miércoles, 8 de febrero de 2012

Suenan campanas (II)

En esta serie recogeremos diversas visiones acerca de las últimas noticias referentes a la FSSPX, así como su tratamiento por parte de los distintos blogs. Presentamos hoy la visión de Terzio, que expone en la última entrada de su blog ex orbe:


"El noticiario eclesiástico de la semana ha sido surtido y ameno, tocando varias de las interesantes teclas de la más llamativa actualidad, desde el caso Viganó-Bertone hasta la insurrección del clero de Austria. 


Lo de las corruptelas vaticanas no es novedad. Si se hiciera un monográfico sobre el particular el primer capítulo (o prólogo, si se quiere) tendría que referirse a las sisas de Judas Iscariote, que dice San Juan que metía mano, habitualmente, en la bolsa común del Colegio Apostólico. Conque los particulares del caso Viganó-Bertone son sólo la actualización de una repetición, pecaminosa y lamentable pero recurrentemente presente. Todos los males de la Santa Sede fueran como esos, y me daría con un canto en los dientes. Son 'escándalos' que escandalizan, ciertamente, pero también es cierto que es un fango facil de limpiar. Sixto V lo hacía muy bien. Nihil novum sub sole.

Lo de Austria, la Pfarrer initiative, es peor, mucho peor, una insurrección de hecho con un cisma implícito que nadie se atreve a reconocer (aquí una referencia en una web española; y aquí las desafiantes declaraciones de su promotor). El gestor de la crisis, el primado de Austria, Cardenal Schönborn, se ha demostrado incapaz, confusamente irresponsable, e incluso culpablemente contemporizante. Desde que el asunto comenzó ha ido rodando como una bola de nieve pendiente abajo, cada vez más voluminosa e imparable. Schönborn - entiendo yo - es uno de los responsables de que la situación se haya vuelto alarmante.

El tercer foco de atención, después de lo de Viganó y Austria, ha sido el contencioso FSSPX, desde varios frentes, todos aireando negativas, cerrazones, trabas y handicaps. En el fondo late la tensión por la respuesta aun no conocida al preámbulo (desconocido también) propuesto como conclusión de las conversaciones entre los representantes de la Santa Sede y los delegados de la Fraternidad. Sobreabundan las conjeturas, más o menos bien fundadas, pero en realidad se sabe apenas nada que esté bien probado y testado. Con estos supuestos, no es de extrañar que el rumor de mentidero se haya vuelto el recurso para los titulares en algunos medios.

Yo, por mi parte, escojo este:


En esta breve nota-comentario que enlazo, se subraya la insistente actitud contraria y negativa de importantes e influyentes prelados franceses, alemanes y suizos a cualquiera de las inicitivas reconciliadoras decididas por voluntad explícita de Benedicto XVI, un indiscutible buen conocedor de todo el proceso de génesis, afirmación, evolución y actualidad de la obra de Mons. Marcel Lefebvre y la FSSPX. Reconocer que la actitud del Papa Ratzinger ha cambiado sustancialmente la valoración ad intra y ad extra de la Fraternidad, es una evidencia significativamente elocuente.




Hace poco comenté que no me cabe absolutamente ninguna duda sobre la catolicidad y la canonicidad de la FSSPX con respecto a la Iglesia. Si en la Iglesia Católica se incluyen grupos degenerados de des-catolicismo radical como los consentidos en Austria, sería aberrante sostener que la FSSPX no está, de hecho, en la Iglesia a la que representan con toda integridad, sin merma de doctrina ni de esencia.

Es decir, que se puede dudar justamente de la catolicidad y canonicidad de lapfarrer initiative y sus alrededores, pero, por lo mismo, sería contradictorio suponer 'fuera' de la comunión a la FSSPX.

¿Que existen 'problemas' canónicos? Sí. Pero si Roma 'resiste' los muy graves problemas de la pfarrer initiative, los problemas canónicos planteados por la FSSPX son, por comparación, una piedrecita en el zapato, un contencioso que luego del motu proprio Summorum Pontificum, el levantamiento de las excomuniones y las reuniones bilaterales ha sido marcado con un antes y un después irreversibles. Podríamos decir que la nueva situación, tal como parece vislumbrarse, si no se llegara a una más o menos inmediata solución canónica, sería la de un interim sine die abocado, más pronto o más tarde, a una solución beneficiosa para todos.

- Para la Iglesia, porque significaría el comienzo efectivo de su regeneración post-traumático-conciliar

- Para la FSSPX, porque vería reconocida su causa y afluirían a ella vocaciones desde todos sitios

- Para el Papa, porque contaría con una fuerza auxiliar que consolidaría su ministerio devaluado por el colegialismo postconciliar

No digo que esto sea lo previsible, estoy diciendo que esto es lo que ocurriría. También digo que, de tener éxito esta saludable reconciliación, la ruptura interna de la Iglesia quedaría más patente, con todas sus contradicciones.

Llegado a este punto, bajo estos considerandos, parece que la pelota está, más bien, en el tejado de la FSSPX, que no está claro si consentiría compartir espacio (uno y el mismo) con las variopintas realidades, algunas de ellas decididamente transgresoras, que forman el confuso mosáico del Catolicismo postconciliar. ¿Una FSSPX conviviendo - por ejemplo - con la Pfarrer initiativede los austriacos, con las neo-liturgias comunitarias, con las iniciativas pastorales de la nuevangelización?

Opino que el tiempo corre a favor de la FSSPX, cuya consolidación marchará en paralelo al declive sectorial (digámoslo así) de la Iglesia. Un declive que es efecto de todo aquello a lo que se opone la FSSPX.

¿La no-reconciliación y el ralentizamiento de los contactos y relaciones podría conducir a un sedevacatismo declarado? Lo dudo, porque sería el fin de la misma FSSPX, que desde su origen hizo del romanismo más clásico una de las señas de su identidad más profunda, cuya renuncia desvirtuaría los fundamentos de la FSSPX. Hoy por hoy, la acusación sedevacantista no es más que una ofensiva sospecha lanzada desde foros neo-católicos manifiestamente auto-desacreditados.




Todo esto acontece en un marco sombriamente descrito por Benedicto XVI en su reciente alocución a los miembros de la Sgdª Congregación para la Doctrina de la Fe:


"...Nos encontramos ante una profunda crisis de fe, una pérdida del sentido religioso que constituye el desafío mayor para la Iglesia de hoy. Por tanto, la renovación de la fe debe ser la prioridad en el empeño de la Iglesia entera en nuestros días."


Lo discutible es si las tendencias que han propiciado esta crisis dentro de la misma Iglesia van a ser capaces de regenerar lo que degeneraron. No parece probable, ni posible siquiera. No se cosechan higos de una mata de espinos.

En la reseña de esa audiencia del Santo Padre, se cita la intervención del Cardenal Prefecto, William J. Levada, expresando su satisfacción por los frutos logrados por la constitución apostólica Anglicanorum coetibus, con la reciente erección de dos ordinariatos personales, uno en Inglaterra y Gales y el otro en los Estados Unidos. Concluyó el Emmº. Cardenal Prefecto subrayando el"...importante trabajo que desarrolla la Pontificia Comisión Ecclesia Dei que, en estricta colaboración con este dicasterio, sigue los desarrollos del diálogo con la Fraternidad sacerdotal San Pío X". (ver la reseña aquí)

A pesar de la frialdad reticente (o combativa) de muchos prelados, la impresión es que cada vez son más los católicos conscientes que desearían (¡volumus!) una integración efectiva, ampliamente acomodada, que permitiera a la FSSPX su 'espacio' canónico. Cuanto antes, mejor."

P.D. Agradecemos a Terzio que nos haya permtido reproducir su artículo en nuestra bitácora.


9 comentarios:

Miles Dei dijo...

Aparte del gran resumen de la cuestión del padre Terzio y siguiendo la tónica del anterior artículo sobre los mercaderes, en las corruptelas vaticanas habría que distinguir al ladrón (que eso era Judas) de la avaricia del dinero que lleva a invertir y querer multiplicar el dinero por el dinero para poder tener más dinero que invertir y multiplicar.

Vamos, que hay mucha diferencia de Judas metiendo la mano en la bolsa a un Bernardino Nogara aumentando las finanzas Vaticanas a expensas de la segunda guerra mundial y siendo aclamado por el cardenal Spellman como lo más grande que le había pasado a la Iglesia católica después de Jesucristo.



Creo que son dos cosas distintas. Muy distintas.

Miles Dei dijo...

Luego lo más característico de todo es que mientras a la FSSPX se le niega todo estatus canónico a estos párrocos en clara y pública rebelión que se lleva por delante verdades de fe definida y de fe católica se les sigue dejando como párrocos como si tal cosa.

Eso sí que es un signo de los tiempos, ya que tanto gusta a los jerarcas de hoy usar esa expresión.

Anónimo dijo...

Bueno, en cuanto al tema "Austria y demás agregados" (pues se extiende), hay que empezar por recordar quién es Schönborn, de dónde viene (cuál es su pedigree) y de quién es dilecto amigo-discípulo...

Está todo dicho.

Walter E. Kurtz dijo...

La distinción viene por el lado de lo disciplinar. Como Mons. Lefebvre reconoció tiempo antes de las ordenaciones de 1988, al hacer las cosas a la luz del día y de frente, se iba a hacer pasible de sanciones canónicas graves; al mismo tiempo que se toleran todo tipo de abusos y herejías.

El problema (creo yo) es que declarar una herejía y perseguirla con todas sus implicancias, obligaría a "jugarse" en un debate teológico que la Iglesia no está disputa a dar.

Efectivamente creo que es un signo de los tiempos, pero de tiempos que vienen desde hace bastante.

Y la única forma que se ha usado es "castigar" por desobediente, sin someterse a un proceso canónico en regla que llevaría a un debate teológico que se pretende evitar.

En tiempos de Pablo VI le pasó al Abate de Nantes (no entro a juzgar el fondo sino la forma). En tiempos de Pío XII le pasó a Feenay o a Castellani.

Del mismo modo, en tiempos de León XIII se evitó perseguir el Americanismo, limitándose a una condena muy general que los obispos implicados se limitaron a desconocer en la práctica (en forma muy similar a lo que había pasado con el Jansenismo siglos antes), y sólo fueron "castigados" por desobediencia determinados sacerdotes sueltos.

Volviendo a la FSSPX, si en vez de hacer las cosas a la luz del día y hablar claro, Mons. Lefebvre hubiese hecho lo mismo entre gallos y medianoches, con conceptos ambiguos y apoyo de la prensa secular, se hubiese salvado de suspensiones y excomuniones. No tengo ninguna duda de ello.

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO dice: Acabo de leer la información que ofrecen los vínculos que aparecen en el artículo de D.Tercio sobre la situación de Austria. Y su extensión a 600 sacerdotes de Irlanda. Y lo que no logro entender en manera alguna es que en este contexto, que no sé qué palabra sería suficiente para describirlo adecuadamente, se empeñe el Sto. Padre en impulsar celebraciones de los 50 años del Vaticano II que, por mucho que se empeñen en reducir su responsabilidad en lo que está sucediendo, algo-¡al menos algo!- ha tenido que ver con este caos. Si alguien tiene alguna explicación al respecto creo que sería bueno conocerla.

Hermenegildo dijo...

Pedro Hispano: está claro que con el Año de la Fe, el Santo Padre no busca celebrar por celebrar. Benedicto XVI pretende que, con ocasión de este aniversario, se profundice en lo que verdaderamente enseñó el Concilio, en sus documentos, y que se entierre de forma definitiva ese "espíritu del Concilio" que no se corresponde con lo que se aprobó en las sesiones conciliares.

sofronio dijo...

Hermenegildo:

No deseo incidir sobre las cuestiones ya más que de sobra analizadas en el CVII: ecumenismo, libertad religiosa, etc, sino sobre otros aspectos y pregunto:

¿Verdaderamente el Concilio enseñó algo diferente a su 'espíritu'? Ese 'espíritu', precisamente, es lo que el alma es en el hombre, y asi si el alma, la forma, se separa del cuerpo, la materia, éste deja serlo para ser cadaver; tampoco sin ese 'espíritu' existe fuerza en la letra. No está por lo tanto la razón de la crisis , como muchos pretenden, en una interpretación errada, sino en su mismo 'espíritu' sin el cual tal evento pierde toda su fuerza; en otras palabras es el propio concilio en sí, materia y forma inseparables, o muchas de sus doctrinas y su ambivalente lenguaje el problema.

Además de los clasicas críticas al los textos,ecomuenismo, libertad religiosa.., hay otras muchas no menos importante, como:

-La ambigüedad en el lenguaje conciliar en relación, por ejemplo, al concepto de mundo y atantos otros conceptos teológicos; dicha ambigüedad es el aire que legitima a las radicales desviaciones 'in crescendo'.

-Concesiones a las falsas religiones

-Las omisiones sobre el pecado original y las consecuencias sobre la doctrina de la gracia, cuyas resultados más literalmente pelagianos son evidentes en casi todas las obras y movimientos de la Iglesia. De ahí, el renacimiento en muchos movimientos de viejas herejías cristológicas.

-La práctica inexistencia de la doctrina sobre le infierno, con consecuencias para la doctrina del mérito congruo o condigno

La confusa clasificación teológica del Magisterio del Vaticano II

Las deficiciencias definititorias sobre la romanidad de la Iglesia

De aquellos polvos, estos lodos. Si de una fuente el agua sale sucia, difícil será conservar la salud de los peces del estanque que alimenta; la solución de mi abuela es la siguiente: debe cerrar grifo de la fuente primero, retirar el agua contaminada del estanque, mientras pone los peces a buen recaudo, limpiar el lodo de los fondos, y luego volver a llenar el estanque con agua que provenga de distinto manantial, de aquél de aguas cristalinas del que bebieron la doctrina los mayores y no murieron. Más tarde echa de nuevo los peces que tenía a buen recaudo para que se reproduzcan sanos. De lo contrario los peces seguirán muriendo.

Claro que mi abuela no sabía teología, pero eso sí, tenía sentido común

Anónimo dijo...

PEDRO HISPANO: Muy bueno su análisis SOFRONIO. Lo de HERMENEGILDO es una exposición de buenos deseos y más que sobados tópicos que no responden a la cuestión. Yo, por mi parte, añado que esas celebraciones,con independencia de las intenciones de su promotor que no nos corresponde juzgar, son en la práctica un modo de retrasar el análisis objetivo y a fondo del concilio y de la situación general de la Iglesia y por tanto de retrasar la salida de la crisis. Aunque -supongo- que los austríacos y sus agregados van a obligar a nuestras dignísimas autoridades a dejarse de rollos y meter el bisturí en el fondo de la herida. Ya sean las actuales autoridades ya las que les sucedan. Así no se puede seguir porque estas situaciones o se rectifican o empeoran. Quietas no va a estar. Es la parte positiva que han tenido las herejías. Es triste pero es así. Al menos es lo que sucedió en el siglo XVI.

Hermenegildo dijo...

Pienso que circunscribir el Concilio a sus justos términos es ya un avance.