jueves, 27 de agosto de 2015

El Syllabus es claro (1)





El Syllabus es tan claro que  no necesita interpretación. Esto es lo que muchas veces se dice. Pero la historia es rica en ejemplos de distintas interpretaciones, dentro y fuera del catolicismo.
Para ilustrar un poco el punto, se puede tomar un ejemplo a partir de la proposición 63, que condena:
Negar la obediencia a los Príncipes legítimos, y lo que es más, rebelarse contra ellos, es cosa lícita.
Una primera lectura daría lugar a dos afirmativas:
1ª. Negar obediencia a los gobernantes legítimos es ilícito.
2ª. Rebelarse contra los gobernantes legítimos es ilícito.
¿Quiere esto decir que para Pío IX hay que obedecer cualquier cosa que mande el gobernante y nunca es lícito rebelarse contra un gobierno legítimo? ¿El Syllabus defiende la “obediencia extrema” o servil a los gobernantes legítimos? ¿No dice la Escritura que a veces hay que obedecer a Dios antes que a los hombres? ¿Y la resistencia? ¿Y Tomás Moro?
En su tiempo el obispo Dupanloup aplicó algunas reglas de interpretación al Syllabus. Una es que, en buena lógica, la condena de una proposición no implica la afirmación de su contraria, sino de su contradictoria. Transcribimos la explicación del obispo para que se entienda mejor:
“Es una regla elemental de interpretación que la condena de una proposición, reprobada como falsa, errónea, e incluso como herética, no implica necesariamente la afirmación de su contraria, que podría ser frecuentemente otro error; sino solamente de su contradictoria.
La proposición contradictoria es aquella que simplemente excluye la proposición condenada. La contraria es aquella que va más allá de esta simple exclusión…
El Papa condena esta proposición: “Negar la obediencia a los Príncipes legítimos, y lo que es más, rebelarse contra ellos, es cosa lícita” (Prop. 63)
 Se finge que de allí se concluye que, según el Papa, rehusar la obediencia no está permitido jamás, y que siempre se debe inclinar la cabeza ante la voluntad de los príncipes. Esto es dar un salto al último extremo de la contraria, y hacer consagrar por el Vicario de Jesucristo el despotismo más brutal, y la obediencia servil a todos los caprichos de los reyes. Esto es la extinción de la más noble de las libertades, la santa libertad de las almas ¡Y he aquí lo que lo se le hace afirmar al Papa!”
El Syllabus es un documento redactado por teólogos. Se necesita una hermenéutica teológica, la cual supone reglas de interpretación, distinciones y matices. Sin un mínimo de interpretación, del Syllabus se sigue cualquier cosa...


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Acabo de leer este interesante artículo. ¿Tenéis algún articulo en el blog sobre el desastre de la exégesis bíblica post-conciliar?

http://gloria.tv/media/QSH3Ct56pcW

Camilo

Anónimo dijo...

Abajo en la primera entrada de esta interesante explicación sobre el syllabus Juan V.P. dice que "es muy posible" que el Papa cuando condenó el progreso no se refería al progreso científico y por eso él utiliza el internet. Esa es una interpretación de la proposición 80, luego, no es tan clara que digamos...

Redacción dijo...

La versión aprobada del Syllabus fue precedida de 12 años de trabajo y tuvo 8 versiones distintas. Fue redactado principalmente por el barnabita Bilio. ¿Quién era Bilio? Un teólogo…

Favila dijo...

Hombre, Anónimo, está claro que usar moderadamente internet no es pecado. Pero habría que decir muchas cosas sobre internet y sobre los nefastos efectos que está produciendo en la sociedad. No se entiende que los católicos permanezcan mudos ante la cuestión o bien sean los mayores entusiastas.

Sé que no es el tema de estas entradas. Apunto la cuestión por si se animan a tratarla en un futuro. Las tesis del diablillo eran muy acertadas.

José María Permuy rey dijo...

Pío IX condena la desobediencia y rebeldía frente al gobernante LEGÍTIMO.
Así pues, frente a un gobernante ilegítimo en origen o en el ejercicio de su gobierno, la desobediencia y rebeldía puede ser lícita, sin que ello contradiga la proposición condenada por Pío IX y sin necesidad de recurrir a la interpretación de Dupanloup.

Martin Ellingham dijo...

Un príncipe puede ser legítimo de origen, conservar su legitimidad de ejercicio, y sin embargo dar mandatos concretos inmorales, e.g. ordenar mentiras oficiosas (pecados veniales). Se le debe desobedecer en tales casos, aunque las órdenes no tengan gravedad para tornarlo gobernante ilegítimo removible.