martes, 4 de diciembre de 2012

De islamología


Cuando afirmamos una cosa mediante una proposición esta puede ser verdadera o falsa. Verdadera si lo afirmado se ajusta a lo real y falsa si no lo hace. Y así, la afirmación “todo hombre es mortal” es verdadera, mientras que la contraria, es falsa.
En el ámbito de la fe, también existen afirmaciones o negaciones por medio de proposiciones que pueden ser verdaderas o falsas. Y el criterio de verdad es el ajuste de la proposición con la Revelación. La proposición “Cristo no es Dios” es falsa, porque no se ajusta a la realidad que Dios ha revelado de sí mismo, contenida en la Escritura y la Tradición, atestiguadas por el Magisterio de la Iglesia.
La función del Magisterio es exponer y custodiar lo que Dios ha revelado. Se dice que su objeto directo es fe y costumbres, y que su objeto indirecto son las cuestiones conexas con el primero. Para cumplir con su función el Magisterio goza de la asistencia del Espíritu Santo que a veces llega a la infalibilidad.
El objeto indirecto es un ámbito en el que se han dado controversias debidas a una extensión abusiva de su materia. En efecto, ¿qué sucedería si, de hecho, el Magisterio tratase cuestiones filosóficas, científicas, históricas, técnicas, etc., que no tienen conexión con lo revelado? El magisterio puede dar un juicio moral sobre un tratamiento médico, pero ¿es competente para decir cuál es la terapia más eficaz para remediar la tuberculosis?; la Iglesia puede decir que el sistema filosófico de Hegel no es compatible con la Revelación,  pero ¿puede dilucidar puntos controvertidos entre hegelianos?
En sí mismas las religiones falsas pueden ser objeto de estudio desde una perspectiva fenoménica, filosófica o teológica. Además, las religiones no cristianas pueden tener conexión con lo revelado y dar lugar a juicios magisteriales (v.g. la reencarnación es incompatible con la fe) de diverso valor. Pero también puede suceder –como lo ha reconocido Ocáriz respecto del Vaticano II- que el Magisterio sobre las religiones falsas contenga “elementos no propiamente doctrinales, de naturaleza más o menos circunstancial”, como descripciones, sugerencias, exhortaciones, que no requieren una adhesión intelectual.
Dentro de esta categoría de lo no-doctrinal se pueden colocar razonablemente las descripciones de las creencias propias de las religiones no católicas. Al ser afirmaciones fenoménicas sobre lo que cree un grupo de personas, el criterio de verdad no es su correspondencia con la Revelación pública, sino con lo que de hecho cree dicho grupo. Así, por ejemplo, es un lugar común decir que los musulmanes veneran a Mahoma pero que no lo adoran. Sin embargo, los “islamólogos” sostienen que eso es exacto respecto de la “ortodoxia islámica”, que ha mantenido siempre el carácter humano del profeta, pero que después de la aparición del sufismo (s. XII), tratándose de las masas populares, existe la divinización del profeta.
Para Ocáriz, estos “elementos no propiamente doctrinales” deben acogerse con respeto y gratitud. Sin embargo, en nuestra modesta opinión, debe hacerse una importante distinción: se debe siempre respeto al Papa y al Concilio en cuanto órganos eclesiales docentes; pero no a sus expresiones no magisteriales, que describen creencias no católicas; así como se debe respeto a Santo Tomás de Aquino en cuanto santo y doctor de la Iglesia, pero no a sus opiniones biológicas hoy superadas.
En 1972 el jesuita Damboriena ubicaba en el  plano descriptivo varios pasajes del Vaticano II sobre las religiones no cristianas (cfr. La salvación en las religiones nocristianas, BAC, Madrid, página 420, nota 64) y reconocía que “para los estudiosos de las religiones comparadas, la declaración Nostra aetate resulta decepcionante” (Ídem, página 428) por incompleta. Una crítica perfectamente legítima sobre textos que no requieren adhesión intelectual propiamente dicha.
Una vez más hay que recordar que la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia docente es relativa a cuestiones  reveladas y  conexas, pero no equivale a omnisciencia. 

23 comentarios:

Walter E. Kurtz dijo...

Muy bien.

Esto que se dice del Islam (mahometanismo, mejor dicho), también puede predicarse de todo el Magisterio.

Arráiz y Cía. deben enteder que el Magisterio para ser infalible debe ser definitivo. [Definitivo en Teología quiere decir que debe tener la intención expresa de definir, ya sea en forma positiva ("enseñamos y definimos") o negativa ("sea anatema").]

Por otro lado, lo infalible se dice sólo y estrictamente de la o las oraciones que definen y en tanto lo que definen, y para nada alcanza a los textos argumentativos, justificatorios, etc. que puedan acompañar la o las definiciones.

Si ésa es la regla de interpretación de la infalibilidad, análogamente lo es para todo el resto del Magisterio.

Como el ejemplo que ponen de Santo Tomás de Aquino, el cual es Doctor Universal ("el más santo de los doctores y el más docto de los santos" según León XIII) en cuanto teólogo y filósofo, no porque le gustara el arenque, le asustasen los autómatas o tuviese una letra cursiva horrible.

Finalmente, no me canso de repetir (visto lo que se escribe en ese portal) que la distinción entre Sagradas Escrituras, Tradición y Magisterio es una distinción de razón, no real; por lo que hablar de tradición con T mayúscula o minúscula, Tradición "viva" (como si hubiese una Trad. "muerta"), las citas escriturísticas encadenadas a la manera protestante, etc. pueden servir como método expositivo, pero tienen muy poco valor real en Teología como para afirmar que tal o cual es "hereje". En todo caso podremos decir (y hay que demostrarlo según el método propio de la Teología... que no es el de la apologética moderna filo-protestante) que tal o cual proposición es herética. Arrojar citas "de autoridad" no es para nada suficiente.

Joaquín dijo...

Muy buen artículo. Y muy buena acotación del sr. Kurtz:

Una sola pregunta: No me queda claro que la distinción entre Magisterio, Tradición y Sagradas Escrituras sea de razón.

A mí me parece bien real. Tan real, que le puedo mostrar las Sagradas Escrituras si quiere...

Otra cosa es que estén íntimamente relacionadas, de modo que uno no se entiende sin el otro. Pero que son cosas realmente distintas, me parece que sí.

En fin, quizás hay algo que no veo. Por lo mismo, me gustaría que aclarase el punto, de ser posible.

Le estaría muy agradecido.

Saludos,
Joaquín

Walter E. Kurtz dijo...

El Depósito de la Fe es único. Según qué aspecto del mismo sea el que estamos analizando, hablamos de las SS.EE., o del Magisterio, o de la Tradición. Pero, bajo cierto aspeco, los tres son lo mismo. Las SS.EE. son tradición, lo mismo que el Magisterio. Las SS.EE. son Magisterio, lo mismo que la Tradición. Abrir más la exposición del tema, daría para un tratado, pero si lo pensamos, es relativamente fácil comprenderlo. La Biblia no la escribió Nuestro Señor directamente, sino que recoge la Tradición. La Iglesia docente explica la Tradición y eso es el Magisterio. Etc., etc.

Anónimo dijo...

Ludovicus dijo,

Me parece que el error es poner en el mismo plano las Sagradas Escrituras y la Tradición por un lado con el Magisterio por el otro. Las fuentes de la Revelación son las Escrituras y la Tradición, el Magisterio tiene otra misión, confirmar y corroborar la fe, no generarla. Las Sagradas Escrituras son inspiradas, el Magisterio es sólo asistido para ser inmune del error. El Magisterio no constituye ni la Tradición ni las Escrituras.

La desviación puede haber empezado con quienes hicieron la distinción entre Fuentes remotas y fuentes inmediatas de la Revelación, como si el Magisterio fuera fuente de la Revelación, cuando en realidad es "ancillar" a las otras fuentes. Eso, sumado a cierto gnoseologismo Kantiano que afirma la imposibilidad de poder saber qué es la fe para cualquier fiel, lleva a afirmar cosas tales como la "Tradición viva", en palabras reiteradas del apologeta bolivariano, como si las fuentes de la Revelación recibieran vigencia y vigor del Magisterio, cuando en realidad reciben "confirmación". El mismo error comete el maestrito fray Nelson en su clase, armando un triángulo con las tres "fuentes". Por otra parte, cabe la pregunta de si puede caerse, según el vecino connacional de Arráiz, en la "sola Scriptura" o en la "sola Traditio", por qué no puede caerse en un ultramontanismo o neoconismo que afirma el "solum Magisterium".

Anónimo dijo...

Ludovicus dijo,

Por cierto, el "solum Magisterium" lo inició un señor que dijo o se le atribuye haber dicho, "la Tradición soy yo".

Anónimo dijo...

y ustedes querían cerrar infocaótica¿se acuerdan?
ni lo sueñen...

Martin Ellingham dijo...

Hay algo de Castellani que se aplica:

"Algunos católicos poco instruidos se imaginan quizá la Infalibilidad como un estado de ciencia actual, y al Papa flotando en mares de certidumbre infusa, ideal y sintética acerca de todas las cosas divinas. Si no hay ca­tólicos tan sencillos, protestantes sí que los hay; y de esta gruesa fantasía brota la objeción anglicana que aborda càndidamente Chillinworth, por ejemplo: “Va­mos a ver; si el Papa es infalible, ¿por qué no publica un comentario infalible de todos los versículos de la Es­critura?” Como si dijeran: "Si el Papa es infalible, que resuelva el problema aeronáutico de volar sin motor".

Saludos.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Puede que no hubiera católicos así de simplones cuando escribía Castellani pero hoy yo juraría que los hay en abundancia. Y que a lo de infalible le añaden el carácter de impecable. Esta deformación quizás se explique por el deseo de salvar algo en medio de tanta decadencia de las instituciones católicas pero no deja de ser una deformación que ante determinadas decisiones pontificias como el nombramiento de Müller, la presencia en la Curia de personajes como Ravasi, Filloni, Fisichella, etc...sólo sirve en la práctica para añadir más confusión a la confusión reinante. Es urgente que haya ideas claras sobre la noción y los límites de la infalibilidad pontificia. Cosa imposible si los exaltados infocatólicos no encuentran correctivos eficaces como el que ofrece este blog.

SP5 dijo...

Doctor, sobre el tema de Castellani siempre me gustó esta (nótese el poco miedo que tenían los cátólicos de antaño en meterse en ciertas cuestiones cuando la claridad doctrinal los acompañaba, como Thibon, que a pesar de haber sido un buenazo no dudaba en fustigar estas imbecilidades, o el mismísimo Dante):

"Pedro representa a Cristo y está en lugar de Cristo; y cuando reconoce, confiesa, profesa y proclama a Cristo, habla con la voz de Dios; pero el mismo Pedro como persona privada, hablando por sus fuerzas naturales y con su entendimiento humano, puede decir y hacer cosas indignas, escandalosas e incluso satánicas. Existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el Papa “gloriosamente reinante” en cualquier tiempo “es un santo y un sabio”, “ese santazo que tenemos de Papa”, aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles: lo que cumple es obedecer al Papa y respetarlo en cualquier caso, como Pontífice; y amarlo como persona, cuando merece ser amado. Los defectos y los pecados personales son pasajeros; la función social del Monarca Eclesiástico es permanente". (Las parábolas de Cristo).

Es para preguntase seriamente, ¿cómo se llega a algo tan burdo como es el yerro petinaz del infocatólico, del fetichismo africano?, ¿qué pasó? ... no sé, pero nada que ver con lo que fue ser católico no hace 50 años atrás, hace 2000... ¡Qué pasó!

Miles Dei dijo...

Serñia bueno intentar hacer una síntesis de la deformación de la devoción al Papa en los dos últimos siglos.

La génesis de la devoción contemporánea a la persona e intenciones del Papa arranca especialmente de la pérdida de los Estados Pontificios. Antaño el Papa era perfectamente discernible y visible en lo temporal y en lo espiritual y se entendía que podía manejar hilos mundanos que para nada conculcaban su función magisterial.

Paradójicamente es la devoción a un Papa prisionero en su propia casa que movía a los católicos de todo el mundo a apoyar sentimentalmente al Papa lo que conllevaba el peligro de confundir la condición de soberano mundano (ahora ya no visible por no tener Estado) con la condición de cabeza de la Iglesia de Pedro. Considerada esta nueva situación junto con el cambio de la monarquía medieval a la absoluta y la revolución amenazante el problema adopta una figura teológica característica, expuesta en muchos eventos desde el siglo XIV para acá y que habría estallado últimamente en torno al Vaticano I y la cuestión de la infalibilidad del Papa quedando inconclusa precisamente en definir de modo preciso lo que es la relación del magisterio con la Escritura y la Tradición.

En poco tiempo y una vez resuelta la cuestión romana esa devoción al Papa fue utilizada interesadamente por una parte por los mass media para componer una Iglesia paralela en la publicidad de la misma (Meinvielle) en la que los actos mundanos y particulares del Papa, aún los ambigüos y reprobables, podían ser entendidos como actos magisteriales de la Cabeza de la Iglesia. Los enemigos de la Iglesia han sido unos maestros en esto. Lo vemos hoy día con los libritos del Papa.

Por el otro lado los "nuevos movimientos" de tinte conservador nacerán con una marcada disposición a exagerar esta devoción al Papa más allá de sus justos límites, como pretendiendo afirmar así una romanidad visible en lo material que obviamente no poseen salvo en lo espiritual. Son así un caldo de cultivo acto para que los enemigos de la Iglesia obren la confusión.

La gran figura de Pio XII, el primer gran Papa mediático de cine, periódicos y televisión y muy amado por las gentes, no haría sino fomentar el peligro de exageración de esta devoción. De hecho creo que no se entiende la aceptación sin contestación del Vaticano II sin la sumisión incontestada del orbe católico a Pio XII sabiamente utilizada en los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI. EL lugar más citado por el Vaticano II después de la Biblia es precisamente el magisterio de Pio XII.

El Concilio y su tormenta debería haber sido precisamente un obstáculo a esta exageración de la devoción al Papa. El Papa parecía dejar destruir la Iglesia, por lo que alguna vez debe ser corregido fraternalmente.

La reacción sabia sería entonces el retorno a una distinción tradicional de la figura y persona del Pontífice, pero por el otro, la reacción natural habría seguido por las líneas de la devoción exagerada: así no es de extrañar la aparición del Juanpablismo y su corte de aduladores y fanes que lo apoyan "manque pierda" en su gobierno, mientras que por el otro y como consecuencia de haber exagerado la devoción al Papa, aparece la negación sedevacantista del Papa traidor a la fe. Neocones y tradicones se dan la mano en haber distorsionado la figura del Papa. Para ellos no es tanto la cabeza de la Iglesia para confirmar infaliblemente en la fe recibida como la cabeza absoluta de la Iglesia que decide absolutamente sobre la fe recibida. Para ellos infalible es sinónimo de potestad absoluta.

Y ahí estamos. Supongo que este análisis se puede mejorar mucho y como toda generalización omite muchas cosas, pero creo que nos da a entender porqué hemos llegado a lo que hemos llegado.

Miles Dei dijo...

Sobre el Islam, en particular, es muy interesante como se trata de anular desde "la superioridad" todos los intentos de los eruditos católicos en el Islam en la primera mitad del siglo XX que empiezan a alumbrar una crítica científica al Islam desde la crítica literaria del Corán y de los hechos históricos.
Para mi esa orden desde arriba, que merece un estudio, indica que el problema de querer acercarse acríticamente al Islam está presente antes del Concilio y que este sólo hace recogerlo y ponerlo como norma pastoral.

Supongo que la guerra árabe Israelí del 48 tendrá algo que ver, como también la necesidad de conservar la paz en torno a los santos lugares y sitios donde los cristianos han vivido más o menos bien desde el final de las cruzadas. El tema que repercute en esta norma pastoral es exclusivamente de poder mundano más que teológico.

Martin Ellingham dijo...

SP5:

Muy buena la cita de Castellani. Que además padeció en carne viva estas mentalidades en sus superiores jesuitas. Mentalidades que, cuando acceden al poder eclesiástico, pueden convertir las instituciones y el derecho en picadoras de carne.

Hacer la historia de esta deriva es un tema largo e interesante. Algunos contrarrevolucionarios franceses con su fideísmo han tenido influencia. También los ultramontanos del siglo XIX, que no consiguieron una definición maximalista de la infalibilidad en el Vaticano I, y que reciclaron su pretensión trasladándola a toda clase de magisterio.

En librito de Disandro (capítulos I y II, esquemáticos pero imprescindibles) que subí a scribd hay intuiciones geniales sobre la pérdida de la lectio y la disputatio propias de la universidad medieval

http://es.scribd.com/doc/111324378/Disandro-La-Universidad-y-la-Nacion

Con el descalabro post-conciliar algunos reaccionaron –comprensiblemente- buscando seguridad. Y en esa búsqueda, la referencia más inmediata fue un regreso a la postura ultramontana. Con esa rigidez uno podía blindarse ante el progresismo. Pero si no es capaz de superarla en sentido auténticamente tradicional termina siendo inepto para resolver problemas actuales. Porque se pone la autoridad por encima de la verdad y no se pueden reconocer errores para no debilitar a la autoridad.

Saludos.

Walter E. Kurtz dijo...

Algo de lo que bien dice Miles, intenté plasmar en un comentario que el bueno de Wanderer convirtió en post: La estampita del Coronel.

(Disculpen la autocita, no queda bien, pero evitar repetirme.)

Ricardo dijo...

Todos pretextos filolefebvristas para no obedecer al Vaticano II.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Aunque alguno ya lo ha sugerido yo creo que esta hipertrofia de la valoración de todo lo que hace y dice el Papa puede tener, después del Concilio, una explicación psicologica compensatoria. Es enorme el número de instituciones católicas -especialmente órdenes y congregaciones religiosas, que, habiendo resistido durante siglos a toda clase agresiones, hoy están envejecidas y en proceso de desaparición. Y aun cuando conserven un número de miembros más o menos importante no se ve que les quede mucho del espíritu y leyes de sus fundadores. En otro orden de cosas es especialmente claro y trágico el caso de una nación antaño católica por excelencia como Irlanda. Por eso yo creo que ante esta hecatombe se tiende a "agarrarse" a algo que sigue siendo visible -y que en sí es desde luego esencial al catolicismo- como es el Pontificado romano. Y este "agarrarse" es lo que conduce a esas exageraciones que cuando, para acabarlo de arreglar, se centran en personajes que no son precisamente S. Gregorio Magno o S. Pio X para lo único que sirven es para aumentar la confusión. Sería como un intento de compensación.
Esto lo digo sin excluir las explicaciones que aquí han dado otros comentaristas.
Pero en resumen insisto en que para moverse con claridad de ideas e incluso eficacia en medio de esta crisis de vértigo es fundamental precisar la noción y el alcance exactos de la infalibilidad pontificia.

Anónimo dijo...

El argumento del caniche toy tampoco es convincente.

Ele Efe.

Martin Ellingham dijo...

Ludovicus:

No sólo no los entusiasma sino que su rechazo al dogma de la Trinidad los lleva a decir que los cristianos somos politeístas.

Y los "islamólogos" católicos que cita el jesuita del libro digital enlazado lo sabían muy bien.

Saludos.

Anónimo dijo...

Ricardo volvé a página católica..

Eze dijo...

Hola,

Sólo una precisión epistemológica.

Es preciso distinguir entre:

- Criterio constitutivo de verdad.

- Criterio epistémico de verdad.

El primero es lo que hace que una proposición sea verdadera. Lo segundo es lo que hace que estemos racionalmente obligados a creer que es verdadera.

Ejemplo: el hecho de que la organogénesis del embrión empiece a finales de la tercera semana de gestación constituye como verdadera la proposición 'la organogénesis del feto empieza a finales de la tercera semana de gestación'.

El hecho de nuestras observaciones embriológicas indiquen que la organogénesis empieza entonces es lo que justifica que lo creamos como verdad.

La diferencia se ve en esto: aunque, sin saberlo, resulte que sea falso, si nuestras observaciones nos llevan a creer que es verdadero eso es lo que racionalmente hemos de creer.

Las proposiciones de la fe son verdaderas porque se corresponden a cómo es el mundo. Cómo es de hecho el mundo es el criterio constitutivo de verdad de la fe. Tenemos que creer en las proposiciones de la fe por la Revelación. Ése es nuestro criterio epistémico de verdad.

Abrazos

Martin Ellingham dijo...

Eze:

Interesante precisión. En la Revelación, Dios no puede engañarse ni engañar, razón por la cual el criterio epistémico trasparenta al constitutivo.

Cuando se trata de describir las creencias de los musulmanes, el criterio epistémico es el conocimiento islamológico falible que debe conformarse con lo que de hecho, en la realidad extramental, creen los musulmanes. Lo que se trata de subrayar aquí es que las creencias musulmanas no son objeto indirecto del Magisterio de la Iglesia salvo que sean conexas con la Revelación pública.

Saludos.

Miles Dei dijo...

Para colmo todo esto de los musulmanes es un caso falaz, pues cuando el concilio habla de los musulmanes no hace sino citar una carta de San Gregorio VII al rey musulmán de Mauritania.

La carta tiene un claro contexto de mejora de relaciones tras una liberación de cautivos y en ella el Papa anima a dicha mejora dado que ambos creen en un único Dios compartiendo algunos atributos, pero de diverso modo, tal como se encarga de recalcar el Papa. Lo que quiera que diga es que se trata de un acto del Papa como soberano terrenal y que en absoluto puede ser magisterio sino diplomacia.

Si uno estudia la génesis de Nostra Aetate se da cuenta de que es precisamente la preocupación diplomática de la Santa Seda la que generó dicho documento especialmente en lo que atañe a los musulmanes, muy mosqueados (no sólo ellos sino los prelados católicos orientales que vivían en territorio musulmán) por la apertura a los judíos y los perjuicios que esto podía ocasionar a los cristianos.

Por tanto y sumando dos mas dos según la interpretación de lo que se dice, el contexto en que se dice y la manera en que se dice (el texto oficial lo pone como cita de la carta a Al Nazir) pues tenemos que el rango de esa parte en concreto es simplemente una postura diplomática en la que la única verdad magisterial es que hay un deseo de paz y colaboración terrenal con los musulmanes como acto de gobierno de la Iglesia.

Por tanto no hay cuestiones dogmáticaas implicadas sino mero acto prudencial de gobierno que puede haber quedado muy desfasado por ser hecho en un contexto histórico de hace 50 años.

Pero como Arraiz es un pobre laico el confiesa que adora a Alá y venera a Mahoma su profeta porque se lo dice el magisterio y a ejemplo del Papa Magno da un magno beso al Corán y sus enseñanzas porque el Papa no puede equivocarse ni aún cuando se equivoca.

Martin Ellingham dijo...

"el Papa no puede equivocarse ni aún cuando se equivoca". Es muy buena.

Anónimo dijo...

Me resultan un tanto elevados los términos técnicos de Eze. No obstante, salvo falta de comprensión de mi parte, no parecen coincidir con la definición católica sobre la cuestión de la forma de la fe.

Para la Iglesia el objeto formal “quo” de la fe lo constituye la autoridad de Dios que revela, que es doctrina de fe definida; dicha autoridad es considerada ‘actu revelans’.

Porque Dios se ofrece a la fe con el atributo de la Verdad, será necesario dar significado a los dos aspectos que avalan su testimonio: La Verdad primera o su veracidad y la Vera prima in cognoscendo o sabiduría; ambos atributos son predicados de la Verdad primera.

En cuanto a la revelación divina hay que distinguir la pasiva externa- predicación histórica, documentos, fórmulas- y la revelación activa: sola acción de Dios por la cual ordena su conocimiento a los hombres; esta última revelación es sobrenatural y así mismo conocimiento oscuro y no evidente, diferente de la propia manifestación de sí mismo (visión beatífica o en la contemplativa). Sólo ésta revelación se incluye en el motivo formal de la fe. La razón es clara: nada que no sea divino e increado puede entrar en la motivación formal de la fe.

Hay que precisar, pues, al hablar de la fe, si lo hacemos de la fe divina o de la humana, pues hay también un modo de fe natural en Dios, llamada fe adquirida: asentimiento humano a la revelación sobrenatural auténtica o bien a las vanas creencias y supuestas revelaciones de las falsas religiones; esta fe –la adquirida- es sólo opinión vehemente, como la llamaban los teólogos; una adhesión por motivos históricos, naturales..que no llega nunca a la perfección de la virtud teologal sobrenatural.

Luego la frase siguiente de Eze: ‘Tenemos que creer en las proposiciones de la fe por la Revelación’, debería expresarse así: Tenemos que creer en las proposiciones de la fe por la misma autoridad de Dios, Verdad primera e infinita, que revela.’