jueves, 2 de octubre de 2014

El derecho a la vida y el meapilismo pepero


En una web de información, análisis y opinión, encontramos un artículo un tanto polémico. El autor parece escandalizarse por expresiones como: «la defensa a ultranza del derecho a la vida es simple y llanamente ideología»; «sólo existe una verdad católica absoluta: "tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16)»; «las demás verdades -incluida la vida y el derecho a la vida- son relativas. Esta es la única manera de evitar que los creyentes caigan en el fundamentalismo, sea éste del signo que sea». El problema radica en que estas expresiones, aunque podrían formularse mejor, no son erróneas. Porque el derecho a la vida –en rigor, el derecho a la conservación de la vida física- no es un derecho absoluto, sino que se subordina a otros bienes de índole superior. Otra cosa es que a partir de estas expresiones se quiera anestesiar las conciencias del «meapilismo pepero»* o defender tópicos del liberal-catolicismo, lo que sí nos parece criticable.
La lucha por la defensa de la vida humana inocente, y en consecuencia contra el crimen del aborto, es un objetivo social noble para todo cristiano. Pero la absolutización del derecho a la vida no es compatible con una filosofía cristiana del Derecho y puede convertirse en ideología «vitalista» y burguesa.
Ofrecemos hoy unas páginas de una obra de divulgación que pueden contribuir a poner las cosas en su justo lugar.
4. La vida no es el valor más alto.
(Ni el derecho al respeto a la vida el derecho supremo)
Pero esta exaltación del valor sagrado de la vida no debe reducir la moral católica a la moral burguesa, sin horizonte supra-temporal y trascendente, que termina haciendo en la práctica, muchas veces, precisamente de la vida el valor más alto. Esto se liga también a la concepción hedonista: la vida está para gozarla; la dignidad del hombre consiste en que puede "gozar los derechos", y no gozaría ningún derecho si no tuviera la vida, etc. Sobre esto recomiendo la lectura directa de Veritatis Splendor, a partir de n° 89, p. 136 (v. 2a. parte, preg. n° 20).
Precisamente, como consecuencia de la existencia de actos intrínsecamente malos que por nada del mundo se pueden realizar, aparece la necesidad de "dar la vida" (y si se da la vida quiere decir que preservar la propia vida no es el valor moral más alto), como alternativa normal del cristiano, antes que realizar aquellos actos (VS, n° 90, p. 138). De ahí que el Papa (repito, en la encíclica anterior, VS), comience allí la apología del martirio (pp. 139 y ss.):
Trae los ejemplos de Susana, "es mejor para mí caer en vuestras manos [morir dilapidada]... que pecar delante del Señor" (Libro de Daniel, 13, 22); Juan el Bautista (muerto por el tirano al denunciarle su adulterio -Marcos, 6, 17-19); Esteban (Hechos, 7, 60); Apóstol Santiago, Hechos, 12, 1); Juan Nepomuceno y María Goretti, que "prefirieron la muerte antes que cometer un solo pecado mortal: traicionar el secreto de confesión o fornicar, respectivamente. "...El amor implica obligatoriamente el respeto de sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves, y el rechazo a traicionarlos, aunque fuera con la intención de salvar la propia vida'' (p. 140/1). Sigue nombrando mártires, que son verdaderamente modelos y no grandes insensatos: Ignacio de Antioquía (p. 141). En esta doctrina se continúa la enseñanza del propio pagano Juvenal: "Considera el mayor crimen preferir la supervivencia al pudor y, por amor de la vida, perder el sentido del vivir" (p. 143).
5. Una pequeña reflexión sobre esto
A la luz de lo que decimos, júzguese cómo tenemos que reaccionar cuando en el almacén, en el café, en el trabajo, en la calle, en la escuela, en los medios de educación, se dice: "lo principal es la salud"; "lo peor es la muerte", etc... Eso no es cristiano. Ni es verdadero.
Santo Tomás justifica la muerte del ciudadano por su república, en cuyo caso, si su conducta es referida a Dios, estamos ante un verdadero mártir: II-II, 124, 5, ad 3 [El bien de la república es el principal entre los bienes humanos. Pero el bien divino, que es la causa propia del martirio, está por encima del bien humano. Sin embargo, como el bien humano puede convertirse en divino si lo referimos a Dios, cualquier bien humano puede ser causa del martirio en cuanto referido a Dios.] 
Francisco de Vitoria enseñaba: "Como dicen los mejores filósofos el varón fuerte debiera sacrificar su vida por la república, aunque después de esta vida no hubiera ninguna felicidad" (De la Potestad de la Iglesia, I, q. V, n° 29, p. 302 ed. BAC, versión Urdánoz). 
Fuente:
Hernández, H. «Valor sagrado de la vida y “cultura de la muerte”. (Contenido y significado de dos recientes encíclicas)», en AA.VV. Valor de la vida. Cultura de la muerte, 2ª Ed., CENTOLIAR, Santa Fe (Argentina), 1998, ps. 61 y ss.


* P.S.: sobre este tema hemos incluido un enlace a un artículo de Juan Manuel de Prada que vale la pena leer.  También resulta interesante la entrevista que puede leerse aquí.

16 comentarios:

mecheverria dijo...

Lo que dice esa persona miembro del Opus Dei, en el contexto actual en el que está hablando significa simplemente: no hay nada de malo que el actual Gobierno abortista a marcha martillo tenga ministros del Opus Dei, porque la defensa de la vida del no nacido es algo solo relativamente importante; es más, cuando algún fundamentalista lo considera algo innegociable ese planteamiento se vuelve algo meramente ideológico… Lo cual es simplemente una inmoralidad rampante, una indecencia y una apología del crimen descarada.

Por eso cuando usted dice que “Porque el derecho a la vida –en rigor, el derecho a la conservación de la vida física- no es un derecho absoluto, sino que se subordina a otros bienes de índole superior.” También dicho en el actual contexto en el que seguimos hablando, es simplemente indecente… Porque aparte de la mamandurria y el poder de unos cuantos políticos corruptos miembros del Opus… ¿Qué bien superior está en juego en el mantenimiento de la ley del aborto?

Por eso cuando usted dice:
“La lucha por la defensa de la vida humana inocente, y contra del crimen del aborto, es un objetivo social noble para todo cristiano. Pero la absolutización del derecho a la vida no es compatible con una filosofía cristiana del Derecho y puede convertirse en ideología «vitalista» y burguesa.” La única conclusión que saco es que la Biblia debe ser ideología “Vitalista” y burguesa, pues dice cosas como que la sangre del inocente clama a Dios (Gen 4, 10) u ordena “no mataras” (Ex 20.13)

En cuanto a eso de que «sólo existe una verdad católica absoluta: "tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo unigénito para que todo el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16)» No es que sea que sea mentira es que es una chorrada como las torres gemelas de grande. Porque vamos a ver, si esa es la única verdad absoluta, entonces otras verdades como que Jesucristo es Dios y hombre verdadero y el mandamiento de “No mataras”, ¿Qué son…? ¿Verdades relativas, medias verdades…?

¡Jo’e como está el patio!

Redacción dijo...

mecheverria:

Le sugerimos que lea toda la entrada. Porque cuando decimos que el derecho a la conservación de la vida física no es un derecho absoluto, sino que se subordina a otros bienes de índole superior, en la entrada citamos casos en los que dicha subordinación es clara: martirio, patriotismo heroico... En lo que a nosotros respecta, no vemos que exista ningún bien superior que justifique la ley del aborto.
La conclusión que saca de la Biblia, no se sigue del texto de la Escritura ni de los principios generales que son premisas de esta entrada. Por el bien común, con causa proporcionada, un Estado católico puede tolerar que algunos homicidios queden impunes (mediante causas de justificación, inculpabilidad penal, prescripción, etc.), cosa que –reiteramos- no sucede a con las actuales leyes de despenalización y legalización del aborto.
En cuanto a las verdades “absolutas” (i.e. dogmáticas) se ha de tener en cuenta la “analogía de la fe” por la cual los dogmas están vinculados e implicados de manera inseparable. Romper la “analogía de la fe” es alterar el depósito de la fe por medio de la herejía.

mecheverria dijo...

Ya… Pero entonces, si les entiendo bien, estará usted de acuerdo en dos cosas:

a) Las afirmaciones del señor Carreras sobre la relatividad del derecho a la vida en el contexto en que lo dice (una ley del aborto reafirmada por un gobierno abortista en el que están miembros como él del OPUS) es francamente inmoral.

b) Y más inmoralidad cuando para reforzar su afirmación añade que la única verdad absoluta de un católico es la que a él le parece bien, y dice que las demás son relativas… como serian relativos el mandamiento de “no mataras” o el hecho de que la sangre derramada del inocente clame al cielo…

¿No?

Redacción dijo...

a) La ley del aborto es inicua, inmoral, horrenda...

b) Las verdades divinas (dogmáticas o morales) son absolutas porque así lo ha revelado Dios, no importa lo que diga Carreras o el PP.

Anónimo dijo...

Carreras es un sofista

-la necesaria distinción en materia especulativa es siempre necesaria aunque al mismo tiempo sea una imprudencia; y no puede haber acto moral bueno si no es verdaderamente prudente.

- lo de Carrera es cobardía o traición, lo cual hace que sus disquisiciones seudoteologicas en este momento y circunstancias, aunque acertadas, no dejen de ser una canallada.

- el escapismo a lo especulativo es lo más común cuando se pretende zafar de la amarga realidad, máxime cuando el cuero es de otro y se busca justificar la claudicación pria o de los propios.

Una cosa es hablar del martirio y predicarselo a los demás, y otra muy distinta es serlo .
Sí Carrera y compañía hubieran afrontado lo segundo quizás le creyéramos lo primero.

Siderúrgico dijo...

Off-topic:

Veo con preocupación que han añadido un enlace a la página de Nicolas Senèze. Supongo que saben quien es ese individuo ¿Está la redacción de acuerdo con una sola de las opiniones manifestadas por ese sujeto?

Gracias

Siderúrgico

Redacción dijo...

La página de Nicolas Senèze contiene un archivo de fuentes casi imposible de encontrar completo y ordenado en otro sitio. Las opiniones del autor no las compartimos.

Siderúrgico dijo...

Redacción,

Gracias por la explicación.

Siderúrgico

Redacción dijo...

“creo en menos de un año y medio puede surgir una formación conservadora con principios católicos que se imponga en la derecha española. La Iglesia lo ha evitado todos estos años, pero esa baraja asquerosa que han manejado las jerarquías eclesiásticas obligando a sus fieles a votar al PP se ha roto” (J.M. de Prada)

http://www.elcultural.es/noticias/letras/Juan-Manuel-de-Prada-El-PP-sera-arrasado-en-las-proximas-elecciones/6882

Favila dijo...

Me parece que Prada peca de optimista. No hay ningún atisbo de que vaya surgir ninguna formación con principios católicos. En la derecha antes surgirá algún partido pagano de tintes racistas. En España no existe el voto católico y casi todos los conservadores son abortistas en mayor o menor grado.

Juan Antonio dijo...

En todo este asunto del padre Carreras, el que el derecho a la vida sea "relativo" es lo de menos. No es tanto lo que ha dicho el sacerdote, como la forma de decirlo y el momento escogido para decirlo.

Al final aquí hay una amalgama de dos cosas: por un lado, la tesis del "secularismo cristiano" del profesor Rhonheimer, que ha hecho fortuna dentro de la Obra. Por otro lado, la reedición de la doctrina del "seamless garment" (o "túnica inconsútil"), que utilizó el difunto cardenal Bernardin para intentar desactivar el activismo provida en EEUU.

Claro que el derecho a la vida no es "absoluto". Pero utilizar ese argumento en relación con el tema del aborto suena a justificación de lo injustificable. Y es una cerdada.

Saludos.

Genjo dijo...

Carreras aplica a los que critican a sus muchachos, el mismo argumento que los partidarios del aborto a los provida: son fundamentalistas, quieren imponer su moral a los demás. Carreras es un "progresista de tránsito lento", tal cual.

Isaac García Expósito dijo...

El problema del artículo del padre Carreras es la confusión que crea. Parte de una verdad y es que el derecho a la vida no es un absoluto, por eso, entre otras cosas la pena de muerte es lícita. La cuestión del aborto no está en el derecho a la vida, sino en la muerte del inocente. Las leyes permiten que se mate a un inocente y con esto cae el derecho y la justicia. Por eso, los pro-abortistas intentan justificar que en los primeros momentos de la gestación, lo que hay en el seno de la madre no es un ser humano sino un amasijo de células.

El capítulo que Romano Amerio dedica en Iota Unum a la pena de muerte es clarificador.

Como he dicho al principio, el padre Carrera parte de una verdad para, poco a poco, conducir al lector a la justificación de lo que dice la entrada, el meapilismo pepero y los tópicos del liberal-catolicismo.

Respecto al tema de Juan Manuel de Prada, yo también pienso que peca de optimista. Me pregunto por qué la filosofía católica no ha desarrollado una teoría sobre la democracia - que sigue siendo una buena forma de gobierno, aunque la menos buena -. Quizás no lo haya hecho porque el pueblo escogió a Barrabás.

Johannes dijo...

Acá hay dos confusiones conceptuales en juego. Una se refiere a la conservacion de la vida, y es entre verla como bien y verla como derecho. La otra es entre una persona en general, y una persona inocente. La segunda confusión se resuelve fácil, por lo que me focalizo en la primera.

Una cosa es la vida física de una persona, vista como un bien por esa persona. Es claro que no es el mayor bien, status que corresponde a la vida eterna, el amor de Dios, la participación de la naturaleza divina, distintas maneras de referirnos a lo mismo. Por lo tanto, puede aceptar perderla si es necesario para permanecer en el amor de Dios. "El que pierda su vida por Mí, la salvará" (Mt 10, 39 y Lc 9, 24). "El que pierda su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará" (Mc 8, 35).

Otra cosa muy distinta es el derecho que una persona inocente tiene, frente a las otras personas de la sociedad, de que ninguna de ellas atente directa y voluntariamente contra su vida física. Ese derecho sí es absoluto.

La prueba de esto último es que el deber correspondiente, esto es el deber de no atentar directa y voluntariamente contra la vida física de un inocente, es absoluto, como lo definió solemne y definitivamente S. Juan Pablo II en Evangelium Vitae, de la cual cito dos párrafos:

Por tanto, con la autoridad conferida por Cristo a Pedro y a sus Sucesores, en comunión con los Obispos de la Iglesia católica, confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. Esta doctrina, fundamentada en aquella ley no escrita que cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio corazón (cf. Rm 2, 14-15), es corroborada por la Sagrada Escritura, transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal (Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 25).

La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno. En efecto, es una desobediencia grave a la ley moral, más aún, a Dios mismo, su autor y garante; y contradice las virtudes fundamentales de la justicia y de la caridad. «Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante. Nadie además puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo» (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona, sobre la eutanasia (5 mayo 1980), II).

Johannes dijo...

Comento aparte, para no mezclarlo con el tema principal, que disiento total y absolutamente con la afirmación de Francisco de Vitoria citada al final. Para mí, es clarísimo que el amor de Dios, la vida eterna, es la UNICA razón válida para sacrificar la vida física.

Y esto no sólo como cristiano, sino tambien si hipotéticamente hubiese vivido sin conocer la Revelación y, aplicando lo que dice S. Pablo en Rom 1, 19-20, hubiese creido en Dios de acuerdo al teísmo filosófico. Esta "fe filosofica natural", requerida en principio a todo ser humano, necesariamente incluye la inmortalidad del alma y la recompensa despues de la muerte, como enseña Heb 11, 6: "sin fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a Dios ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan."

Aclaro que "recompensa despues de la muerte" no implica necesariamente "visión beatífica", lo cual es el error de de Lubac. Dios podria haber dejado al hombre con un fin de felicidad natural, un "limbo de los justos" de duracion indefinida. La vision beatifica es infinitamente mejor que ese limbo, pero ese limbo es a su vez infinitamente mejor que el infierno.

Junípero dijo...

Soy de la opinión que el principio que ilustra el artículo -no comprendo cuál es la posición de los autores del "blog" y cuál la del autor- no es correcta.
Allí se mezclan de manera inconveniente distintos órdenes del conocomiento y diversas materias simplemente por razón de la semejanza de las palabras, de modo que lo que puede ser apreciado como verdadero en un cierto renglón, veríase falso en otro.
Así, en cierto modo -por ejemplo como don divino y medio de salvación eterna- el derecho a la vida es verdaderamente absoluto y acreedor a una condigna defensa, y en otro sentido podría no serlo, ni absoluto ni defendible; claro es, según el punto de mira que se tome.
Así por ejemplo: La vida ajena inocente siempre es un derecho absoluto a defender y respetar; cuando deja de ser inocente, puede recaer sobre ella la sanción que la quite; cuando se amenacen las vidas de toda una sociedad, es justo requerir el sacrificio de algunos, y para ellos darlo, para su protección. Por otro lado y como argumento distinto y de otro orden, si es justo que se de la vida por el bien común, generalmente no le es lícito al gobernante pedirlo, sino virtuoso al ciudadano el darlo; y así sucesivamente.
El caso de "dar la vida" por la supervivencia de bienes considerados superiores, no son más que el sacrificio de una o alguna vida -oblada por lo general voluntariamente- para salvar las de los demás, lo cual es cosa muy buena y alabada por Nuestro Señor Jesucristo. De ello se desprende que la vida de lo amado vale la del amante; luego, la vida vale como bien absoluto frente a ... la vida.
Esto, que parece una sosa perogrullada a pesar de ser verdad, es lo que dicen los que discursean sobre este asunto sin centrarse en razones bien fundadas y mejor elegidas.
Por lo tanto, creo que el artículo sólo agrega confusión donde los católicos deberíamos poner buena doctrina basada en razonables y útiles distinciones.
J.