida contemplativa.
Por otro lado, a medida que la tecnología y la economía contemporáneas permiten reducir la duración del trabajo conviene recordar las leyes de la vida moral y los peligros del ocio. La doctrina profunda y equilibrada de Santo Tomás nos procura los principios siempre válidos para semejante reflexión.
Tomado de:

jueves, 22 de septiembre de 2016

El trabajo en Santo Tomás (1)

Tomamos esta entrada y la siguiente de un artículo de L. Elders sobre el trabajo en Santo Tomás. En la primera entrada, el análisis es filosófico; en la segunda, teológico. 

El análisis filosófico del trabajo según Santo Tomás.
Algunos de los textos más importantes del Angélico sobre el trabajo manual son obras de circunstancia, escritas para defender a los frailes de las ordenes mendigantes contra ciertas críticas: sus adversarios les echaban en cara la pereza y la explotación del pueblo cristiano; en vez de ganarse la vida trabajando, los frailes preferían pedir limosna, para dedicarse completamente al estudio y quitar a los seglares los puestos en la enseñanza universitaria. Uno de estos textos es la Quaestio quodlibetalis VII, q.7, a.1.
En su respuesta a aquellas críticas Santo Tomás procede metodológicamente. En el primer artículo se estudia el problema sobre si es precepto divino que todos los hombres trabajen de sus manos, —lo que san Pablo parece decir en 2 Tesal. 3, 10 («él que no quiere trabajar, no coma»)—, texto que era el grito de combate de los seglares en su lucha contra los mendigantes. Ahora bien, escribe Santo Tomás, para juzgar de una cosa, hace falta considerar su fin. El fin del trabajo manual es triple: cesar de holgazanear; subyugar el cuerpo; ganarse la vida. Las dos primeras finalidades pueden ser alcanzadas igualmente ocupándose con cosas espirituales. Con relación a la tercera finalidad el trabajo manual parece imponerse, y tanto más que la naturaleza ha instituido las cosas de tal modo que el hombre ha recibido su intelecto y sus manos para producir lo que le hace falta para vivir. Por consiguiente, la labor manual ha sido ordenada por la ley natural.
Sin embargo hace falta distinguir en las ordenaciones de la ley natural entre preceptos que tienen por objeto remediar insuficiencias de los hombres individuales (alimentarse; practicar las virtudes); otros, al contrario, que tienden a remediar insuficiencias de los hombres en su totalidad. El precepto de Génesis 1, 28 «Procread y multiplicaos, y henchid la tierra» vale para los hombres en cuanto constituyen el género humano, pero no prescribe que cada individuo debe engendrar descendientes. Los hombres son considerados como una comunidad en la cual las tareas pueden y deben dividirse. Esta diversificación resulta en primer lugar de la providencia divina, pero también de las disposiciones y habilidades distintas de los individuos. Desde luego, por su labor manual uno puede satisfacer las necesidades tanto propias como las de otras personas. Si uno encuentra una manera en la cual puede ganarse lícitamente la vida, el precepto no le obliga a trabajar con sus manos.
Si uno objeta que sería fatal si todos los hombres se substrajesen a la obligación del trabajo manual (como los mendigantes), santo Tomás responde que el trabajo espiritual es tan difícil que es reservado a pocos elegirlo. Esto vale también para la vida contemplativa. No trabajar por pereza es malo.
Después de esta exposición fundamental Santo Tomás propone una división de los sentidos de la expresión «labor manual». La mano es un instrumento del espíritu. La labor manual presupone siempre una actividad intelectual. Así cualquier trabajo que se hace con instrumentos está también entendido como «labor manual» y además cualquier otro «trabajo» que el hombre ejecuta para ganarse lícitamente la vida. Por consiguiente las artes liberales son también formas de trabajo manual.
Efectivamente entre la labor manual en un sentido estricto y la contemplación se encuentra un grupo de actividades que llamamos «trabajo intelectual». La vida contemplativa ocupa el rango más alto.
En efecto, todas las demás actividades están organizadas en atención a la felicidad del hombre que consiste en la contemplación. A medida que crece el componente intelectual del trabajo, llega a ser más grande su dignidad...
Resulta de este análisis que la labor manual tiene su propia dignidad donde el origen está en el hecho de que procede de la persona humana: el hombre trabajando intenta producir una perfección más grande en el mundo. Así alcanza una semejanza más grande con Dios quien es la Causa primera de todas las cosas. Puesto que el trabajo procede de la persona humana, exhibe una variedad muy grande de modalidades. El animal, al contrario, actúa siempre de la misma manera.
[...] según Santo Tomás, la labor manual no solamente es necesaria para los hombres sino que tiene su dignidad y sus méritos: provee a las necesidades propias y ajenas; ayuda a evitar los vicios; colabora con Dios en el perfeccionamiento del mundo. En los casos en que un hombre trabaja al servicio de otro, nota el Angélico, que el hombre no es jamás esclavo de su dueño en su espíritu. El obrero que trabaja para su dueño tiene derecho a una justa recompensa. Santo Tomás subraya que debe hacerse una proporción entre la utilidad de trabajo y la remuneración. El pago debe ser equivalente a la cantidad del trabajo, su calidad, su grado de dificultad y las circunstancias del obrero.
En el opúsculo Contra impugnantes Dei cultum et religionem reitera su posición sobre la obligación de la labor manual. No es razonable afirmar que cada uno debe trabajar con sus propias manos puesto que es lícito que el hombre viva de lo suyo o de lo que le es debido. Quienes sirvan al bien común por trabajos espirituales tienen el derecho de ser sustentados por los demás. Esto es evidente porque la utilidad espiritual es más importante que la utilidad material.
El fin del trabajo es el descanso. El descanso definitivo se alcanza solamente cuando el hombre llega a su destinación eterna. Es preciso interrumpir a ciertos intervalos el trabajo, porque el hombre necesita el descanso del cuerpo y del espíritu. Tampoco puede utilizar el hombre sus facultades espirituales sin cansarse en virtud de la necesaria colaboración de sus facultades orgánicas. Necesita el descanso también en este trabajo.


lunes, 19 de septiembre de 2016

Materialmente mejor que nunca


¿Qué es lo que hace que el partido Alternative für Deutschland (AfD) tenga tanto éxito?, se preguntan los periódicos del Régimen. ¿Cómo se puede frenar de una vez por todas esta racha?           
Francisco José Soler Gil
Después de las elecciones en Mecklenburg-Vorpommern, los medios alemanes están siendo anegados en análisis: ¿qué es lo que hace que el partido Alternative für Deutschland (AfD) tenga tanto éxito? ¿Cómo se puede frenar de una vez por todas esta racha?
¡Ah, claro! Es que simplemente alimentan el miedo de la gente simple y sin formación. Lo tienen fácil, porque no es necesario que propongan soluciones: sólo críticas, no más. Agrupan por lo demás a los sectores de la sociedad que se sienten relegados. Y, encima, los partidos tradicionales no han sabido comunicar bien sus éxitos. Aparte de que los temas preferidos de la nueva formación han ocupado durante la campaña demasiado tiempo el foco de las discusiones políticas. Y también demasiado poco tiempo, sin duda. Etc.
Podría uno bostezar de tanta agudeza. Pues, en marcado contraste con los simples populistas del AfD, parece que sus críticos han devorado a cucharadas la inteligencia y la sabiduría. En cualquier caso, de toda esta sobreutilísima marea de análisis, me ha llamado en particular la atención una queja del diputado del CDU Eckardt Rehberg. El buen democristiano se lamenta de que «a la gente en Alemania le va materialmente mejor que nunca. Y, sin embargo, AfD promueve los temores. Hemos de enfrentarnos a ello».
¡Materialmente mejor que nunca! ¿Cómo podría entonces alguien desear una política distinta para el país?
No obstante, en los floridos paisajes del diputado Rehberg tal vez no deja de hallarse alguna mácula. Una de ellas, por ejemplo, es el hecho de que ya hace décadas que la tasa de natalidad en Alemania se encuentra muy por debajo de la que se requiere para la supervivencia de una nación. Lo que también tiene algo que ver con la crisis de las familias ―o, como ahora se dice tan finamente, de «las familias tradicionales», o incluso «las familias retrógradas»―. Que, a pesar de este dato, la población total de Alemania no esté disminuyendo, es algo que no sólo tiene que ver con el aumento de la esperanza de vida, sino cada vez más con la inmigración masiva.
Esta realidad no sería especialmente preocupante con tal de que el nuevo gran desplazamiento poblacional no consistiera en la incorporación al país de personas procedentes de una tradición religioso-cultural completamente incompatible con nuestra propia civilización occidental. Pero es que, por desgracia, es eso justo lo que está ocurriendo.
De la mitología de la sociedad multicultural conocemos el relato de que esta sociedad es tan irresistiblemente atractiva que todos los hombres aceptarían y harían suyo de buen grado, e incluso con entusiasmo, el actual estilo europeo de vida, con tal de que se les deje algo de tiempo, y reciban tales o cuales medios formativos. No obstante, la realidad es distinta de la mitología. La idea de los derechos humanos, la de la separación entre religión y estado, y muchos otros pilares de nuestra civilización no se encuentran ahí, sin más, ancladas en el alma de cada individuo, sino que se basan en el sustrato cristiano en el que han brotado y han crecido. Y en el mundo, y especialmente en la vecindad de Europa, existen otros sustratos culturales que no se avienen con esas ideas y esos pilares. De ahí que la combinación de la sostenida baja natalidad de la sociedad alemana con la rápida inmigración de personas procedentes de culturas vecinas no cristianas constituya una conjunción fatídica de factores en un proceso que, si no se frena y se revierte, significará a medio plazo el fin cierto de nuestro mundo.

Por eso, no puede uno menos que alegrarse de que cada vez haya más «simples», «ignorantes», «relegados» etc., que perciban la gravedad de la situación, y busquen alternativas políticas. Porque para los partidos tradicionales la situación es clara: Estamos «materialmente mejor que nunca». Esto nos dicen las voces «inteligentes» e «ilustradas» de los medios y los partidos. ¿Y por qué habría que preocuparse, si realmente nos va tan bien?

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Empresarios católicos: la entrevista completa

Gracias a Antonio, un lector de nuestra bitácora, que ha traducido la entrevista que mencionamos en esta entrada.  
ENTREVISTA CON EMPRESARIOS CATÓLICOS TRADICIONALES.
Realizada por Angelus Press
The Angelus ha realizado recientemente a un puñado de empresarios católicos tradicionales algunas preguntas relacionadas con la Fe y su trabajo diario. Hemos mantenido las respuestas anónimas.
Angelus Press: ¿Puede decirnos cómo la Fe influye en sus prácticas de negocio?
"Trato de ver cada decisión importante a la luz de la Fe, que me mantiene con los pies en la tierra sobre las cuestiones morales, especialmente los principios de la justicia. El pensamiento de la eternidad o incluso sólo la presencia silenciosa del Santísimo Sacramento ayudan a poner las cosas en perspectiva, por lo que incluso grandes problemas son manejables".
"La fe católica influye en nuestras decisiones de negocios en la medida en que buscamos de tratar a los demás como Cristo nos dijo: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios."
"Un área en la cual la Fe católica me ha influido directamente es en mis prácticas de contratación. En los primeros días de mi carrera, me saldría de mi camino para dar una oportunidad a los católicos tradicionales, con poca o ninguna experiencia en la línea de trabajo de mi empresa, para ayudarles a construir su experiencia y ponerles en el camino hacia una carrera exitosa. Asimismo, de acuerdo con los principios de la justicia y la doctrina social de la Iglesia, me aseguraría de pagar a los hombres casados ​​con hijos salarios más altos que a los hombres solteros, incluso si estos últimos son más experimentados o cualificados".
Angelus Press: ¿Hay algún aspecto particular de la doctrina social de la Iglesia que ha encontrado relevante?
"Cada dueño o gerente de un negocio debe leer y volver a leer Rerum Novarum".
"Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden."
"Demostramos nuestro amor a Dios amando a nuestro prójimo y ayudándole a prosperar."
Angelus Press: ¿Cómo equilibrar prosperidad y éxito con desprendimiento y humildad?
"Estadísticamente hablando, la mayoría de los negocios -incluso los buenos- fracasan a pocos años de su fundación. Hay una multitud de cosas que pueden ir mal y que son casi imposibles de prever. Suponiendo que usted es lo suficientemente afortunado para tener éxito en alguna medida, tiene poco que ver con sus talentos personales o con sus penas. Hay demasiadas partes variables. En la medida en que lo logro es sólo por la gracia de Dios, el trabajo duro y la lealtad de mis empleados. Dar demasiada importancia a lo que uno hace para el éxito sería un error, creo".
"Esto se hace teniendo en cuenta que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y todo lo que es nuestro son nuestros pecados."
"Es una batalla constante para mantener el equilibrio. Incluso si uno tiene los medios financieros, la práctica de la frugalidad le ayudará a mantenerse conectado a la tierra con un espíritu de pobreza. También ayuda recordar que sólo somos cuidadores de la riqueza que tenemos y que Dios la puede quitar en cualquier momento".
"¡Siempre hay que recordar que lo que Dios ha dado Dios se lo puede llevar! Trate de tener una imagen del trabajo justo en su mente y una actitud de desprendimiento. Está bien ser exitoso, pero nunca pierda de vista a los menos afortunados. Usted podría encontrarse en su posición algún día".
Angelus Press: ¿Hay cruces particulares para los católicos en el mundo de los negocios hoy en día?
"Nada que no se pueda superar con perseverancia, coraje, trabajo duro, y, sobre todo, confianza en Dios."
"Sí, pero trato de buscar las ventajas también. En una época en la que cualquiera puede poner un anuncio en línea que promete todo tipo de beneficios de cualquier bien o servicio que pueda ofrecer, la honestidad y el tratar bien a los demás también ayuda en el largo camino de establecer un negocio. Si maneja su negocio de acuerdo con los principios católicos y los clientes ven esto, será más probable que ellos se mantengan fieles y, no menos importante, extiendan referencias positivas acerca de su empresa a los demás".
"La cruz más profunda es la comprensión de la gran deber que tenemos con nuestros empleados, y mantener ese equilibrio con el éxito financiero de la empresa. La familia también lleva la cruz de compartir su tiempo con el negocio para el bien común".
Angelus Press: ¿Cuáles son algunos problemas específicos de hoy en día para pagar un salario digno a los empleados?
"Por mi parte, la primera dificultad es saber lo que es en realidad un salario digno en todas las circunstancias. Tomemos, por ejemplo, dos familias con ingresos similares y gastos semejantes: una familia puede vivir con relativa comodidad por ser frugal y la otra puede estar en una situación financiera desesperada. En mi opinión, el equilibrio financiero depende tanto de los hábitos de consumo como de los ingresos ".
"La dificultad no está tanto en el pago de un salario digno en sí, sino más bien en mantener un negocio exitoso que pueda pagar tales salarios. Si una empresa funciona mal y no puede generar beneficios sostenibles, no puede pagar sus cuentas, mucho menos podrá pagar un salario digno a sus empleados".
"En el contexto de las grandes empresas y corporaciones, la nómina es el gasto más grande y por lo tanto lo que tratan de reducir en lo posible. Esto se realiza generalmente mediante el despido de los trabajadores más experimentados y bien remunerados a favor de los empleados principiantes; reduciendo las prestaciones de salud y de jubilación; y agregando responsabilidades adicionales al trabajo del personal existente para no contratar a más empleados. Cuando las grandes empresas reducen los salarios de esta manera, hacen que sea difícil para las empresas competidoras no hacer lo mismo sin poner en riesgo su rentabilidad y su sustentabilidad. Cualquier empresa que compita en busca de pagar un salario digno tendrá que encontrar otras maneras de reducir costos, lo cual no siempre es factible en nuestro sistema económico actual".
Angelus Press: ¿Qué luchas han tenido que les parezcan aleccionadoras y les gustaría compartir?
"Las luchas en la vida en general o en los negocios se superan por la perseverancia, el trabajo duro, la disposición para asumir riesgos, la fortaleza y la confianza en la generosidad de Dios."
"La realidad gana. Si algo no funciona, generalmente hay una razón. Una gran lucha en los negocios es tener la conciencia de sí mismo para ver los errores y anticipar los fracasos futuros. A menudo he culpado a alguien o a algo porque las cosas van mal cuando, en realidad, fue mi culpa por no contar con los mecanismos adecuados para prevenir el fracaso y guiar nuestras operaciones hacia el éxito. Otra lucha es tomarse el tiempo para asegurarse que los números cierren. Muy a menudo queremos simplemente probar algo y hay veces en que es la única manera de aprender. Sin embargo, la mayoría de las veces, si tomamos el tiempo para planificar podremos saber si una idea va a funcionar o no".
"Una lección importante que se desprende de la lucha por mantener un negocio exitoso es el valor de la verdad y la honestidad, por no hablar de hacer bien cosas pequeñas. En los sectores de ventas y de servicios, por ejemplo, las relaciones son la clave para la construcción de la confianza y el diseño de nuevos negocios. He visto muchas de estas relaciones en las últimas décadas y marcan la diferencia entre tener un negocio saludable y exitoso en lugar de uno fracasado".
Angelus Press: ¿Qué consejo le daría a los hombres y mujeres jóvenes a punto de entrar en el mundo laboral?
"Encuentra un trabajo que disfrutarás a lo largo de una vida. Piensa fuera de la "matrix" al solicitar un trabajo. Por ejemplo, hay muchos estudiantes universitarios que buscan hacer carrera en el campo de la enseñanza y, sin embargo no hay tantas oportunidades disponibles en las escuelas tradicionales. Ten en cuenta que las grandes empresas tienen departamentos internos de formación, departamentos de educación externos, una necesidad de escritores técnicos, y así. No tengas miedo de ampliar tus horizontes al buscar un trabajo. Comienza a pensar en tus años de trabajo antes de saber que necesitas referencias, un currículum, y experiencia para ayudar a aumentar sus probabilidades de encontrar un buen trabajo. Debes estar dispuesto a empezar desde abajo y escalar posiciones en la organización, y no esperar a graduarte en la universidad y manejar la empresa (a menos que sea propia)".
"Mi consejo para los jóvenes es no descuidar una buena educación en aras de un trabajo. En otras palabras, concentrarse en su formación con una base de artes liberales para tener muchas puertas abiertas. No te conformes con apenas pasar por la vida. Si es así, vas a llegar a sentirte despojado de años preciosos y del mejor tiempo que es el que pasas con tu familia. Mi consejo para las jóvenes es desarrollar su mente con las artes liberales, también, ya que les ayudará a ser un verdadero apoyo a sus maridos y una socia en todos sus esfuerzos. No te cases con un hombre que desea ser mediocre. No lo salvarás, y puede destruir su futuro y el de los hijos".
"En mi opinión, en el mundo actual, enfermería, enseñanza, comercio experto, e ingeniería serán las áreas a relevantes en el futuro. Además, es importante estar preparados para el trabajo duro y por largas horas para un objetivo útil es de gran valor".
"Establecer metas para la vida: objetivos espirituales, familiares, profesionales, sociales, y personales; son todos necesarios. Sin metas, es difícil mantenerse en el camino hacia una vida buena y útil
Angelus Press: Como católico, ¿cómo ve el ganar dinero?
"Veo el dinero como munición en la guerra cultural en la cual estamos inmersos. Es un tipo de munición volátil, que, si se maneja mal, va a explotar y destruir a tu propia gente. Si se maneja con desprendimiento, se puede utilizar para luchar contra nuestros enemigos, principalmente a través de la promoción de cosas que son buenas, verdaderas y bellas. Cuando tratamos al dinero como un fin, ya ha comenzado a ser perjudicial. Realmente es sólo una munición -necesitamos más, y necesitamos controlarlo-. Si lo tienes, reza mucho por protección".
"El dinero es una herramienta como cualquier otra que nos permite cumplir con objetivos que valgan la pena. En sí mismo tiene poco atractivo".
"Se necesita dinero de una forma u otra, pero no es el objetivo sino simplemente un medio necesario que por lo general se requiere para alcanzar nuestros objetivos. Cuánto necesita una persona depende en gran medida de sus circunstancias y lo que pretenda conseguir. Un hombre de negocios tratando de poner en marcha una empresa de éxito en los campos de la ingeniería o la medicina obviamente va a necesitar más que un párroco o un librero. Siempre debemos ser conscientes de lo mucho que realmente necesitamos en relación con nuestros objetivos y talentos, y pedirle a Dios siempre por el don de discernimiento en estos asuntos".
Angelus Press: Después de años como hombres de negocios, ¿qué cosas haría de manera diferente si tuviera que empezar de nuevo?
"En el panorama general, sólo Dios sabe realmente si hemos seguido nuestro llamado como él desea. Hay errores que he cometido, que sin duda cambiaría si pudiera, pero lo único que puedo hacer es buscar el perdón por mis fallas y pedir a nuestro Señor fuerza para continuar de acuerdo con su voluntad".
"Estoy agradecido, en general no lo haría de manera muy diferente. Oro para que mi éxito en los negocios, que viene de Dios, me haya permitido un mejor servicio a la Iglesia y a mis prójimos".
"Espero que haya sido capaz de servir a mi prójimo y la Iglesia también."



lunes, 12 de septiembre de 2016

Si Francisco es peligroso para tu fe

Veo a muchas personas en busca de una razón para adherir finalmente a la creencia de que Francisco es un antipapa. ¿Por qué? ¿Por qué esto es tan importante para ti? ¿No es suficiente con saber que está equivocado y que busca vías -formas astutas, dentro de los confines de su oficio papal- para llevar a los fieles por mal camino?
Respondí a esta preocupación en los comentarios de esta mañana, con algo que voy a compartir de nuevo aquí.
Francisco es casi seguro un hereje material. Si él es un hereje formal, no nos corresponde demostrarlo. Sus opiniones -no sus enseñanzas, ya que es muy cuidadoso de no ejercer un magisterio auténtico que requiera asentimiento- incita a la gente al pecado, y, finalmente, al infierno.
Pero él sigue siendo, por todos los parámetros mensurables, el Papa.
La fe cristiana está llena de paradojas, escollos, y frases duras. Hemos tenido papas en la historia que tenían creencias heréticas; otros que permitieron el florecimiento de la herejía, y por lo tanto fueron cómplices. Otros que vivieron una vida tan escandalosa que ciertamente -absolutamente y sin lugar a dudas- indujeron a otros al pecado, y probablemente el infierno.
Pero fueron papas.
Deja de intentar resolver esto por ti mismo. ¿Es esta tu Iglesia, o la Iglesia del Señor? Deja de pensar que la tempestad se hundirá la Barca; déjate amonestar como los apóstoles: "Oh, hombres de poca fe ..."
Él puede calmar los vientos y los mares con una palabra.
Dios permite que esto suceda. Y Dios ha establecido una estructura de autoridad en la Iglesia a la cual debemos ser dóciles, en tanto seamos capaces dentro de los dictámenes de una conciencia bien formada.
Si Francisco es realmente un antipapa, ¿cómo cambia tu vida diaria? ¿Dejas de rezar tus oraciones? ¿Ya no asistes a Misa? ¿Quieres abandonar tu lectura espiritual? ¿Vas a renunciar a tu fe?
Ciertamente importa en el largo plazo si es o no un papa auténtico, o uno falso y diabólico. De todas maneras, claramente está al servicio del príncipe de este mundo, no del Rey de Reyes.
¿Te escandaliza? Bueno. Él debería. Si tienes fe, reconocerás que quiere destruirla. Resiste firme en la fe.
Dios lo permite por una razón. ¿Confiamos en Él o no? ¿Es tan importante que conozcamos toda la verdad ahora para lograr la salvación?
Durante el papado de Aviñón, San Vicente Ferrer apostó por el caballo equivocado. Pensó que Clemente era el Papa, mientras que Santa Catalina respaldó a Urbano (que en realidad era el verdadero Papa.) De cualquier manera, ambos son santos.
Atiende a las cosas del cielo. Busca tu santidad y salvación. Deja de preocuparse demasiado acerca de este hombre que roba tu paz. Sí, tenemos que saber lo que está haciendo en nombre de la Iglesia, pero no hay que desesperar. Las Escrituras enseñan la falibilidad de Pedro en todo menos en su magisterio [ex cátedra] por una razón muy clara. Dios sabía que íbamos a enfrentar estos tiempos. Ten ánimo. Ten fe.
Tomado y traducido de:

sábado, 10 de septiembre de 2016

El mérito y el esfuerzo


A raíz de algunos comentarios a la entrada anterior parece oportuno recordar algo que a veces se nos olvida o respecto de lo cual podemos tener ideas equivocadas. El mérito de una buena obra no depende de la dificultad objetiva de la misma sino de la intensidad de la caridad de la cual procede. Por este motivo la Virgen mereció más que todos los mártires juntos sin haber padecido una muerte cruenta. 
“Las obras buenas que realizamos en gracia de Dios llevan consigo un mérito sobrenatural. La dificultad de una obra no aumenta el mérito de la misma, a no ser indirectamente y per accidens, en cuanto es signo de mayor caridad al emprenderla. El mérito se toma siempre de la bondad de la obra en sí misma y del motivo que nos impulsa a practicarla.
Santo Tomás lo explica con claridad:
"Importa más para la razón de mérito y de virtud lo bueno que lo difícil. De donde no todo lo que es más difícil es más meritorio, sino únicamente aquello que, además de difícil, es también mejor." (S. Th. II-II, q. 28. a. 7, ad 3)
La razón es porque el principio del mérito está en la caridad. Por eso es más meritorio hacer cosas fáciles con una gran caridad que llevar a cabo obras muy penosas con una caridad menor. Y así la Santísima Virgen, con su intensísima caridad, mereció más por los actos más sencillos y fáciles que todos los mártires juntos en medio de sus tormentos.” (Royo Marín).

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Empresarios católicos tradicionales


Navegando por el sitio de la FSSPX (distrito de los Estados Unidos), nos encontramos con un enlace a la publicación oficial The Angelus. En el número de julio-agosto de 2016 (aquí) se encuentra una entrevista titulada Traditional Catholic Businessmen” (=empresarios católicos tradicionales). Las preguntas de The Angelus a unos “hombres de negocios”, cuyos nombres no se han publicado, tratan los siguientes puntos:
- Cómo incide la fe en sus prácticas empresariales.
- Si hay algún aspecto particular de la Doctrina Social de la Iglesia que encuentran más relevante.
- Cómo armonizar prosperidad y éxito con desprendimiento y humildad.
- Cuáles son las cruces especiales que deben llevar los católicos en el mundo de los negocios del presente.
- Dificultades actuales para el pago de salarios justos.
- Combates en el mundo de los negocios que hayan sido aleccionadores y que quieran compartir con los lectores.
- Consejos para jóvenes que están por ingresar en el ámbito del trabajo.
- Su visión, como católicos, de las ganancias empresariales.
- Luego de años en el mundo de los negocios, qué cosas harían de otro modo si pudieran recomenzar en su actividad.
No tenemos tiempo para traducir el texto. Si algún lector quiere hacerlo, lo publicaremos en nuestra bitácora.


lunes, 5 de septiembre de 2016

Soaje Ramos: trilogía sobre el bien común

Guido Soaje Ramos fue uno de los grandes del pensamiento tomista argentino del siglo XX (más información, aquí y aquí). Profundamente realista, Soaje “pegaba en el ser” como gusta decir uno de sus discípulos. Para ir a las cosas mismas, para pensar mejor la realidad, se valió de Santo Tomás. Con un estilo analítico, riguroso y erudito. Pero su tomismo no fue mera repetición y glosa, sino un sistema abierto al debate con posturas divergentes y aportes personales como su elaboración del problema del “valor” desde una perspectiva realista.
Una parte importante de la obra de Soaje permanece inédita. Algunos hemos tenido ocasión de leer escritos no editados, gracias a discípulos que conservan copias entregadas por el maestro. El INFIP está tratando de dar publicidad a trabajos inéditos, agotados o de difícil acceso, para que puedan tener la amplia difusión que merecen.
Dejamos los enlaces a versiones digitales de tres trabajos de Soaje sobre el bien común:
El trabajo [1] es un clásico dentro de la obra de Soaje, muy citado por sus discípulos, una referencia fundamental sobre el fin de la comunidad política. El [2] es menos citado, pero muy interesante, pues en él se enuncian ideas sobre las relaciones entre la Iglesia y la comunidad política que serían mantenidas a lo largo del tiempo y retomadas años después como se puede apreciar en [3].
Cabe advertir a los lectores que no se trata de textos de fácil lectura, ni abundan los ejemplos didácticos. No obstante, quien desee profundizar en el tema encontrará una notable riqueza. Para muestra, algunos botones:
- El bien común político es un bien humano:
«…puede definirse el bien de que se trata, de una manera que atienda principalmente a lo que se podría llamar el repertorio de sus notas "casi formales", como el bien de todos, humano y completó. Por la primera de esas notas se indica su condición de bien "común". Condición que le conviene por una parte, en razón de ser para la comunidad ya existente un patrimonio formado por las generaciones anteriores y a la vez una herencia para las venideras; y por otra parte, en razón de su comunicabilidad, es decir, de su participabilidad por los miembros de la comunidad.
Pero también común en cuanto por su grandeza y su complejidad ha menester para su realización una empresa colectiva, cuya eficiencia desborda las posibilidades de los miembros aislados. Por este último sentido se alcanza la otra nota, a saber, la de completo o perfecto; mas antes habrá que decir dos palabras sobre la nota de bien humano. Aunque resulte una exigencia obvia, el bien común político ha de ser un bien humano; es decir, un bien que sea perfección, no de un ser cualquiera sino del hombre con su específica naturaleza, que está ahí en las cosas…
Pero perfección que hay que alcanzar, pues no la tiene el hombre con sólo tener su ser y sus potencias; que el hombre debe alcanzar conforme a un orden teonómico y no por el simple ejercicio de una pura posibilidad decisoria. Pero esta perfección que caracteriza al bien común y que justifica se lo llame perfecto o completo, encierra en este caso un peculiar sentido de plenitud.
Es lo que denotan expresiones como éstas: "perfecta suficiencia de la vida", "todo lo que basta al hombre no sólo para vivir sino para bien vivir". Por eso el elemento formal del bien común político es tal armónica plenitud de todos los bienes humanos. Los hombres que integran la polis podrían, ciertamente, alcanzar sin ella algunos importantes bienes humanos; pero sólo la comunidad política se muestra capaz de promover las formas múltiples de actividad requeridas para un vivir pleno. Y sería superfluo explicar detenidamente que la comunidad internacional, todavía en estado incoativo, puede realizar mejor que cada pueblo esta plenitud de bienes humanos; con todo, valga esta observación para lo sucesivo.» [1]
- El bien común temporal se subordina al fin último; distinción entre orden natural y sobrenatural:
«La tesis de la finalidad trascendente del hombre implica, pues, que el bien común temporal, sin perder su valor intrínseco de fin intermedio, debe subordinarse al Bien Común Sagrado y eterno. Precisamente en razón de su naturaleza de bien humano, y por tanto moral en su contenido principal, el primero de esos bienes comunes -e.d. el bien común temporal- ha de tener en cuenta y acatar las exigencias del segundo -el Bien Común Sagrado-. Dice el Aquinate: "Pero el hombre viviendo virtuosamente se ordena a un fin ulterior que consiste... en la gozosa posesión de Dios; ahora bien, el fin de la multitud humana es necesariamente el mismo que el del hombre singular. Luego no es la vida virtuosa el último fin de la vida asociada, sino el llegar por la vida virtuosa a la gozosa posesión de Dios"(De Reg. Princ., I, 14)...
Mas aquí se inserta la necesaria distinción entre el orden natural y el orden sobrenatural en punto al fin último del hombre. Con respecto a este asunto, el Aquinate, con su habitual respeto del orden natural, sostiene que si para llegar a ese fin antes indicado le bastara al hombre con el poder de su naturaleza (humana), incumbiría a la autoridad política dirigir a los hombres hacia ese fin -natural aunque trascendente…» [3]
- La dualidad de fines causa la dualidad de sociedades y de poderes:
«…la criatura humana tiene una vocación sobrenatural a un “Bonum Comune” Sagrado, trascendente y sobrenatural al que no se tiene acceso sino en virtud de la gracia divina y por y en la sociedad religiosa también sobrenatural instituída por el mismo Dios: la Iglesia. Esta situación existencial del hombre entraña como consecuencia que no corresponda a la autoridad política la realización del más alto de los fines humanos, sino al gobierno divino de Cristo y de su Vicario, jefe visible de la Iglesia”. Mas no ha de verse en lo expuesto ningún teocratismo; el mismo Santo Tomás nos dice: "El poder espiritual y el poder temporal derivan ambos del poder divino. El poder temporal está, pues, sometido al poder espiritual en la medida en que Dios lo ha sometido, es decir, en lo concerniente a la salvación del alma; y es por eso que en este terreno es preciso obedecer al poder espiritual antes que al poder temporal. Pero en lo concerniente al bien temporal de la ciudad es necesario obedecer al poder temporal antes que al poder espiritual de acuerdo a San Mateo (XXII, 210): Dad al César lo que es del César" [2]
P.S.: referencias para citar:

SOAJE RAMOS, G. Sobre la politicidad del derecho, en: Boletín de Estudios Políticos, Univ. Nac. de Cuyo, Mendoza, 1958, N° 9.

SOAJE RAMOS, G. Los Padres de Occidente y la mutación del horizonte humano, incluída en “Europa continente cultural” (volumen colectivo), Mendoza, Instituto de Filosofía de la Univ. Nac. de Cuyo, Mendoza, 1947.

SOAJE RAMOS, G. El fin de la comunidad política para el Aquinate: ocho tesis. Ponencia a la XVI Semana Tomista de 1991 (Buenos Aires). 

viernes, 2 de septiembre de 2016

Salir de la madriguera


"Hace unos años, más o menos por el año 2003, estaba yo culminando un largo período de estudios sobre la vida religiosa cuando de repente caí en la cuenta de que el curso tomado por la Iglesia era mucho peor de lo que por ese entonces nos hacían creer los escritores católicos “conservadores”. Ese fue el incómodo momento en el que comprendí a los llamados “tradicionalistas”, y aunque jamás luego quise volver atrás y des-conocer lo que ahora sé, ese conocimiento no vino sin un costo. Ya nunca podría des-conocer lo que ahora conozco.
Yo me inicié creyendo en la simplificación de la realidad del relato conservador, que sería más o menos así: en el Concilio y luego de él, había habido un grupo de prelados “liberales” que había tratado de “desviar” los documentos conciliares y la praxis subsiguiente para sus propios propósitos. Estos prelados habían tenido bastante éxito en su cometido y las cosas habían estado bastante complicadas hasta los 80s y 90s, particularmente por los malos Obispos bajo Paulo VI. Pero luego un Papa “conservador” los coartó “limpiando” los seminarios, y convocando nuevos Obispos (mayormente) “conservadores”. El intento de “apropiarse” de la Barca había fracasado en gran medida, y las cosas iban volviendo lentamente al cauce natural de la Iglesia. Había muchos signos de que este joven movimiento “conservador sería el futuro, especialmente por su difusión entre los seminaristas. Algunos Colegios católicos nuevos se autoidentificaban como “Ex corde ecclesiae” mientras las parroquias y algunas diócesis se deshacían de los bongós, las guitarras, los muñecos y los globos en las Misas…todo parecía retornar a la normalidad.
Sonaba bien.  Los Buenos ganaban. El problema es que no era verdad. Los cimientos de lo “normal”, es decir, de la Ortodoxia, eran un piso falso. La realidad era que bajo ese piso falso yacía un enorme edificio, una Iglesia perdida que había sido enterrada y casi olvidada y de la que era estrictamente prohibido hablar.  Pero, para peor, ese falso piso era movible.
Había que enfrentarlo: existía una enorme grieta en la Iglesia Católica, una división de proporciones tales que constituía un cisma de facto. Una nueva y falsa religión se estaba desarrollando dentro de todas las instituciones de la Iglesia,  como la toxina de una infección bacteriana que enferma al cuerpo, y nadie parecía notarlo. Había un cisma oculto, que nadie parecía corregir, anidando desde el final del Concilio. El Neo-modernismo había tenido éxito en reemplazar las auténticas enseñanzas católicas hasta el punto en que el sostenimiento de ciertas doctrinas de la fe o su profesión eran suficientes para expulsar a cualquiera de este “revival católico conservador”. El Neo-Modernismo se había convertido de hecho en el nuevo conservadorismo.
 Trece años son un largo tiempo y desde entonces, y particularmente en estos últimos tres años, las falsas categorías “conservador/liberal de este simplificado relato  se fueron volviendo rápidamente obsoletas. Las contradicciones ya son finalmente inevitables para una gran cantidad de católicos. Y no comenzó con Francisco. Juan Pablo II impulsó este largo declive cuando (por ejemplo) aprobó el uso de mujeres servidoras en la Misa, y una gran cantidad de estos “conservadores", que venían clamando por la restauración de la norma, se vieron repentinamente desbancados por su querido Papa “conservador”
Este golpe a la imagen cuidadosamente construida  de Juan Pablo II como ícono “conservador”, fue devastador para ellos y se quedaron sin poder explicar la realidad. Entonces tomaron la única solución posible, que fue redefinir la ortodoxia de manera tal que incluyese cualquier novedad teológica o disciplinaria que cualquier Papa decidiera instalar. La Papolatría, o  Positivismo Papal, como comenzamos a llamarlo, había nacido. La persona del Papa, el hombre mismo, devino en la nueva ortodoxia, una especie de oráculo semi-divino que nos traería la nueva o la antigua doctrina según el humor, directamente desde la boca del “Espíritu” susurrante en sus oídos. Las “monaguillas” estaban bien, y cualquiera que pidiera su abolición sería un extremista reaccionario, tradi radical, cismático...etc….
Pero había una cosa (realmente una gran área de confluencia) que mantenía a los católicos “conservadores” del mismo lado que a los “Tradis”:
Lentamente, el piso en que se afirmaban  estos “neocatólicos” comenzó a moverse, hasta que les quedó el último metro cuadrado que era la enseñanza de la Iglesia sobre la moral sexual. El relato decía que mientras que el Papa continuara defendiendo y manteniendo estas tesis, no importaba cuantos Coranes besara. Todo eso podía debatirse. El sexo, el matrimonio y los bebés serían  la última línea. El problema es que esta “última línea” había sido escrita con tiza en el piso falso. Y Francisco ha empezado a borrarla. La posición “católica conservadora” había estado a salvo en la zona demarcada, al menos hasta la aparición de la Amoris Laetitia.
Disgresión: (Irónicamente, quizás, este compromiso de la ortodoxia católica vinculándola exclusivamente con las enseñanzas de la Iglesia sobre la moral sexual ha significado tomar la línea de los medios de comunicación: la moral católica solamente trata sobre las “cuestiones pélvicas”. Ni un católico neocón ni el editor de temas religiosos del New York Times han escuchado jamás mencionar el Reinado Social de Cristo Rey. Este enorme espacio en blanco en el que solía estar la Religión Católica es la razón por la que los apologistas del Novus Ordo continúan diciendo que a ellos “les simpatizan los Tradicionalistas” siempre que sean de la clase de los que prefieren la Misa Antigua. Los otros, esos que se la pasan mencionando el Syllabus, son llamados “católicos reaccionarios radicales”, porque desafían el paradigma completo. La buena clase de tradicionalistas son esos de los que habla Francisco: un grupo mitológico a los que les ocurre ser “adictos” a una estética anterior. En cambio, los malos prefieren vivir en una Iglesia completamente diferente, en ese edificio en ruinas y enterrado del que se supone que nadie ha escuchado hablar jamás)
 Me llevó mucho tiempo de lecturas, de conversaciones, y de pensar y visitar y aprender para comprender todo esto, pero cuando lo hice fue como si hubiera salido de la Matrix. El universo católico no tenía nada que ver con lo que había creído hasta ese momento.
Hay ciertamente muchos llegados al tradicionalismo que preferirían no saber lo que ahora sabemos. Es terrible e implica saber que muchas puertas se cerrarán para siempre, especialmente con respecto al trabajo y la vocación. Eso es particularmente duro de soportar. Pero allí fue donde la evidencia me llevó: no era posible esquivar la realidad. Sólo cuenta lo Real, aún cuando eso signifique no tener jamás lo más ambicionado en la vida. Aún cuando eso signifique que la dirección que toma  la vida propia, y para siempre, no hubiera sido jamás la que se hubiera  elegido. Pero esa es la razón por la que entendemos qué es lo que está pasando.
Resumiendo, Francisco no es una extraña e inexplicable anomalía. Francisco es la conclusión lógica de lo que ha estado pasando en la Iglesia desde 1965. No es una sorpresa. No es “confuso”. Ciertamente no es una desviación del camino glorioso en el que la Iglesia ha transitado desde la finalización del Concilio. Él es la corporización de todo lo que ha venido pasando desde que la Iglesia abrió las ventanas y dejó entrar al mundo post-ilustrado para que dirigiera las cosas hacia la degradación moral e intelectual. Esto incluye su aparente inhabilidad (y la de sus amigos y seguidores) para entender por qué una contradicción en los términos es un sinsentido (cuando menciono la “degradación intelectual”, me refiero precisamente a eso: a la pérdida de la capacidad de emplear los principios básicos del pensamiento racional)
Todo esto (lo sigo sosteniendo) está bien. No es un desastre salvo que empecemos a (no) pensar de ese modo. Más aún, todo esto será algo bueno al final, desde que en el mismo Francisco podemos ver a qué grotesca parodia de la fe y de la racionalidad nos lleva este camino. Francisco no es meramente la personificación del vaticanosegundismo:  mientras él se mueve rodeado de un aurea de blasfemia y herejía, mientras se toma selfies, haciendo gala de su irracionalidad, lo cierto es que constituye una muestra educativa del Mal Ejemplo. Alguien que personifica tan perfectamente  lo que es un mal padre que sirve de saludable lección para los hijos.
Desde el primer día de este Pontificado, he venido diciendo que este es el despertador que la Iglesia estaba necesitando tan desesperadamente. Esto era tan evidente que terminado el Cónclave  lo primero que un viejo amigo ateo me dijo fue “Bueno….parece que el Papa Francisco es muy popular entre los que no son católicos, no?”
He mantenido que la Iglesia, sangrando por miles de pequeñas heridas, no hubiera podido sobrevivir a otro papa “coservador”. Juan Pablo II y Benedicto tenían todavía el capital de siglos para gastar, pero ya no queda nada y hay que empezar de cero. Francisco no solamente va a hacer eso posible, sino que no dejará otra alternativa para los creyentes. Y eso es bueno.  Resumiendo: este pontificado era exactamente lo que hacía falta para forzarnos  a los Católicos a re-aprender nuestra fe, para poder defenderla,  no sólo del Mundo sino también de una jerarquía impregnada y adicta a sus pecados intelectuales y carnales.
Así que (Alleluya!) los restos que quedan de los creyentes católicos comienzan a darse cuenta. Aún aquellos que fueron infectados por el positivismo papal que fue la norma bajo Juan Pablo II han comenzado a cuestionarse las panaceas del novusordismo, es decir de esa serie de supuestos tácitos sobre el Catolicismo, que en realidad estaban en directa contradicción con la fe de nuestros Padres".
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