sábado, 28 de febrero de 2015

Familias numerosas


Familia Duggar.

Sabido es que la Iglesia elogia y tiene en alta estima a la familia numerosa. Pero la procreación es una actividad humana, no mera reproducción animal, que se ha de regular por la prudencia cristiana. En los casos concretos, la decisión de tener una familia numerosa, supone la previa decisión prudencial de los cónyuges. Como toda obra cristiana, la descendencia es un don de Dios, que se recibe. El generoso con los padres es Dios, que les concede el regalo de los hijos y lo necesario para educarlos cristianamente. No es que los esposos deban «ser generosos» con Dios proponiéndose el bien de una familia numerosa —con criterio cuantitativo: cuantos más hijos, mayor virtud—, porque como es algo tan bueno, Dios los ayudará con toda seguridad. No es verdad que lo que más cuesta sea lo más meritorio y santificante para los padres. Es la intensidad de la caridad lo que da el mérito al obrar.
Desde una perspectiva meramente cuantitativa, pareciera que la Iglesia estima por igual a cualquier familia numerosa. Sin embargo, la realidad de las familias numerosas es variable y puede ser el resultado de distintos comportamientos morales, como lo expresan estos párrafos que transcribimos a continuación: 
«Hay dos clases de familias numerosas. Primero, la familia numerosa salvaje, aquella que todavía hallamos en las carretas y en los tugurios, la familia que se abandona a los instintos, que no prevé nada, que da numerosos hijos no porque los desee, sino porque vienen sin pensarlo, y que los deja crecer en el abandono. Esas familias no denotan virtud alguna en los padres, los cuales a veces ni siquiera están casados y educan mal o no educan en absoluto a sus hijos. En los barrios populares de las grandes ciudades se encuentran mujeres cargadas de hijos, nacidos de padres diferentes, que ni ellas mismas son siempre capaces de determinar.
En el extremo opuesto hallamos la familia numerosa civilizada, la de los esposos reflexivos y previsores que se dan cuenta de las cargas que asumen y de los sacrificios que se imponen al poner muchos hijos en el mundo y aceptan cargas y sacrificios porque saben que, en el orden natural, no hay nobleza más alta que educar una numerosa familia y hacer de sus hijos los continuadores de la tradición familiar. Esas familias están en la cumbre de la moralidad familiar; dan el ejemplo del sacrificio de los goces inferiores en aras de las virtudes ideales. Constituyen una minoría selecta y dan ejemplo de valor, a veces de heroísmo. Pero la virtud que ellas practican exige tal fuerza moral, que no debe sorprendernos que su número sea reducido.» (LECLERCQ, J. LA FAMILIA SEGÚN EL DERECHO NATURAL. 4ª ed. francesa, 1958; trad. esp. Ventosa, Herder, 1961, pp. 215-216).


15 comentarios:

Favila dijo...

Cuando se cantan las virtudes de la familia numerosa se sobreentiende que uno se refiere estrictamente a la familia numerosa cristiana, es decir, la que está casada por la Iglesia y tiene los hijos dentro del matrimonio, no a los clanes que se puedan formar en el extrarradio como fruto de diversas correrías con concubinas y prostitutas.

Por eso parece un tanto malintencionada esa distinción que intenta hacer el Sr. Leclercq. En todo caso, llama la atención que estos autores siempre se refieran con cierto desprecio a los pobres y los habitantes de barrios bajos, como si éstos fueran los únicos focos de inmoralidad. En este caso los caracteriza como bestias salvajes abandonadas a su instinto. Los barrios de la alta burguesía al parecer son un foco de virtudes cristianas y excelsa humanidad. Escama que la preocupación de estos moralistas con aires ingleses siempre se dé con respecto a la natalidad de los pobres, nunca con respecto a la natalidad de los ricos.

Tanta prudencia y tanto cálculo racional podrían resultar suicidas para los católicos. En esta vida la calidad es importante, pero no es el único criterio a considerar. La cantidad también puede ser importante en algunos casos, y de hecho es condición necesaria para hablar de calidad: no puedo valorar la calidad de algo que sencillamente no existe o tiende a la extinción.

En el fondo podría ser una imprudencia guiarse exclusivamente por un criterio cualitativo cuando en Occidente hace décadas que no se alcanza la tasa de reposición y las familias católicas se van disolviendo también como azucarillos. Me deja seriamente preocupado esa gran traca final, en la que Leclercq dice que si las familias actuales tienen pocos hijos es precisamente por su enorme virtud, y no como creíamos algunos aguafiestas por estar al margen de la moral cristiana tradicional. Sin duda, vivimos en el mejor de los mundos.

Redacción dijo...

Favila, un dato que no está en el fragmento de Leclerq, pero sí en el capítulo: “en la práctica, teniendo en cuenta todas las circunstancias concretas, parece que, como término medio, no acostumbra a nacer más de un hijo cada dos años. Si descontamos los matrimonios estériles, los que por diversas circunstancias, separaciones, enfermedades, no pueden tener niños regularmente, y si tenemos en cuenta todas las circunstancias que modifican el curso normal de las cosas, podemos afirmar que las familias de diez o más hijos siempre serán excepción” (p. 206). Luego trata el problema de la superpoblación y el de la despoblación, pero no podemos trascribirlo todo en una bitácora.

sofronio dijo...

El autor de este planteamiento tan demagógico y simplón, Jacques Leclercq, ya a principios de 1960, se mostraba entusiasmado con el Vaticano II, con el que compartía,
según el mismo dijo, muchos valores.

Su obra es un intento fallido de desarrollar el pensamiento moral de Santo Tomás, en las postrimerías de la última escolástica, ya totalmente desviada que sostiene a la escondida bestia del modernismo entre los urinarios de los seminarios.

Así, este "intelectual católico" solo puede ofrecer irenismo moral o eclecticismo ético.

En su libro, "Las grandes líneas de la filosofía moral", nos ofrece su verdadero rostro: el eclecticismo. Lo mejor, dice este vendedor de elixires para el dolor de muelas, es escoger lo bueno de cada uno (se refiere a Kant y a Sheler) para obtener una visión completa de la visión moral.

He aquí Prometeo, del cual no puede salir más que la caricatura de la doctrina católica que se nos presenta en este artículo. Visión alejada absolutamente de la verdadera doctrina católica expuesta en la Casti Connubii de Pío XI, que aconsejo encarecidamente leer sin intermediarios blogueros.

Si tan sólo un lector lee Casti Connubii de Pío XI, doy por bien recibidas todas las críticas que reciba a renglón seguido de mi comentario, por la boca de los falsos tradicionalistas. Porque las claras palabras del papa pondrán en su verdadero sitio esta cita del modernista J,. Lecrerq que se nos propone leer.

Que se nos proponga esta lectura cuyo pensamiento carece del mínimo rigor, no me extraña en el blog; uno está acostombrado. Lo que me parece insólito es que algunos de los sacerdotes - autidicentes tradicionalistas con sotana incluida- que sé con certeza que leen este blog no digan nada de nada. Prefieren no perder la pose y no asomar la patita. Si así se compartan en un sitio donde hasta el nick está protegido por el anonimato, a nadie le extrañará la situación actual que vivimos en la Iglesia.

Por último, un ruego: Si va a mutilar el comentario,como ma ha hecho en otras ocasiones, sea honesto y no lo publique.

Redacción dijo...

Sofronio:

Blogger no permite “mutilar” comentarios, a diferencia de otras plataformas. Una de tres: el comentario se publica tal como lo recibe Blogger; el comentario se borra porque la Redacción decide no publicarlo; o, el comentario va a parar a “spam” por razones ajenas a nuestra voluntad. La insinuación de que “mutilamos” comentarios –deliberadamente y por nuestra propia iniciativa- no sólo es falsa sino que además es técnicamente imposible para nosotros.

Si Ud. considera que aquí se “mutilan” sus comentarios, sugiriendo o afirmando una deslealtad de parte de la Redacción, lo invitamos a reconsiderar su opinión o a buscarse otra bitácora de su agrado. Porque tal cosa nunca ha ocurrido de nuestra parte e, insistimos, nos resulta técnicamente imposible.

No compartimos buena parte de las opiniones que expresa en el comentario precedente. Pero como es un tema sobre el cual ya hemos expuesto nuestra opinión, que se basa en autores probados que escribieron sobre el tema en tiempos de Pío XII, no vamos a detenernos a dar respuesta a cada uno de los puntos que ahora plantea. Es posible que en el futuro publiquemos algo más sobre el tema.

Saludos cordiales.

Redacción dijo...

Sofronio sugiere la lectura de Casti Connubii. Nosotros compartimos la sugerencia pero con un agregado para evitar malos entendidos: la lectura de las notas al pie de dicho documento, de modo especial cuando remiten a otros documentos precedentes que tratan sobre el onanismo conyugal, práctica esencialmente distinta por su objeto moral de la continencia periódica.

Anónimo dijo...

Leclerq alaba a la familia numerosa, lo que dice es hermoso: habla de sacrificio, dice que no hay nobleza más alta que educar una familia numerosa y coloca a estas familias en la cumbre de la moralidad familiar porque dan ejemplo del sacrificio de los goces inferiores en aras de las virtudes ideales e incluso ejemplo de heroísmo. Eso y más son las familias numerosas pero para algunos cuál es el problema con su discurso? que menciona que no debe sorprendernos que su número sea reducido. Totalmente cierto. Y aquí como en todo interviene la gracia y la vocación.

El comentario de Favila y Sofronio demuestra que no se puede distinguir entre familia numerosa prudente de la imprudente porque te tildan de malintencionado, clasista o racionalista. "Ah, tú eres clasista" solo los ricos pueden tener familias numerosas. "Ah, tú eres racionalista" no tienes fe en la Divina Providencia. Ni somos clasistas ni somos racionalistas. Hablamos de realidades y de prudencia, de vocación a tener familia numerosa y de la gracia divina que te impulsa a obrar y a perseverar en esa obra. No me sorprende que sean una minoría.

B.A.




Martin Ellingham dijo...

Lo que Leclercq describió en 1958 sobre la familia numerosa “salvaje” (poco feliz, el término) en una primera lectura pareciera un planteo clasista o despreciativo hacia los pobres, fruto de prejuicios. Pero en la Argentina de hoy se encuentra con bastante frecuencia, en las villas miseria urbanas, o en zonas rurales pauperizadas, a estas familias “salvajes”. Tal vez en Europa ya no se vea esto. Aquí existen estas familias, en las que el abandono de su finalidad educadora, coexiste con otros desordenes morales (p.ej., incesto, abuso intrafamiliar), con la utilización de los niños en actividades criminales (p.ej. robos, tráfico de drogas); o en casos menos graves, con el cobro de distintos subsidios estatales asociados a la mera tenencia de hijos (AUH, etc.).

Anónimo dijo...

"Aquí existen estas familias, en las que el abandono de su finalidad educadora, coexiste con otros desordenes morales (p.ej., incesto, abuso intrafamiliar), con la utilización de los niños en actividades criminales (p.ej. robos, tráfico de drogas)"
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No solo en Argentina, desde México hasta la Patagonia, en el "continente de la esperanza", en una de las reservas de la fe católica, hoy son mayoría esas familias "salvajes", y no se puede decir que no son católicos, los padres y los hijos son bautizados católicos y si hacen una encuesta responden que son católicos. La reflexión de Mons. Suárez Inda refleja esta triste realidad: "México con 92% de católicos y con tanta violencia, es absurdo". Si somos países de mayoría católica ¿por qué tanta violencia y delincuencia? La respuesta está en las familias: los padres no educan a sus hijos para ser verdaderos hijos de Dios. Son familias numerosas "salvajes".

Me parece que en este tema de la fecundidad católica ocurre lo mismo que con el papado. Para "el mundo" los católicos creemos que el Papa nunca se equivoca. Lean esta nota sobre las imprudencias del Papa Francisco:
"Las recientes imprudencias del papa Francisco, que esta semana causaron un “choque diplomático” con México, demuestran que el pontífice dejó de ser “infalible” y comete errores como todo humano"
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/article11135294.html#storylink=cpy

Descubrieron la pólvora! el Papa comete errores como todo ser humano... Este error o falta de comunicación de la doctrina católica, como bien dice el padre Castellani, "nos vuelve la irrisión de los infieles".

En el tema de la fecundidad ocurre lo mismo. El "mundo" cree que los católicos promovemos la "ideología de la fecundidad a ultranza" (Juan Pablo II dixit) y "nos vuelve la irrisión de los infieles" precisamente por la negación a distinguir entre familia numerosa católica, practicante, y prudente, de la familia numerosa bautizada católica pero no practicante cuyos imprudentes padres han abandonado su finalidad educadora. Porque no se trata únicamente del aspecto material: alimentación, vestido, vivienda digna y por eso es falsa la acusación de falta de fe en la Divina Providencia o clasismo. Lo material es importante pero lo más importante es la educación de los hijos en la fe católica.

B.A.

Anónimo dijo...

GASTON: En algún sitio he visto la expresión "natalidad instintiva" para referirse a lo que otros llaman "natalidad salvaje". Mucho más correcto esto último.

Favila dijo...

En Europa también tenemos villas miseria y barriadas conflictivas.
¿Hay algún estudio que pruebe que los abusos sexuales se dan con mayor frecuencia en las familias numerosas y pobres? Me da la impresión de que ésta es una leyenda de la Revolución Industrial hábilmente explotada por los neomalthusianos de la época. Según mi observación, la corrupción sexual tiene mayor relación con los ambientes acomodados.

Pero como es un tema algo subjetivo, centrémonos en lo importante. ¿De dónde deducís que a mayor número de hijos menor capacidad para educarlos? Mi padre, con 13 hermanos, tenía una educación exquisita. Yo, con solo un hermano y con más medios materiales, no le llego a la suela del zapato. La generación actual de jóvenes suele tener como mucho un hermano, y si por algo destaca esta generación es por su falta de educación a todos los niveles, sobre todo si se compara con generaciones anteriores donde las familias numerosas eran la norma y no la excepción. De modo que algo está fallando en esa ecuación.

Tampoco creo que el tener muchos hermanos haga infelices a los niños o los deje más desvalidos. Precisamente si algo llama la atención de los niños del Tercer Mundo es que tienen un brillo en los ojos que los nuestros, absorbidos por las pantallas, hace décadas que han perdido. No hay color entre los niños que corretean en la plaza Tahir y los que, enfrascados en sus móviles, han dejado desiertos nuestros parques. Igualmente la red familiar es muy importante a la hora de tener cierta seguridad en la vida. La crisis en España se está sobrellevando gracias a la extensa red familiar que pervive de la época de nuestros abuelos. Pero ¿quién apoyará a los que hoy son hijos únicos cuando se queden sin trabajo? ¿Quién cuidará de sus padres cuando sean viejos?

De Leclercq y de algunos comentarios queda la impresión de que no se trata tanto de defender a los que, en uso de su libre albedrío, decidan tener una familia normal mediante la continencia --algo que nunca se ha puesto en duda--, sino de estigmatizar a quienes, haciendo uso de ese mismo albedrío, deciden tener una familia numerosa. En el mismo uso de "familia numerosa" parece haber un estigma. ¿Por qué es necesario poner el adjetivo de "numerosa" a una familia que era la normal hace dos generaciones?

Martin Ellingham dijo...

Favila:

1. No quiero comparar la pobreza europea con la Argentina, entre otras razones porque en Europa funcionan unos servicios públicos de salud y educación difícilmente asimilables a los del llamado “tercer mundo”. Aquí villa miseria suele significar, sin exagerar, una casa de cartones, maderas y chapas, de 20 m2. No es prejuicio neomalthusiano sino algo que aquí le pueden transmitir personas con mucha experiencia en el campo y sin prejuicios antinatalistas: el hacinamiento permanente de estas parejas ensambladas, con hijos de diversas edades y sexos, en un pequeño espacio físico puede crear condiciones que faciliten el incesto o el abuso intrafamiliar. Lo cual no niega que en sectores acomodados se den otras formas de corrupción sexual.

2. No hay una regla determinista: a mayor número de hijos menor capacidad para educarlos. Entiende el autor por familia numerosa “salvaje” la que se integra por dos elementos: cantidad de hijos y falta de voluntad de educarlos (=abandono, lato sensu). O sea que a la cantidad se suma el abandono, que puede no ser total pues conservan la tenencia de los hijos, sino la despreocupación por educar a la prole.

3. Leclercq aclara en su obra que en ese contexto está empleando una noción sociológica y descriptiva de familia “numerosa”. Así por ejemplo dice: “otras que hoy [1958] se llaman numerosas y que antaño eran normales, familias de cinco a diez hijos” (p. 206). Porque está explicando las distintas causas que concurren al descenso en la natalidad y en apartados siguientes no ahorra críticas al neomaltusianismo. Tampoco estigmatiza a las familias numerosas que educan a sus hijos: “desde cualquier punto de vista, las familias numerosas son las que realizan el ideal familiar” (p. 207); y reconoce que “en las familias numerosas los hijos están menos mimados, tienen que subordinar sus caprichos a la marcha general de la vida familiar” (p. 207).

Insisto, definitorio de la familia numerosa “salvaje” es: cantidad + la desistencia en la finalidad educativa. También puede ser “salvaje” la familia de un solo hijo… Pero no eso lo que está describiendo y comparando el autor.

Saludos.

Anónimo dijo...

GASTON mi comentario ha quedado confuso. Lo que propongo es la expresión natalidad instintiva en lugar de salvaje

Facilitador multimediático dijo...

Es posible que para algunos europeos sea difícil hacerse una representación mental adecuada de la realidad latinoamericana a la que alude Martín Ellingham. Por lo que sugiero un par de recursos que pueden facilitar una percepción correcta de esa realidad, en su instancia argentina, a los niveles cuantitativo y cualitativo.

Para el nivel cuantitativo, los mapas de este sitio, del cual sugiero elegir la provincia en forma de bota, donde está la ciudad de Rosario. Noten en ésta la proporción de las áreas en violeta con respecto a la superficie total.

http://www.mapaasentamientos.com.ar/

Para el nivel cualitativo, basta elegir un tramo cualquiera de algunos minutos dentro de los 87 que dura el siguiente video grabado en la ciudad de Rosario, que registra el recorrido en forma de L de un tren dentro del área violeta que incluye la intersección de Av Pres. Perón y Bv. 27 de Febrero.

http://www.youtube.com/watch?v=XKUpMjx4s7s

Anónimo dijo...

Un ejemplo de familia numerosa "salvaje": hace mas de una década conocí a una joven discapacitada de 20 anos y me interesé por ella. Comencé a visitarla en su casa y me enteré del drama que era su vida. Se quedó paralítica porque sus padres no la llevaron a vacunar (y la vacuna era y es totalmente gratuita) la madre llevó a vacunar a sus siete hermanos, a ella no la llevó. En ese hogar no había amor por ningún lado, parecía como si todo se hacía por instinto. Ella era considerada una carga pesada. Sus hermanos le decían "por que no te mueres?" Le decían que seguramente Dios la había castigado. Sus padres totalmente indiferentes. Y mejor no hablo de la pobreza en la que se encontraban. Cuando la conocí ella no quería vivir y le rogaba a Dios que la recogiera. Al menos no había perdido la fe. Comencé a enseñarle lo que sus padres nunca le enseñaron. Primero, que Dios la ama, segundo, que sus padres y hermanos estaban equivocados y que tenia que perdonarlos, tercero, que ella era una persona digna y capaz de valerse por si sola. Le enseñé a pedir "por favor" y "gracias" y a disculparse cuando cometía un error. Pronto comprendió que con esas dos palabras se le abrían las puertas. Como nunca la llevaron al doctor ni le hicieron terapia sus manos también están paralizadas. Comenzó a pedir "por favor" que le alcanzaran todo, por favor le dieran de comer, por favor le cambiaran la ropa, y "gracias", antes exigía y de muy mala manera. Sus hermanos se dieron cuenta del cambio y comenzaron a ayudarla con mejor ánimo. Cuando la conocí tenía miedo de salir de su casa. La anime a confiar en la Divina Providencia, le enseñe a tomar taxi y a pedir por favor al taxista que la suba al taxi y después a su silla de ruedas en la maletera. Hasta el día de hoy ni un solo taxista se ha negado. Ahora es independiente. Se mueve de un lugar a otro completamente sola con una gran fe en Dios y nunca le ha fallado. Comenzó a ganar mas confianza en si misma y a trasladarse de la provincia a la capital en bus completamente sola. Nunca falta quien la cargue a ella y a su silla de ruedas. Hoy tiene un trabajo estable y mantiene a sus padres ancianos. Ahora todos la miran con respeto y admiración. Y en su tiempo libre evangeliza. Es laica consagrada. Y ha conseguido varias conversiones.

Lo que quiero decir es que yo tuve que enseñarle lo que sus padres nunca le enseñaron: perdonar, buenos modales, ética: no robar, no mentir, etc. Felizmente fue dócil a pesar de que ya tenia 20 anos.

Por "salvaje" yo entiendo ausencia de educación cristiana a pesar de que la persona es bautizada católica. Nada que ver con el neomalthusianismo. Son numerosas por instinto.

B.A.

Anónimo dijo...

Por fin algo coherente en este sitio, el testimonio de BA.