Si el racionalismo hacía de la razón única fuente del conocimiento humano, y el semirracionalismo exageraba sus capacidades naturales; en el lado opuesto, habría una reacción signada por la desconfianza en la razón humana: fideísmo y tradicionalismo*. No son dos sistemas completos, ni en filosofía ni en teología, desplegando casi toda su fuerza en el campo teológico sobre los problemas apologéticos.
- Fideísmo. La principal característica de
este movimiento fue una crítica cerrada contra la razón humana -convertida por
los racionalistas en el criterio único de verdad- en favor de una exaltación
exagerada de la fe, fundamento de sí misma y capaz de reconocer la verdad de la
revelación sin ninguna necesidad de signos exteriores o de motivos de
credibilidad. Las desviaciones del fideísmo
fueron condenadas varias veces por el Magisterio, sobre todo con Gregorio XVI,
Pío IX y finalmente por el Vaticano I, donde se reconoció expresamente la
posibilidad de conocer a Dios «con la luz natural de la razón humana».
- Luis Eugenio Bautain (1796-1867), médico, filósofo y
profesor en la Universidad
de Estrasburgo, es un representante cualificado del fideísmo en el siglo XIX.
Nacido en el seno de una familia profundamente cristiana, llegó a perder la fe,
influenciado por el agnosticismo kantiano. Con ayuda de la piedad y el saber de
Luisa Humann, recuperó su fe religiosa (1822), y reunió alrededor de si un grupo
de jóvenes, algunos de ellos judíos, que no tardaron en convertirse al
catolicismo (M. T. Ratisbonne, Goschler, Level, etc.). Ordenado sacerdote en
1828, muy pronto fue encargado de la dirección del Seminario
diocesano (1830) por el obispo de Estrasburgo. Pronto comenzaron los
conflictos. Su formación kantiana, la experiencia de su prop1a conversión y un
deseo de modernidad unido a su falta de formación teológica sistemática, le
hicieron buscar un acceso a la fe, compatible con su desconfianza en la razón.
En sus sermones en la catedral de Estrasburgo combatió la escolástica,
tildándola de racionalista; en sus enseñanzas sostenía la incapacidad de la
razón para demostrar los motivos de credibilidad. Tomando las ideas del
romanticismo católico de Baader y del tradicionalismo de Bonald, afirma que la
razón es como un sujeto pasivo en el cual se recibe el conocimiento cierto de
la verdad, lo mismo que la vida se recibe de un germen procedente de un sujeto
previo. Así, la fe (fideísmo), transmitida a por medio de hombres
extraordinarios (tradicionalismo) en la Iglesia y en la Palabra viva de la Sagrada Escritura ,
es la última garantía de las certezas metafísicas que constituyen los motivos
de credibilidad.
El
obispo intervino rápida y drásticamente: 1) escribió una instrucción pastoral
en la que denunció los errores de Bautain (15-IX-1834); 2) removió de la
dirección del seminario a Bautain con su grupo; 3) envió una relación de lo
hecho a Gregorio XVI, quien aprobó estas medidas por medio de un Breve
(20-XII-1834), y expresó su confianza en que Bautain se sometiera. En efecto,
el 18 de noviembre de 1835, Bautain firmó las seis proposiciones que le
presentó el obispo. Aunque emanadas de una autoridad local, estas proposiciones
tienen un valor universal, ya que fueron respaldadas por la Congregación del
Índice con ocasión de la causa de Bonnetty.
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* Cabe aclarar que en este contexto histórico tradicionalismo no designa al movimiento católico de resistencia a las novedades del Vaticano II.
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