sábado, 27 de octubre de 2018

Racionalismo y fideísmo (2)


El semirracionalismo intentó cierta vía media entre el naturalismo racionalista y las posiciones católicas. No negaba la revelación divina, ni la existencia de verdades de fe, pero tendía hacerlas entrar a la una y a las otras bajo el dominio de la razón humana. Los semirracionalistas no negaban los misterios sobrenaturales pero pretendían explicarlos plenamente con la luz exclusiva de la razón.
En este contexto, el Concilio Vaticano I defendió la trascendencia de la fe afirmando que la verdad de los dogmas, incluso en su formulación, está más allá de las capacidades de comprensión puramente humanas.
El magisterio pontificio anterior al Vaticano I condenó los errores más notables de los tres representantes del semirracionalismo: Hermes, Günther y Frohschammer.
- Jorge Hermes (1775-1831) fue, como tantos otros, víctima del buen deseo de hacer a sus contemporáneos más comprensible la fe. Sus lecturas de Kant y de Fichte lo sumergieron en una crisis religiosa profunda; para salir de ella, sólo vislumbraba un camino: el de la duda objetiva, como condición previa. Para salir de esta duda, exigía un análisis científico capaz de postular un asentimiento necesario de la razón teorética, y un consentimiento necesario de la razón práctica.
Este método de acceso a la fe tropezaba con una seria dificultad: ¿cómo explicar la libertad y la sobrenaturalidad de la fe? Hermes distinguía entre la fe de la inteligencia y la fe del corazón, vivificada por las obras. Así, cuando se trata de Dios y las cosas divinas, la fe de la inteligencia es igual que la creencia en cualquier hecho histórico. La libertad y sobrenaturalidad serían, según él, atributos de la fe del corazón, pero no de la primera. A su método teológico añadiría una gran vivacidad y bastante menosprecio a la tradición.
Esta tesis fue condenada por los pontífices Gregorio XVI y Pío IX. El Vaticano I reafirmó en sus enseñanzas que la fe es razonable, pero no es el producto lógico y necesario de la razón, sino que está motivada por la autoridad de Dios que revela y requiere la acción de la gracia.
- Antón Günther (1783-1863) fue, juntamente con Hermes, el principal representante del semirracionalismo alemán del siglo XIX. Turbado en su fe por influencia de la filosofía kantiana y hegeliana, logró superar la crisis con ayuda de S. Clemens Hofbauer (1751-1820). Imbuido en la filosofía de Hegel, concibió un sistema teológico en el que los dogmas de la Iglesia quedaban plasmados en esquemas hegelianos. El resultado es que sometía la fe a la razón filosófica; privaba a los dogmas de su contenido tradicional y los relativizaba según el patrón de un determinado sistema filosófico
Esta subordinación de la fe a la razón, la consiguiente reducción de la teología a filosofía y la relativización del dogma chocó con una fuerte oposición. Y motivó la condena del güntherianismo por Pío IX y el Vaticano I. Günther aceptó con ejemplar sumisión la decisión de Pío IX. Pero varios de sus discípulos pasaron a formar parte del cisma de los viejo-católicos.
- Jakob Frohschammer (1821-1893) estudió teología sin vocación. Ordenado sacerdote en 1847, enseñó en Munich como profesor privado (1850); desde 1855 enseñó filosofía como profesor ordinario. Su racionalismo recuerda al de Günther, pero sin la religiosa humildad de éste. Admite la Revelación y, por tanto, distingue los dogmas cristianos de los resultados obtenidos científicamente. Pero sostiene que, una vez conocida la revelación, pueden y deben ser demostrados todos los misterios cristianos. Por consiguiente, no puede haber misterios que no sean adecuadamente comprendidos después de revelados. De este modo queda reducido el método teológico al método filosófico, y la teología goza de la misma independencia que la de cualquier otra ciencia.
Mantuvo hasta su muerte una inflexible rebeldía frente a la autoridad eclesiástica. Pío IX dirigió al arzobispo de Munich el breve Gravissimas inter (1862), en el que se hace mención de la insubordinación de Frohschammer y se juzgan tres de sus obras aparecidas hasta entonces como discordantes con la doctrina católica. En 1863 fue suspendido por su obispo, y su alejamiento de la Iglesia fue cada vez mayor. Frohschammer fue uno de los que más violentamente combatió el dogma de la infalibilidad del Romano Pontífice.